Saturday, October 22, 2011

Trigesimo Domingo del Tiempo Ordinario, 23 octubre 2011

(Éxodo 22, 21-26; Tesal 1, 5c-10; Mt. 22, 34-40)

"Dios es Amor" afirma San Juan y como tal se ha revelado cuando salio al encuentro del hombre por medio de Su Palabra Encarnada, Jesús Cristo Nuestro Señor. A su vez, el hombre se define también, como un ser creado para amar y ser amado. En Jesucristo, "el sacramento del encuentro con Dios" Dios se revela como amor que busca al hombre y que pide una respuesta de la misma naturaleza afectiva. Toda la enseñanza y la ley de Cristo se resumen en que amemos a Dios y a los hombres, porque Dios nos amo primero en la persona de Su Hijo. He aquí el compendio de la buena noticia, el evangelio de Jesús: Dios ama al hombre! Mensaje que debiera hacernos siempre buscar y saborear de amor de Dios como sucedía a los santos.

Las lecturas de este domingo nos invitan a abrirnos al misterio de Dios y del prójimo por el camino de la fe que actúa por el amor; porque para encontrarnos con Dios y los hermanos no hay vía mejor ni más rápido que el amor. Sin embargo, mientras mantengamos en nuestra vida personal, la tiranía de los ídolos, no seremos capaces de amar a Dios y a los hermanos. Pues bien los ídolos que nos cierran el corazón a Dios y a los hermanos y nos impeden amar son: el dinero y el orgullo, la prepotencia y el dominio, el egoísmo y el sexo, el afán de poseer y consumir que lleva a la explotación del prójimo como dice la primera lectura. Hemos de romper con tales ídolos muertos, como dice San Pablo en la segunda lectura, para servir y amar al Dios vivo y verdadero; así cumpliremos el mandamiento primero y principal: "Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.

Este Domingo, también, celebramos el Día Mundial de las Misiones, el Domund. Como miembros de la familia de Dios, el Cuerpo Místico del Señor, compartimos en la misma misión de Jesucristo, que dijo a Sus discípulos: "Vayan pues y haced discípulos de todas las naciones, bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Enséñenles todo lo que les he ensenado. Y sabed que estoy con vosotros todos los días de vuestra vida hasta el fin del mundo."

Este mandato Cristo nos ha dado todos nosotros desde nuestro bautismo, cuando fuimos ungidos y hechos miembros de Su pueblo santo - un pueblo sacerdotal, un pueblo profético, un pueblo de reyes, llamado de las tinieblas a la luz admirable para revelar así las obras maravillosas del Señor. Vosotros sois este pueblo. Nosotros juntos formamos este pueblo - los fieles laicos, Religiosas y Religiosos, diáconos y sacerdotes, juntos con nuestro Obispo y con nuestro Santo Padre - un pueblo unidos por la misma fe y amor de Dios, iluminados por el mismo Espíritu Santo, alimentados en la misma mesa de la Palabra y la Eucaristía y enviados a llevar la Buenas Noticias de salvación a toda la humanidad,

Este es el mismo sentido y el gran deseo de nuestro Obispo en su carta pastoral a todos los fieles de nuestro diócesis. Que reconozcamos que todos nosotros somos la Iglesia y los laicos tienen un "puesto que nadie puede suprimir." Repitiendo las palabras de Papa Juan Pablo Segundo: "Esta es la hora de los laicos! La hora de los laicos! La hora, la hora de los Cristianos auténticos, fuertes en la fe, audaces en la esperanza, generosos en la caridad, valientes, por ello, al dar testimonio de Cristo...y de Su amor misericordioso en el mundo de hoy."

"En esta misma línea", el Señor Obispo continua, "manifestamos que nuestro proposito es contribuir a despertar a los cristianos laicos y ayudarles a participar en la vida y misión de la Iglesia, así como, motivarlos y acompañarlos en su presencia y misión en la Vida Publica."

Sabemos que la corresponsabilidad y su fuente, la comunión, son fruto del Espíritu Santo, Por eso, os invito a todos a pedir al Espíritu Santo que suscite laicos y laicas adultos y responsables los cuales participen desde el carisma y gracia recibidos de Dios en la vida y misión de la Iglesia y se hagan presentes en el mundo para transformarlo desde dentro según los valores del Evangelio."

El Obispo quiere dar reconocimiento y agradecimiento a Dios también por el numero importante en cantidad y calidad de fieles laicos que ya participan en la vida y misión de la Iglesia en sus parroquias y lugares de servicio: los catequistas, lectores, servidores del altar, profesores de religión, obradores de Caritas, visitadores de los enfermos, miembros de Consejo Pastoral parroquial y otros que desempeñan tareas humildes y sencillas en la parroquia. Diciendo: " A todos y a todos quiero tener presente hoy y siempre en mi oración; a todos y a todos, quiero hacer llegar mi reconocimiento y agradecimiento en el Señor; a todos y a todos, deseo acompañar y alentar en medio de las dificultades que podáis encontrar."

Sigue el Señor Obispo: "Ya desde ahora mismo, nos dirigimos a todos y os invitamos a participar con el don, carisma o ministerio que cada uno de vosotros ha recibido del Espíritu Santo, en la vida y misión evangelizadora de la Iglesia. Cada vez son mas personas que en nuestras sociedades están necesitadas de una primera evangelización.Esta es la misión mas urgente de nuestra Diócesis y de todos nosotros: sacerdotes y consagrados, religiosos y religiosas, seglares.

Desde aquí convoco de manera especial a los cristianos laicos a realizar esta labor evangelizadora en estrecha comunión con el Obispo y los sacerdotes, movidos todos por un espíritu verdaderamente misionero.

Y quien es el modelo más grande por nosotros en esta tarea tan importante? Quien revelo con su vida mas perfectamente el Amor Misericordioso de Dios y amor al prójimo? Quien fue el primer misionero de la buena noticia de salvación y la persona mas entregada, generosa y dedicada a la obra evangelizadora de Jesucristo - La humilde María Santísima, modelo de los laicos, como virgen, madre, esposa, viuda, persona consagrada, discípulo primero de Jesucristo. Ella es la Estrella de la Nueva Evangelización, nuestra inspiración, consolación y esperanza de un nuevo mundo fundado en el Amor de Dios y el amor al prójimo.

Saturday, October 15, 2011

Vigesimo noveno Domingo del Tiempo Ordinario, 16 octubre 2011

(Isaías 45, 1,4-6; Tesal 1, 1-5b; Mt. 22, 15-21)

Las lecturas de este Domingo nos hablan de un tema muy discutido de hoy - el de la relación entre la religión y el Estado. Contesto Jesús a los fariseos: ¨”Que imagen trae la moneda con que le pagan el impuesto al gobierno?” “ El de Cesar!” "Pagadle al Cesar lo que es de Cesar, y a Dios lo que es de Dios." Jesús no se identifica con el Cesar, aunque sabe que se debe aceptar la situación. Es importante el gobierno humano y las instituciones, pero es mas importante que el hombre sabe y reconoce que el pertenece a Dios y lleva grabada en su alma y corazón, la imagen y semejanza de Dios y tienen que vivir según esta imagen como verdadero hijos, poniendo Dios primero en su vida delante de todo. Las monedas cambian y pasan de modo. La imagen de Dios, sin embargo, permanece en los que hemos recibido el Espíritu Santo. No hay varios señores. No ha de haberlos. Dios es el único Señor y no hay otro y somos Sus hijos, cada uno de nosotros.

Es necesario de respetar al gobierno y tomar en serio nuestras obligaciones y responsabilidades al gobierno y Estado y sus leyes, como buenos ciudadanos y hijos del hombre y promover la paz y el bien común. Al mismo tiempo, como hijos de Dios, servimos al Señor y trabajamos por Su reino y tenemos dar testimonio y llevar en práctica nuestra fe y amor de Dios en medio de la sociedad en el cumplir de esas actividades y responsabilidades cívicas. Primero entre todo es usar nuestro poder en las elecciones y elegir candidatos que respetan la vida y dignidad y conciencia de cada persona y promueven leyes justas que protegen la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural; que promuevan y respetan la dignidad y integridad del matrimonio y de la familia como Dios lo ha creado, según la ley natural y la ley de Dio; y mucho mas valores y derechos Cristianos y familiares.

Siguiendo este tema de la relación entre la religión y el Estado y nuestra responsabilidad Cristiana de dar testimonio de nuestra fe en el mundo de hoy, acaba de salir del Obispado, la nueva carta pastoral del Mons. Don Francisco Cerro Cháves. El titulo es "Id a vosotros tambien a Mi viña."

Aunque esta carta pastoral es un comentario del evangelio sobre trabajando en la viña (y el reino) del Señor para toda la Iglesia, esta dirigida, en una manera especial, a los fieles laicos, para realizar un acercamiento a su propia vocación como laico y la profunda espiritualidad que brota de su bautismo.

Ser laicos es "estar en la viña y estar en el mundo” llamados a ser "santos e irreprochables" ante El Señor por el Amor. Creer que para ser fiel al proyecto de Amor del Señor no debemos salirnos de este mundo, al que tanto amo Dios que le entrego a Su propio Hijo. (Jn 3) El estar en la Iglesia y en el mundo exige nuestra conversión profunda. Lo secular no es ser mundano. Tiene unas exigencias que tienen mucho que ver con "sal y luz" porque dice el Señor: “Vosotros son la sal de la tierra y la luz del mundo. Si la sal se vuelve sosa, "quien podrá salar el mundo? Tampoco se esconde una luz para meterla debajo del celemín." Su fe cristiana y su amor de Dios, tienen que brillar delante de los hombres.

En el Plan Pastoral de la Diócesis, el laicado es convocado, y sobre todo, llamado a vivir la vocación de "transformar el mundo según el Corazón de Dios." como nos recuerda el Concilio de Vaticano II. La vocación laical tiene una espiritualidad propia, donde la unión con Cristo y el servicio a la Iglesia y a los más pobres, se unen desde las entrañas del mundo. Es necesario recordar una y otra vez que los laicos son ese "gigante dormido" que hay de despertar, si queremos verdaderamente hacer realidad la nueva evangelizacion.

Vivir con gozo en el seno de la Iglesia, para la vida del mundo es descubrir y vivir a Cristo que, como nos recuerda Papa Benedicto XVI,
en ese encuentro comienza nuestra vida cristiana, una vida nueva.

En la introducción de esta carta pastoral, dice: " El Señor Obispo ha escrito esta Exhortación para animar a la Iglesia que peregrina en Coria-Cáceres. Con ella quiere reavivar el fuego del Espíritu Santo que todos hemos recibido en la Confirmación y que los presbíteros recibieron para el servicio al Pueblo de Dios del que forman parte y que saben como nos exhorto el Papa Juan Paulo II, que "una parroquia no puede funcionar sin la participación de los laicos."

Con el fuego del Espíritu, los laicos han de gritar que "ellos son la Iglesia," de esta manera saltaran chispas que prenderán en otros laicos "apagados", pues "la Iglesia es de todos y de cada uno, y todos somos responsables de su vida y de su desarrollo...Con su presencia publica, hacen presente a la Iglesia en el mundo y animan y transforman la sociedad según el espíritu del Evangelio. Al mismo tiempo participan en la Iglesia como hombres y mujeres de la sociedad civil.

El señor Obispo señala el surco a seguir siempre, no solo en este ano del Laico: "La comunión traducida en corresponsabilidad, coparticipación, colaboración,. Desde la comunión se construye día a día como un tejido de relaciones interpersonales verdaderas y fraternas.

Los carismas, ministerios, encargos, servicios del Laico Cristiano son riquezas, "fueguitos" que se complementan entre si, a favor de todos, con el apoyo de su párroco y sacerdote como "hermano entre hermanos."

Clave en este ano dedicado al Laicado es que en todos los rincones de nuestra diócesis, en cada parroquia, en cada movimiento, cada laico se proponga "la necesidad urgente de asociarse con otros Cristianos," dando testimonio de nuestra comunión y unión en la Iglesia, llevando acabo la misma misión de Cristo en el mundo de hoy!

Saturday, October 8, 2011

Vigesimo octavo Domingo del Tiempo Ordinario, 9 octubre 2011

(Isaías 25, 6-10; Filip 4, 12-14,19-20; Mt. 22, 1-14)

Este mes de octubre es el mes del Santo Rosario y recomendamos, en honor de la Virgen Maria, el rezo del Rosario diariamente en su casa como familia y aqui en la Iglesia antes de todas las Misas.
Las lecturas de hoy nos hablan y nos enseñan sobre el don de la hermandad y fraternidad y como Dios quiere establecer esta hermandad y fraternidad entre todos nosotros y con El mismo, como nuestro Creador y Padre. Podemos ver un ejemplo de esta hermandad y fraternidad entre San Pablo y los miembros de la comunidad de los filipenses. Por el ministerio de Pablo, evangelizando y sirviendo la comunidad y predicando la Buena Nueva, ellos llegaron a ser verdaderos hermanos en la fe y amigos con Pablo y cuando fue encarcelado por la causa de la fe, manifestaron solidaridad con Pablo en sus sufrimientos y tribulaciones y le ayudaron mucho con sus oraciones, su amistad y apoyo personal y material.

Este es lo que significa también el Salmo Responsorial: Que Dios es nuestro Buen Pastor que nos acompaña por el camino de la vida y como verdadero amigo y hermano y esta con nosotros en el tiempo bueno y tiempo malo, compartiendo con nosotros Sus bienes divinos y humanos: "...me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú vas conmigo. Tu vara y Tu cayado me sosiegan. Tu preparas una mesa ante mi enfrente de mis enemigos, Tu bondad y misericordia me acompañan todos los días de mi vida y habitare en la casa del Señor por anos sin termino."

El rey en el evangelio en invitar a los convidados a la boda de su hijo estaba extendiendo un brazo amistoso a esas personas y acogiéndoles en una celebración familiar e intima para que ellas compartan también el gozo y alegría en un espíritu de fraternidad y hermandad. Este es lo que rechazaron, cuando no hicieron caso a su invitación; uno se marcho a sus tierras, otros a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. Fueron como los que no vienen a Misa porque tienen otros quehaceres mas importante!

La verdadera hermandad y fraternidad es un don de Dios y que Dios les da a los que creen en Su Hijo Jesucristo; y que toman este paso y iniciativa de morir al hombre viejo y vivir la nueva vida de Cristo resucitado, como hombres y mujeres nuevos, renovados por la gracia y poder del Espíritu Santo, renovados en sus almas y espíritu, su corazón y su mente, en toda su vida, como nuevas criaturas. No como el hombre en el evangelio que no llevaba traje de fiesta y fue arrojado fuera - el hombre viejo - pero como hombres nuevos vestidos de gracia y poder, viviendo la nueva vida de amor y amistad con Dios y con sus hermanos y toda la Iglesia. En los sacramentos y especialmente en la Santa Misa, nuestro Buen Pastor nos comunica y nos comparte esta nueva vida como de su fuente y origen para transformarnos y hacernos una verdadera comunidad de hermanos y hermanas en Cristo y discípulos de la nueva evangelización para el mundo de hoy!

Cuando venimos a una boda, venimos a celebrar la vida de dos personas, su fidelidad y amor, su unión y comunión, su gozo y alegría, sueños y esperanzas, una nueva familia y entre nosotros fraternidad, hermandad, amistad! Reunimos como una gran familia. Aquí en la Santa Misa, también, en un espíritu renovado, anticipamos y nos preparamos aquí en la tierra, aquí en esta Misa, las fiestas eternas de las bodas del Cordero. En realidad, este es lo que ya estamos celebrando - la unión de Cristo, el Esposo, con Su esposa, la Iglesia, Su fidelidad y amor, Su union y comunion, Su gozo y alegria, Sus suenos y esperanzas, la familia de Dios, la fraternidad, hermandad, amistad. Un hecho que bien vale celebrarse, que es toda una fiesta que deberia llenarnos de alegria, gozo, gratitud y amor y que va a llegar a su plenitud al fin de los tiempos y que ahora mismo, el Senor nos invita.

Este es, también, lo que significa la primera lectura:

"en este monte, el Señor de los ejércitos preparara un festín de manjares deliciosos, de vinos de solera...y arrancara el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones...aniquilara la muerte para siempre... enjugara las lagrimas de todos los rostros y el oprobio de Su pueblo lo alejara de todo el país - lo ha dicho el Señor - Aquel día se dirá: Aquí esta nuestro Dios, celebremos y gocemos con Su salvación."

Cada Santa Misa especialmente la Misa dominical anticipa y nos prepara para las fiestas de bodas de Jesucristo y es una invitación de Dios mismo, de Su Hijo Jesucristo y de nuestra Madre santisima, la Virgen Maria, a ser renovados en la nueva vida de Cristo Resucitado y formar parte de esta gran Familia de Dios y Su fraternidad y hermandad de fieles discípulos e hijos e hijas de Dios.

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Sunday, October 2, 2011

Vigesimo septimo Domingo del Tiempo Ordinario, 2 octubre 2011

(Isaias 5, 1-7; Filip 4, 6-9; Mt. 21, 33-43)

San Miguel Arcángel, Defensor de la Iglesia, Campeón del Pueblo de Dios, Ángel de Guardia de la Iglesia Universal y de la Eucaristía, ruega por nosotros!

En estos días recordamos con fe, devoción y gratitud el ministerio de los Ángeles, mensajeros de Dios y Guardianes del Pueblo Santo, la Iglesia! Nos iluminan, nos guían y nos animan en conocer y cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas. Debemos diariamente reconocer su presencia y ser atentos a sus inspiraciones y agradecer a Dios por su auxilio.

Dios nos recuerda hoy en las lecturas de este domingo del gran misterio que compartimos en ser creados en Su imagen y semejanza y este misterio es la Iglesia. Dios nos ha creado como individuos, si, hombres y mujeres, en la imagen y semejanza de Dios y Hombre verdadero. Jesucristo nuestro Señor. Pero somos creados también en la imagen y semejanza de la Santísima Trinidad, una comunidad y comunión perfecta de Tres Personas distinctas, unidas por el mismo Amor y en la misma Vida Divina. Y la Iglesia, el Cuerpo Místico de Cristo Resucitado, es la manera y forma que Dios nos une y nos reúne para vivir como esta comunidad y comunión de personas unidas en el mismo amor y la misma vida divina de Jesucristo nuestro Señoree para participar en la misma obra y misión de unir y reunir a todos los hombres como un solo pueblo, en una sola familia de Dios en que vivamos como verdaderos hermanos y hermanas con un mismo Padre eterno y todopoderoso, amando y sirviendo a la Santísima Trinidad y a los unos a los otros por toda la eternidad.

La Iglesia es este misterio, y esta comunidad y comunión de personas que nos forma y nos hace el pueblo santo de Dios, el pueblo preferido y escogido por el amor de Dios para revelar Su presencia y obrar maravillosamente de parte de la salvación de los hombres y producir frutos abundantes del Reino de Dios.

Tenemos que vivir este misterio que somos - la Iglesia - vivir esta comunión con Dios y con unos a los otros. Ser una verdadera comunidad de hermanos y hermanas, unidos por el amor y gracia de Dios. Tenemos trabajar más por la Iglesia, puesto que por esto fuimos creados y llamados a la existencia. Amad la Iglesia, respetadla, estimadla con todo el corazón y disfrutan de sus tesoros espirituales. En ella se encuentran la salvación y el refugio, el consuelo en el trabajo, la esperanza en este destierro terrenal y luz y la verdad en la oscuridad. Un santo ha dicho mi vida es la Iglesia!

Cuando nos hablan hoy en las lecturas de este domingo de la viña del Señor que es el pueblo de Dios y el fruto que esperaba su Dios y dueño, podemos comprender la grandeza de su responsabilidad en producir y dar frutos abundantes conforme de su privilegiada llamada y elección de ser pueblo escogido por Dios y podemos comprender el coraje de Dios en no encontrar el fruto esperado. Fue castigada, dijo el profeta Isaías, la casa de Israel, por no dar el fruto en su tiempo que esperaba su dueño. Con fuertes palabras, también, Jesucristo dijo a los pastores y al pueblo por su falta de cumplir su gran vocación: "Por eso os digo que se os quitara a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos." Y también "la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente."

Nosotros somos el nuevo pueblo de Dios - la Iglesia - llamados a cumplir con la gracia y poder de Dios la misma responsabilidad de revelar la presencia y las obras maravillosas de nuestro Padre y Dueño y producir y dar verdaderos frutos de justicia y santidad conforme a nuestra elección y llamada de ser el pueblo santo de Dios en el mundo de hoy.

Y para que esta nueva viña - la Iglesia - permanezca siempre y sea instrumento de salvación, tiene que estar al servicio de la verdad, de la justicia y de los valores que promueven y salvan al hombre.

Dios mismo nos ha plantado con mucho amor en Su viña para dar frutos abundantes, no agrazones, zarzas ni cardos como en el antiguo testamento, pero nuevos frutos de todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable. Todo lo que es virtud o merito, dice San Pablo, tenedlo en cuenta y ponedlo por obra. Este es lo que busca el Señor y si el Señor busca estos frutos en nosotros Su viña, entonces debemos también con todo el corazón, desear, rezar y obrar para realizar estos frutos del reino de Dios en nuestra propia vida como la Iglesia.

La Virgen Maria, Madre de la Iglesia y Madre nuestra, nos enseña por su ejemplo y nos ayuda por su gracia y amor a realizar este gran designio y deseo de nuestro Padre, que demos fruto abundante con nuestras vidas y que vivamos el misterio de la Iglesia que somos. Ella nos dio el fruto bendito de su vientre Jesús como nuestro Salvador y Señor Y como coopero en la obra de nuestra salvación y redención al mensaje del Ángel, nos anima a nosotros también en nuestra devoción a ella a cooperar todos en la obra de la salvación y redención de los demás.

Cada vez que rezamos el Ave Maria, el Espíritu Santo nos ilumina que el fruto más precioso y más importante delante de Dios nuestro Padre es: el don de la vida de Su Hijo Jesucristo. "Dios de salve Maria llena de gracia el Señor es contigo; bendita tu eras entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús!"

Para que demos el fruto bendito de Jesucristo con todas nuestras vidas tenemos imitar y seguir a la Virgen Santísima que escuchaba y meditaba todos los días, en su corazón inmaculada, la Palabra de Dios, la llevo en práctica y dio a luz a Jesucristo al mundo como su Salvador. Jesucristo en nuestro corazón y alma; Jesucristo en nuestros deseos y pensamientos; Jesucristo en nuestras palabras y obras; Jesucristo, Luz del mundo y Salvación del hombre!