Sunday, September 23, 2012
xxv Domingo del Tiempo Ordinario, 23 septiembre 2012
HOMILÍA DOMINGO XXV TIEMPO ORDINARIO – 2012
CICLO “B”
1.- Las Lecturas
* Libro de la Sabiduría, 2,12. 17-20. Condenaron al justo a muerte ignominiosa. Ciertamente el justo no tiene una vida fácil ya que es perseguido y muerto.
* Salmo Responsorial 53. Con el salmista tengamos la firme convicción y certeza de que el Señor sostiene nuestra vida en medio de tantos peligros y tribulaciones, y no nos abandonará ni nos dejará solos ante el sufrimiento y el dolor.
* Carta del Apóstol Santiago 3,16 – 4,3. Los que procuran la paz están sembrando la paz y su fruto es la justicia. Un hermoso programa de vida para todos en un mundo donde se busca el poder, la grandeza y la fama hasta el punto de que para conseguir todo esto se ambiciona, se litiga e incluso se practica la violencia….
* Evangelio según san Marcos 9,30-37. El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero que sea el servidor de todos. El discípulo de Jesús debe optar por los valores del Reino de Dios, que son las bienaventuranzas, y ha de estar al servicio de todos
2.- Sugerencias para la homilía
2.1.- Jesús es el servidor de Dios para la humanidad
Una vez más la Iglesia nos propone como texto evangélico para este domingo el segundo anuncio de la pasión que ofrece Jesús a sus discípulos.
Jesús asumió para sí la figura del Servidor de Dios, que anunció el profeta Isaías en el Antiguo Testamento, siglos antes, y se identificó con ella. Un Servidor de Dios que entrega su vida para justificación y salvación de la humanidad. Un Servidor en cuyas llagas hemos sido curados..
Jesús se hizo obediente hasta la muerte y una muerte de cruz, como dice San Pablo. Por eso reprende a Pedro cuando le pide que se aleje de la cruz.
Una vez más tenemos que decir: “los caminos de Dios no son nuestros caminos; los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos”.
Los discípulos no acaban de entender los caminos y designios de Dios para el Mesías. Esperaban, como tantos otros, un Mesías triunfante, glorioso, vencedor de todos…Les resultaba extraño un Mesías que fuera el servidor de todos. No acababan de entender que el Mesías tuviera que adentrarse por los caminos de la pasión y muerte en la cruz para realizar la redención y salvación de la humanidad.
Volvamos nuestros ojos a Jesucristo.
Contemplemos con fe y amor, con gratitud y devoción, a Jesús crucificado con fe y amor.
Descubramos sobrecogidos en Cristo al Mesías que nos ha enviado el Padre por puro amor y gracia para redimirnos y salvarnos.
Pidamos al Señor crucificado que nos esconda en sus santas llagas para que estemos protegidos de las tentaciones del demonio y nunca nos apartemos de Él por el pecado y la maldad.
Supliquemos al Señor crucificado que nos acoja en la inmensidad de nuestras faltas y pecados y nos perdone en su infinita misericordia.
Roguemos al Señor crucificado que nos ayude a pasar por este mundo sembrando el perdón y la misericordia, como Él perdonó a los que acababan de crucificarlo, aunque tengamos que andar por los caminos de nuestra existencia entre dolores: “los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares”.
2.3.- Una Iglesia samaritana
La Iglesia es sacramento de Jesucristo y prolonga su misión en el mundo, por ello debe actuar como el Señor en el mundo. En este sentido, la Iglesia ha de hacer la opción preferencial, no excluyente ni exclusiva” (Beato Juan Pablo II), por los pobres, los necesitados.
Como ya hemos escrito con frecuencia la Iglesia, nuestra Iglesia de Coria-Cáceres, que camina por estas tierras de la Alta Extremadura hacia la Casa del Padre, debe ser cada día más una Iglesia samaritana.
Una Iglesia samaritana se caracteriza por lo siguiente:
* Imita a Jesucristo, que es el Buen Samaritano. La Iglesia ha de ser siempre fiel a su Señor y Fundador que es Jesucristo.
* Escucha el clamor de los pobres. Tiene abiertos los oídos para escuchar el dolor, el sufrimiento…de tantos seres humanos que sufren, lloran, mueren en el mundo, víctimas de la guerra, del hambre, de la injusticia…
* Se acerca a los pobres con el bálsamo del amor para curar sus heridas. Se acerca con profundo respeto y amor a todos…pues sabe muy bien que nuestro prójimo es todo ser humano, especialmente el sufriente…venga de donde venga, hable la lengua que sea…
* Carga con los heridos, los abandonados, los excluidos…No se limita a hacer declaraciones de principio, ni formulaciones teóricas…La Iglesia es la encarnación histórica, auténtica y visible del Cirineo que ayuda al pobre, al necesitado, al enfermo, al anciano… a llevar la cruz…
* Se encarga de ellos. No los deja abandonados en los caminos del mundo.
Todos los bautizados formamos esta Iglesia samaritana.
Por eso depende también de ti que nuestra Diócesis, tu parroquia, tu arciprestazgo sean de verdad una Diócesis, una parroquia, un arciprestazgo samaritanos…
2.3.- El discípulo de Jesús ha de ser el servidor de todos.
El Señor quiere que nosotros, sus discípulos, lo imitemos siendo servidores de los demás, especialmente de los últimos, de los necesitados, de los excluidos y marginados.
El servicio del cristiano a los demás no es simplemente una teoría, debe traducirse en obras y en actos concretos. Todos sabéis que la caridad hace creíble nuestra fe y nuestra predicación. Una fe sin obras es una fe muerta. Y las obras de la fe se concretan en la caridad, como ya os he dicho en otras ocasiones.
Dios nos sigue preguntando a cada uno: ¿Dónde está tu hermano? ¿Qué estás haciendo de tu hermano pobre, necesitado, hambriento, desnudo…? ¿Qué podemos hacer? ¿Qué puedes hacer tú?
Me atrevo a ofreceros con respeto y amor estas sugerencias:
No nos mostremos indiferentes ante tantos necesitados.
No volvamos nuestros ojos a otra parte para no ver al pobre
No cerremos nuestros oídos para no escuchar el clamor de los pobres
Tú puedes sensibilizar la opinión pública en favor de los necesitados.
Si tienes o participas en responsabilidades públicas de gobierno de pueblos, ciudades, autonomías, nación…promoved la justicia, la atención a los necesitados, la solidaridad, la ayuda a los necesitados de cerca y de lejos…Sabéis muy bien que la autoridad es servicio a todos, especialmente a los sufrientes…
Respondamos con generosidad a la llamada que nos hace la Iglesia para colaborar con nuestros bienes a socorrer al pobre en colectas o campañas que hacen las parroquias, las diócesis.
Ofrezcamos nuestro tiempo, trabajo… para colaborar con las Instituciones de caridad -Caritas, Voluntariado, ACISF, Vicencianos (San Vicente de Paúl), Residencias de ancianos, Comedores para transeúntes, Banco de alimentos, Lugares de acogida para transeúntes…-. Tú puedes hacer mucho en favor de los necesitados…
Compartamos nuestros bienes con los necesitados
Llevemos una vida sencilla, desprendida para poder compartir con los necesitados…
Respetemos toda vida humana en cualquier circunstancia que se encuentre desde la concepción hasta el fin natural de la misma.
2.4.- Una llamada y una invitación a las Cofradías
Permitidme que haga una petición y una llamada especial a las Cofradías de nuestra Diócesis de Coria-Cáceres, y a todos los cofrades -hombres y mujeres-.
Unidos con vuestros sacerdotes, capellanes, directores espirituales…colaborad generosamente con vuestra ayuda a atender y socorrer a los pobres y necesitados… Ya sé que estáis haciendo estas obras en los niveles que vosotros conocéis…Pero, queridos hermanos y hermanas, ahora son más necesarias, como todos sabemos…
Me atrevo a hacer esta sencilla y fraterna sugerencia:
* Podéis organizar una campaña de ayuda entre todos los cofrades, y
* Podéis organizar otra también entre todas las personas que participan en la liturgia, en la Eucaristía, en los actos de culto, en los actos devocionales…que se celebran en las ermitas, en los santuarios…
¡Mucho podéis y podemos hacer a favor de los necesitados!
Nunca olvidéis que:
¡En los pobres está presente Jesucristo, el Señor! Al que vosotros tanto amáis, al que lleváis en el alma con profundo amor, y del que tantas veces habéis portado su imagen bendita y santa en vuestros brazos, hombros…!
¡Los pobres son los hijos predilectos de la Stma. Virgen María! María nos confía a sus hijos más queridos, que son los más necesitados y pobres, para que los cuidemos, los atendamos, los acojamos…!
¡Los santos a quienes veneráis de manera especial en vuestras Cofradías, Asociaciones, Hermandades….también nos invitan desde su experiencia a estar cerca de los necesitados y a ayudarlos, como bien sabéis…!
3.- De la Palabra a la Eucaristía
Hemos escuchado la palabra de Dios con emoción y amor. Ahora esta misma Palabra se hace presente en la Eucaristía. El pan y el vino se convierten en el Cuerpo entregado y en la Sangre derramada de Jesucristo. Cristo es el Mesías que da su vida por la salvación de la humanidad entera.
4.- De la Eucaristía a la Misión
Es el momento de salir al mundo y de hacer realidad entre las personas, las familias y los pueblos lo que hemos celebrado en la Eucaristía.
A nosotros nos corresponde ahora:
* dar nuestra vida por los demás,
* hacer de nuestra existencia una vida entregada por los necesitados, y una ofrenda santa al Padre por Cristo en el Espíritu Santo.
* compartir nuestros bienes con los pobres…
Terminamos. Unidos en la oración
Cáceres. 17 de septiembre de 2012
Florentino Muñoz Muñoz
Wednesday, September 12, 2012
XXIV Domingo del Tiempo Ordinario, 16 septiembre 2012
HOMILÍA XXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO – 2012
CICLO “B”
1.- Las Lecturas
* Profeta Isaías 50,5-9a. Ofrecí la espalda a los que me apaleaban. Impresionante profecía de Isaías que anuncia que el Mesías de Dios tendrá que padecer y sufrir mucho por la humanidad, por nosotros, por cada uno.
* Salmo responsorial 113. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida. No nos apartemos del Señor ya que es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida.
* Carta del Apóstol Santiago 2,14-18. La fe sin obras está muerta. La fe actúa por la caridad. No basta con decir: “yo soy creyente”. Es necesario que nuestra fe se traduzca y se haga visible en obras de caridad, de misericordia, de justicia, de paz, de perdón…
* Evangelio según san Marcos 8,27-35. Pedro confiesa que Jesús es el Mesías, el ungido por Dios para salvar a la humanidad. Jesús le dice que el Mesías ha de pasar por la cruz para salvar a la humanidad. El mesianismo de Jesús pasa por el sufrimiento y la cruz.
2.- Sugerencias para la homilía
2.1.- Jesús es el Mesías sufriente
Jesús es el Mesías enviado por Dios. Pero encarna un mesianismo muy distinto a como pensamos o queremos los humanos. Jesús es un Mesías que ha de realizar su misión salvadora a través del sufrimiento, de la cruz…
Recordemos que Jesús rechazó las tentaciones que Satanás le propuso con lo que puso de manifiesto que su mesianismo no pasa por el poder humano, ni por las riquezas humanas, ni por el dominio sobre nadie.
El Concilio Vaticano II lo expuso de forma clara y concisa al afirmar: “Cristo efectuó la redención en la pobreza y en la persecución” (LG 8; cf. AG 5).
2.2.- La Iglesia ha de seguir este mismo camino
La Iglesia prolonga en el espacio y en el tiempo la misión salvadora de Jesucristo como pone de relieve el Concilio Vaticano II: “La misión de la Iglesia continúa y desarrolla a lo largo de la historia la misión del mismo Cristo, que fue enviado a evangelizar a los pobres….”,
La Iglesia ha de emplear los mismos medios que utilizó el propio Jesús para llevar a cabo su misión salvadora.
¿Qué medios son estos?
Ofrecemos a continuación dos textos básicos del Concilio Vaticano II en los que manifiesta estos medios. Os los proponemos a continuación.
“La Iglesia es llamada a seguir ese mismo camino (de Cristo) para comunicar a los hombres los frutos de la salvación (…) Aunque el cumplimiento de su misión exige recursos humanos, (la Iglesia) no está constituida para buscar la gloria de este mundo, sino para predicar la humildad y la abnegación incluso con su ejemplo” (LG 8).
En otro texto, el Concilio Vaticano II presenta de forma más concreta la manera cómo la Iglesia ha de realizar su misión. Recordemos las palabras conciliares. Aquí os las ofrezco para vuestra meditación:
“La Iglesia debe caminar, por moción del Espíritu Santo, por el mismo camino que Cristo llevó, es decir, por el camino de la pobreza, de la obediencia, del servicio y de la inmolación de sí mismo hasta la muerte, de la que salió victorioso por su resurrección. Pues así caminaron en la esperanza todos los apóstoles, que con muchas tribulaciones y sufrimientos suplieron lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su Cuerpo, que es la Iglesia” (AG 5).
* La pobreza: no debemos poner la confianza en el dinero. Es verdad que necesitamos los medios humanos para realizar nuestra misión, pero nunca debemos darles el corazón ni poner nuestra confianza en ellos porque terminan dominando el corazón humano, exigiendo adoración y reclamando una adhesión total (cf. Mc. 10,23-27). Ya decía Jesús: “No podéis servir a Dios y al dinero”.
* La obediencia. La Iglesia es “un misterio de obediencia” (cf. Fil.2,8). Ha de ser obediente a Jesucristo, su Señor. Ha de escuchar, por tanto, su Palabra, guardarla en su corazón, dejarse construir por ella y someterse a ella en todo. De ahí mi invitación y exhortación a leer y meditar la Palabra de Dios todos los días.
* El servicio. La Iglesia, imitando a Jesucristo, su Fundador y Señor, que “no vino a ser servido sino a servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mc.10,45), ha de ser y mostrarse como la servidora de la humanidad, especialmente de los más pobres y afligidos: “la Iglesia abraza a todos los afligidos por la debilidad humana, más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente y se esfuerza en aliviar sus necesidades, y pretende servir en ellos a Cristo” (LG 8).
* La inmolación. Siguiendo a Cristo, la Iglesia ha de estar dispuesta a inmolarse y dar su vida por la salvación de la entera humanidad. Ya nos dijo el Señor: “el que quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará” (Mc.8,35).
La Iglesia necesita la ayuda del Señor.
Asumir y emprender este camino y perseverar en él no es cosa fácil ni cómoda. Necesitamos la fuerza y la ayuda del Señor para hacer nuestro este camino del Señor y actuar en conformidad con él. Tengamos confianza ya que el Señor no ha dejado ni ha abandonado a su Iglesia, sino que está con ella hasta el final de los siglos (cf. Mt.28, 20).
El Concilio Vaticano II manifiesta: “Caminando, pues, la Iglesia, a través de peligros y de tribulaciones, de tal forma se ve confortada por la fuerza de la gracia de Dios que el Señor le prometió, que en la debilidad de la carne no pierde su fidelidad absoluta, sino que persevera siendo digna esposa de su Señor y no deja de renovarse a sí misma bajo la acción del Espíritu Santo hasta que por la cruz llegue a la luz sin ocaso” (LG.9).
2.3.- Todos formamos la Iglesia
Como tantas veces he escrito y dicho, hoy también manifestamos que todos somos miembros de esta Iglesia de Jesucristo y, por tanto, hemos de hacer nuestro lo que nos ha dicho el Señor y el Concilio.
El Señor nos ha hecho partícipes de su misión salvadora y nos ha indicado los medios con los que hemos de realizar esta misión.
Revisemos nuestras actitudes y criterios, nuestras acciones y comportamientos, a la luz de los textos de la Sagrada Escritura que hemos proclamado y de los textos del Concilio Vaticano II que hemos insertado en las páginas de esta homilía.
El Señor nos invita a convertirnos de los ídolos de este mundo: poder dinero, fama…y volver a Él que es nuestra fuerza y nuestro auxilio. No nos dejemos seducir por el brillo de las cosas de este mundo…
Hemos de proclamar el Evangelio, imitando a Jesús:
• con la fuerza de la palabra,
• con la verdad de nuestra vida,
• con el testimonio sincero de nuestras obras,
• con los signos de amor y entrega que acrediten nuestra palabra,
• ayudados y sostenidos por la gracia divina.…
3.- De la Palabra a la Eucaristía
La Eucaristía es el sacramento de la muerte y resurrección de Jesucristo. Nuestra palabra tiene que fundamentarse en la Eucaristía y nacer de ella. El Concilio Vaticano II enseña a este respecto: “Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que le traicionaban, instituyó el sacrificio eucarístico de su Cuerpo y Sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección” (SC 47). Maravilloso texto que nos enseña a fundamentar en la Eucaristía nuestra acción pastoral.
4.- De la Eucaristía a la misión
Fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, nos adentramos por los caminos de la misión que hemos presentado antes. Cristo en su pasión es pobre, obediente, humilde, entregado por todos… La cruz es la expresión más grande del amor, de la obediencia y del servicio de Cristo a toda la humanidad. ¡Imitemos al Señor!
Terminamos. Unidos en la plegaria ante el Señor
Cáceres, 10 de septiembre de 2012
Florentino Munoz Munoz
Friday, September 7, 2012
XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, 9 septiembre 2012
HOMILÍA DOMINGO XXIII TIEMPO ORDINARIO - 2012
CILO “B”
1.- Las Lecturas
* Libro del Profeta Isaías 35, 4-7a. El profeta anuncia que cuando llegue el Mesías abrirá los ojos a los ciegos y los oídos a los sordos, y además transformará la creación.
* Salmo responsorial 145. El salmista nos invita a todos a alabar al Señor por las grandes maravillas que ha hecho con nosotros.
*Carta del apóstol Santiago 2,1-5. Santiago nos recuerda que debemos prolongar la fe en la caridad a favor de los necesitados. Además nos dice que debemos quitar toda diferencia entre ricos y pobres.
* Evangelio según San Marcos 7,31-37. Jesús hace oír a los sordos y hablar a los mudos. Son los signos que manifiestan al Mesías y que acreditan que ha llegado ya con Él y en Él el Reino de Dios.
2.- Sugerencias para la homilía
2.1.- Jesús es el Mesías
Jesús es el Mesías: el ungido por el Espíritu, el enviado por el Padre para ofrecer a los hombres y a las mujeres el amor de Dios que se hace presente y visible en su persona y en sus obras. Él es el verdadero Mesías para llevar a la liberación a los pobres, la vista a los ciegos (cf. Luc.4,18s).
Después de treinta años de vida sencilla y de silencio contemplativo en una pequeña aldea, en Nazaret, Jesús inicia su ministerio público.
Ha llegado la hora fijada desde siempre por el Padre para que Jesús, su Hijo hecho hombre, dé comienzo al anuncio del Reino de Dios. Jesús, obediente en todo y siempre a su Padre, deja Nazaret y su hogar entrañable, y comienza a recorrer los caminos y senderos de Galilea diciendo a todos: “arrepentíos y convertíos, que el Reino de Dios está llegando”.
2.2.- Jesús se acerca a todos y los mira con profundo amor
Cuando Jesús se adentra por las aldeas y pueblos de Galilea, se acerca a todos ya que el Reino está destinado a todos; pero de manera
preferencial a los sencillos, a los pobres y a los pecadores. Ya que estos son los destinatarios privilegiados del Reino.
Jesús se siente profundamente apenado porque ve que los hombres están enfrentados entre sí, unos dominan a otros, tienen el corazón cerrado, no ven lo esencial ni escuchan palabras de esperanza…Y de este modo, todos terminan cayendo en tierra rotos, derrotados, hundidos…
El pecado domina en el corazón de los hombres…y los tiene esclavizados.
Pero hay esperanza, pues Dios ha tomado la iniciativa de salvar a la humanidad y ha venido. “El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz…” Esta Luz es Jesucristo.
Jesús se acerca a todos, los escucha, los acoge.. y les muestra su amor desinteresado, gratuito, misericordioso…Les anuncia a todos el Reino cuyo corazón es el amor, la ternura y la misericordia de su Padre para todos. Mejor dicho: “El corazón del Reino es el Abba (el Padre) de Jesús”.
2.3.- Jesús realiza signos que acreditan que el Reino de Dios ha
llegado ya
En el contexto del Reino de Dios hemos de situar y entender los milagros que realiza Jesús. Los evangelios sinópticos, de manera especial, presentan los milagros de Jesús como signos que acreditan que el Reino de Dios como presencia de gracia, de salvación, de liberación integral ha llegado ya a los hombres. Los milagros de Jesús han sido llamados “clamor del Reino”. El mismo Jesús dijo esto mismo a los discípulos de Juan Bautista cuando le preguntaron si Él (Jesús) era el Mesías. Jesús les contestó: “id y decid a Juan: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son curados…”.
Por eso, al presentar o al hablar de los milagros de Jesús no debemos insistir demasiado en lo portentoso, en lo maravilloso, en lo espectacular del milagro -que lo tiene- sino ante todo en que son expresión viva y verdadera de que ha llegado ya el Reino de Dios a nosotros en la persona, en las obras, en los signos que realiza Jesús de Nazaret. Tan importante es esto que podemos decir que Jesús “es el mismo reino de Dios” (Orígenes).
Ahora entendemos mejor por qué Jesús no hizo milagros para satisfacer la curiosidad de algunos, ni para conseguir el poder humano, ni para triunfar sobre nadie, ni para que le aplaudieran, sino para mostrar de forma visible y sencilla el amor, la ternura, la misericordia de Dios para todos…
Cuando Jesús se da cuenta de que quieren llevarlo a Jerusalén para hacerlo rey -después de la multiplicación de los panes y de los peces-, se marchó él solo a la montaña a orar a su Padre.
¡Qué distintos son los caminos de Jesús a los nuestros!
2.4.- La Iglesia también ha de hacer “signos”
Así como no hay un Jesús sin milagros, tampoco debe haber una Iglesia sin “milagros”, es decir, sin signos mesiánicos que acrediten la venida del Reino de Dios y lo hagan visible entre todos. Tengamos en cuenta que esta Iglesia somos todos. También tú eres la Iglesia.
¿Qué signos debe ofrecer la Iglesia -todos los bautizados- a los hombres de hoy?
Sin pretender decir y expresar todos, les ofrezco tres signos en coherencia con los que hizo Jesús.
* El amor. La Iglesia tiene que mostrar a todos el amor y la misericordia siendo una comunidad de personas que se aman en el Señor y que aman a los demás. Ya nos dijo Jesús: “Que os améis los unos a los otros. Que como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos, si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn.13,34-35). Desterremos de nosotros y para siempre el odio, la violencia, la enemistad… Construyamos en nuestro mundo la civilización del amor.
* La unidad. La Iglesia tiene que vivir la unidad entre todos sus miembros, alejándose de las divisiones, enfrentamientos…. Así lo dijo Jesús: “Yo les he dado la gloria que Tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que Tú me has enviado y que yo les he amado a ellos como tú me has amado a mí” (Jn.17,22-23). Nunca sembremos divisiones, indiferencias…que tanto daño hacen a las personas y las empobrecen…
* El servicio a los necesitados: dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, visitar a los enfermos, consolar a los tristes, acoger al emigrante …. Estos signos acreditan el Evangelio de Jesucristo y lo hacen creíble. Jesús nos dijo: “tuve hambre y me diste de comer…”(Mt.25). En nuestro tiempo de crisis, de dificultades…la Iglesia tiene que acercarse al ser humano para ayudarle, darle esperanza, ofrecerle la mano para levantarse y caminar…La Iglesia tiene que ser “un recinto de libertad, de amor, de paz, de justicia para que todos encuentren ella un motivo para seguir esperando”.
Es necesario mostrar la fuerza de la fe en la realización de obras de la caridad, como nos pide el objetivo del Plan Pastoral de nuestra
Diócesis de Coria-Cáceres para este nuevo curso que vamos a inaugurar pronto si Dios quiere. Recordemos estos textos de la Escritura Santa:
“Una fe sin obras es una fe muerta” (Sant.2,17).
“Porque en Cristo Jesús solamente tiene valor la fe que actúa por
la caridad” (Gál.5,6).
Tengamos siempre presente que los mejores signos de liberación y de comunión que podamos realizar nosotros en el mundo no son ya el Reino de Dios, sino que son signos humildes de ese Reino que es la Plena Liberación y la Perfecta Comunión. No lo olvidemos
3.- De la Palabra a la Eucaristía
Pasemos de la Palabra a la Eucaristía. Jesús no sólo ha anunciado el Reino de Dios con su palabra; no sólo ha mostrado el Reino de Dios con sus signos y milagros. Jesús ha traído y hecho presente el Reino de Dios con su muerte y resurrección.
La Eucaristía que celebramos es el sacramento de la muerte y de la resurrección de Cristo. Por eso, la Eucaristía es el sacramento del Reino de Dios entre nosotros.
4.- De la Eucaristía a la Misión
Fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, salgamos al mundo: familia, sociedad, trabajo…y mostremos aquí el Reino de Dios a través de nuestras obras: amor, perdón, misericordia, justicia, atención a los necesitados, a los pobres, a los ancianos, a los enfermos
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Desde estas líneas felicitamos a nuestro Obispo Mons. D. Francisco Cerro Chaves en el quinto aniversario de su ordenación episcopal, 2-IX-2012. Felicidades y que el Señor lo proteja y acompañe siempre.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Terminamos ya. Unidos en la plegaria.
Cáceres, 3 de septiembre de 2012
Florentino Muñoz Muñoz
Subscribe to:
Posts (Atom)