Sunday, April 29, 2012

Cuarto Domingo de Pascua, 29 abril 2012

(Hech 4, 8-12; 1 Jn 3, 1-2; Jn 1, 11-18) Nos reúne la presencia del Señor resucitado, que, como Buen Pastor, congrega y conoce a su mies, para derramar sobre nosotros su Salvación. Hoy, IV Domingo de Pascua, se celebra en la Iglesia universal la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, y, además, en España, el día de las Vocaciones Nativas, bajo el lema “María alienta las vocaciones en la misión”. Promover y obrar por las vocaciones sacerdotales, religiosas y laicos misioneros es un deber nuestro y una gracia. Hacen falta muchos obreros en la viña del Señor. Pidamos hoy especialmente por todas estas vocaciones. Y para que en nuestras comunidades se escuche la llamada del Señor y muchos niños, jóvenes y adultos respondan con generosidad, como María, a proclamar las maravillas del evangelio entre los hombres. En esta Pascua que continuamos celebrando, la liturgia nos presenta hoy como centro de nuestra celebración la figura de Jesús que habla de sí mismo como el Buen Pastor. En medio de una sociedad en la que muchas personas están desorientadas, estamos invitados a contemplar el rostro del Buen Pastor, de escuchar su voz, que es camino, verdad y vida. Él es el que conoce a sus ovejas. El significado de “conocer” en san Juan es amar; y el del amor es la entrega. Es, también, ocasión de rezar y pedir por nuestros pastores, y de dar gracias a Dios por tenerlos, así como por aquellos que se preparan para ser un día sacerdotes y pastores de su rebaño. Pero también es ocasión de pensar si nosotros somos sus ovejas, para revisarnos como comunidad de discípulos, y para aceptar la invitación de Dios, que nos elige para colaborar en la misión de ser también nosotros pastores para los demás, comenzando en nuestras propias familias, ser buenos pastores de los niños, jóvenes, los matrimonios, animando y guiando uno al otro en un buen camino del vivir nuestra fe católica en el amor de Dios El Señor Obispo es bien preocupado por su rebano de hoy. No hay suficiente pastores para cuidar todas las comunidades y parroquias que hay en la Diócesis. Hay sacerdotes cubriendo 5, 6, 7 comunidades. Y la mayor parte son sacerdotes ya jubilados, 70 anos y arriba. Que vamos hacer? El hogar es la Iglesia domestica donde surgen las vocaciones, sacerdotales, religiosas y laicos misioneros. Si la familia no esta viviendo la fe, si los padres no están compartiendo y transmitiendo su fe a sus hijos y no están asistiendo en la Misa que pasa con sus hijos? No van a hacer animados ni inspirados, ni escuchar ni seguir la llamada del Señor a trabajar y servir en Su vina.Y no vamos a tener suficiente sacerdotes. Si no hay sacerdotes, no hay la Eucaristía, no hay la Santa Misa! En este ano dedicado a los fieles laicos, el Obispo les recuerda a los laicos su gran vocación de ser colaboradores con el Obispo y los sacerdotes en la obra de evangelización y la salvación del hombre, y ser la luz del mundo y sal de la tierra. Su participación es indispensable en la vida de la Iglesia y la parroquia. Sin su participación y colaboración nada se puede realizar ni fructificar, incluye, especialmente en la promoción y obra de suscitar más vocaciones. ¿Quién es nuestro Buen Pastor? ¿Quién es este que va delante de nosotros y al que nosotros seguimos? Hace unas semanas lo contemplábamos en la Cruz, entregando su vida en un acto de amor por toda la humanidad. Ahora, en este tiempo gozoso de la Pascua, le contemplamos en la alegría de celebrar su resurrección. El amor que él vivió, el amor que él nos enseñó, es el único que puede dar felicidad a los hombres y mujeres de ayer, de hoy y de siempre: “Yo conozco a mis ovejas, y las mías me conocen”. Nuestro pastor es alguien que nos ama a cada uno personalmente, alguien a quien nosotros podemos también amar personalmente. Tan grande es este amor, que El vaya en busca de la oveja perdida. Hay muchas ovejas perdidas y desorientadas que necesitamos buscar y traer de nuevo al rebano del Buen Pastor. Dice también: “Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil”...No se puede ser cristiano sin ser misionero. Cristo es un derecho de todos los hombres. ¡Qué bien entendieron los primeros cristianos la exigencia misionera de la fe! Por eso,los perseguidos en Jerusalén llevan la fe a Samaría. Son como brasas encendidas que, llevadas por el viento del Espíritu, encienden otras hogueras allí donde caen. Esto también tiene que pasar en cada familia, compartiendo la luz de su fe entre todos los miembros u enciendo de nuevo la llama de esta fe en nuestros hogares. ¿Qué hago yo, para ofrecer la fe, mi experiencia creyente a los demás?¿Cómo colaboro en la tarea de evangelización de mi familia, mi comunidad o de mi parroquia? Obrad y rogad al Señor de la mies que envíe muchos operarios a su Iglesia. La oración y la obra por las vocaciones surgen del amor a Dios, a la Iglesia y a los hombres, nuestros hermanos. Queremos que nadie se prive de la riqueza del evangelio y de la fe católica. Encomendamos esta obra sobrehumana a las manos de María, mediadora de todas las gracias. Ella es la primera evangelizadora de nuestra fe. Ella, que es figura de la Iglesia, alienta a sus hijos para entregar la vida al servicio de Jesucristo y la obra de salvación. Porque ella es madre verdadera que se preocupa por todos sus hijos, Madre de la Iglesia, Madre nuestra y madre de todos los creen en su Hijo Jesucristo.

Sunday, April 22, 2012

Tercer Domingo de Pascua, 22 abril 2012

(Hechos 3, 13-15, 17-19; 1 Jn 2, 1-5; Lc 24, 35-48)

La Resurrección del Señor es motivo de mucha alegría para nosotros y para todo el mundo y no solamente un motivo sino que es la verdadera fuente y origen de todas nuestras alegrías y toda alegría que puede experimentar una persona. Por eso la Iglesia nos manda a confesar y tomar la Hostia, a lo menos, una vez por año y durante este tiempo de Pascua. Para recibir los dones y sacramentos de la Resurrección de Cristo para experimentar y compartir esta gran alegría y nueva vida que Dios nuestro Padre nos da por medio de Su Hijo, Jesucristo.

El primer don que Cristo nos da es el perdón y la paz que recibimos en el sacramento de Reconciliación, o que se llama, Penitencia o Confesión. En verdad, este sacramento era el primer don de Su resurrección, cuando se presento entre Su Apóstoles la primera vez y les dijo: "Paz a vosotros, recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. Confesando a nuestros pecados a Cristo resucitado por medio de Su servidor, el sacerdote, nos trae mucha paz, mucha alegría.

Recibiendo el Cuerpo y Sangre de Cristo en la Santa Comunión nos hace compartir en el mismo gozo y alegría de Cristo resucitado como los Apóstoles y nos llena con la nueva vida de Su resurrección. Dice Jesucristo "No tengáis miedo aqui estoy Yo en persona. No os alarmáis! Mirad mis manos y mis pies: soy Yo en persona. Palpadme! Dicho esto les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría y seguían atónitos les dijo: Tenéis algo de comer? Y comió delante de ellos un trozo de pez asado." Cuando recibimos Jesucristo en la Santa Comunión, tocamos, como Santo Tomas, las santas y gloriosas llagas de Jesucristo resucitado en Sus manos y Su costado, Señor mío, y Dios mío y recibimos una derrama de nueva vida de la resurrección que nos sana de nuestras heridas y nos colma de gozo y alegría!

Durante este tiempo de Pascua tenemos un encuentro vivo y maravilloso con Cristo resucitado en Su Divina Palabra cuando la leamos, la escuchemos y la meditemos, como nos dice en e Evangelio de hoy, Cristo les abrió el entendimiento de Su discípulos para comprender las Escrituras. Así estaba escrito: "el Mesías padecerá, resucitara de entre los muertos al tercer día, y en Su nombre se predicara la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto."

Igual a nosotros durante este tiempo de Pascua, cuando leemos y meditamos la Escritura y Palabra de Dios, Cristo mismo nos ilumina nuestro entendimiento por Su Santo Espíritu sobre todo lo que está escrito de Él y nos abra nuestros ojos y nos hace arder nuestros corazones y nos colma de mucho gozo y alegría. Por eso durante este tiempo de Pascua debemos leer y meditar sobre la Palabra de Dios y experimentar este encuentro vivo y maravilloso con Cristo resucitado y compartir y recibir Su gozo, paz y alegría.

Estos son unos de los principales dones que Dios y la Iglesia quieren compartir a todos nosotros y todo el mundo durante este tiempo de pascua. Acerquémonos pues al fuente y origen de toda nuestra alegría, Jesucristo nuestro Señor resucitado y arrepentidos de nuestros pecados, y aprovechémonos de toda la alegría que Dios quiere comunicar y compartir con nosotros y nuestras familias en este ano dedicado a los fieles laicos y su gran papel, vocación y dignidad en la Iglesia de hoy de ser testigos de la resurrección de Cristo y misioneros de la nueva evangelización!

El Señor Obispo nos llama de nuevo en este tiempo a cada uno de vosotros, diciendo en su carta pastoral sobre los fieles laicos:

“Con la ayuda del Señor nos proponemos suscitar y promover una renovada autoconciencia de la vocación, dignidad e identidad de los fieles laicos, así como su pertenencia, corresponsabilidad y contribución original a la misión…y potenciar la misión de los laicos para una nueva evangelización, superando así huellas clericalitas que aun pudieran estar presente en el rostro y practica de la Iglesia…Bien sabemos que “la evangelización de la nueva sociedad se realiza sobre todo por los laicos o no se realizara...Ya desde ahora mismo nos dirigimos a todos y os invitamos a participar con el don, carisma o ministerio que cada uno de vosotros ha recibido del Espíritu Santo en la vida y misión evangelizadora de la Iglesia. Cada vez son más las personas que en nuestras sociedades están necesitadas de una primera evangelización. Esta es la misión más urgente de nuestra Diócesis y de todos nosotros: sacerdotes y consagrados, religiosos y religiosas y seglares. Desde aquí convoco de manera especial a los cristianos laicos a realizar esta labor evangelizadora en estrecha comunión con el Obispo y los sacerdotes, movidos todos por un espíritu verdaderamente misionero.”

Sunday, April 15, 2012

Segundo Domingo de Pascua, 15 abril 2012

(Hechos 4, 32-35; 1Jn 5, 1-6; Jn 20, 19-31)

Para muchos la Semana Santa termine con la muerte de Jesus al día Viernes Santo. Para un campesino al enterrar la semilla en el campo es solo un paso para llegar a la cosecha: esta es la que importa y si se pierde, de nada sirvió sembrar. Igual es Jesús. San Pablo nos dice que si Jesús no hubiese resucitado vana seria nuestra fe. Muchos vienen a celebrar la muerte de Cristo y participar con devoción en las procesiones y vía cruces. Pero menos que una mitad de las mismas personas vienen a celebrar la Resurrección del Señor, que el Señor esta vivo, que ha resucitado, que nos ha derramado nueva vida sobre todos nosotros los bautizados.

Los mismos apóstoles de Jesús se sentían defraudados y el miedo obligaba a cerrar bien las puertas. Les parecía que todo había terminado en la cruz y en la sepultura. Estando las puertas cerradas, se les aparece el Señor resucitado. Sus corazones se transformaron y se llenaron de alegría al ver el Señor y Salvador, vivo!

Si, el Señor ha resucitado, y Su presencia es causa de nuestra alegría, como lo fue en los apóstoles y discípulos al ver a Jesús. Y porque Jesús nos ha dicho:"dichosos los que crean sin haber visto."

Jesús resucitado es nuestra alegría, porque todos hemos quedados marcados por Su resurrección. Es cierto que el mal continua en nuestro alrededor y en nuestro corazón.
Pero Jesús venció el pecado y Su victoria es nuestra victoria y nos ayuda a que también nosotros lo venzamos. La presencia de Jesús resucitado en nuestros corazones es más fuerte que la presencia del mal.

Para ayudarnos a vivir la comunión como Iglesia, el primer don de la resurrección que Cristo nos ha dado es el sacramento de Su paz y reconciliación en la Penitencia y Confesión de nuestros pecados: "Paz a vosotros" dijo Jesús a Sus apóstoles en el evangelio de hoy: "Como el Padre me ha enviado, axial también os envío Yo. Recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos."

Cuando vamos al confesionario y confesar nuestros pecados, tenemos un encuentro vivo con Cristo resucitado que nos perdone nuestros pecados por medio del sacerdote, y nos da la paz. Jesús resucitado es nuestra paz y la causa de nuestra paz: El nos puso en paz con el Padre; El nos ayuda a vivir en paz con los demás y a vivir en paz con nosotros mismos. Y nos manda a perdonar a los demas y traerles la paz.

Por el perdón de nuestros pecados nos hace vivir en una verdadera comunión con Dios y con los unos a los otros como vivía la primera comunidad Cristiana. Vivian en paz, alegría y amor, hasta que todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía.

Esta es la comunión que siempre tenemos que vivir como familiar de Dios e Iglesia de Jesucristo y la resurrección de Cristo y el perdón de nuestros pecados nos hacen vivir así como verdadera comunidad!

En este ano de los laicos y promoción de la vocación de los laicos, el Señor Obispo Francisco nos anima a vivir esta comunión en nuestras parroquias.

Sobre el sacerdote, dice el Obispo: "El sacerdote es servidor de la Iglesia comunión, porque unido al Obispo y a los demás sacerdotes en el presbiterio, el construye la unidad de la comunidad eclesial en la armonía de las diversas vocaciones, carismas y servicios. Vela por la comunión eclesial y que sea real y autentica...y promueve y preside en nombre de Cristo sobre esta comunión entre los fieles cristianos bajo su cuidado pastoral.

Sobre el laico y comunión, dice el Obispo: "teniendo en cuenta que los carismas, ministerios, los encargos y los servicios del fiel laico existen en la comunión y para la comunión y que son riquezas que se complementan entre si a favor de todos; Os ruego a vosotros queridos hermanos laicos, que no os encerréis en vosotros mismos, que no viváis de espaldas unos a otros en la comunidad cristiana, que no os aisléis espiritualmente de la comunidad....vivid y trabajad en comunión....mantened siempre un autentico sentido de fraternidad, en el gozo de una igual dignidad. Empeñaos, sostenidos por la gracia divina y el aliento de los demás, en hacer fructificar el don, carisma gracia que el Espíritu Santo os haya dado para común utilidad y para la edificación de la Iglesia de la parroquia"

Hay mucho mas que el Obispo nos dice sobre la participación y corresponsabilidad de los laicos y seglares en la Iglesia. Estas son solamente unas pocas de sus palabras. Durante este tiempo de pascua, le damos gracias al Señor por la comunión que haya entre los miembros de nuestra comunidad cristiana y recemos y obremos para mejorarla y profundizarla más y más entre todos los miembros, para la edificación de la Iglesia y la parroquia.

Saturday, April 7, 2012

Domingo de Pascua, 8 abril 2012

(Gen 22, 1-18; Is 54, 5-14; Ez 36, 16-28; Rom 6, 3-11; Mc 16, 1-7)

Hemos llegado hermanos y hermanas el momento culminante de la Semana Santa y de La Pascua del Señor- La celebración de la Resurrección de nuestro Salvador: Cristo ha resucitado de entre los muertos!

Hemos pasado y recorrido con Jesus y María el camino doloroso durante esta Semana Santa. Hemos sentido el peso de la cruz cargando las imagines de Jesús el Nazareno y Su Madre Dolorosa, celebrando la Via Cruces y las mismas estaciones que pasaron Jesús y María, hasta la humillación de la trágica muerte de Jesús en la Cruz. Hemos sentido un poco de los dolores de Jesús y María, sus penas, sufrimientos, rechazos injusticias y los odios, rencores y la maldad de los hombres. Hemos contemplado a Jesucristo cargando nuestros pecados y en Su cuerpo clavándolos en la cruz. Hemos reconocido que nuestros pecados fueron la causa del sufrimiento y la muerte de Cristo nuestro Señor.

Confesamos y arrepentimos con dolor de todos nuestros pecados y de lo que hemos hecho contra Dios y contra Su Hijo Jesucristo, contra nuestro prójimo y contra nosotros mismos por la falta de vivir nuestra fe, por la falta de amar a Dios de todo corazón y amor a nuestro prójimo. Y con la ayuda de Dios y por la victoria de Cristo resucitado, comprometimos a vivir por el poder y la nueva vida que Cristo gano por Su resurrección y que nos comunica por medio del bautismo y los sacramentos. Comprometimos a vivir como verdaderos hijos de Dios y hermanos y hermanas de Cristo y hermanos de los unos a los otros en la vocación que Dios nos ha dado para seguir en los mismos pasos de Su Hijo Jesucristo, imitándolo como discípulos Suyos y verdaderos servidores de los unos a los otros.

Hermanos y hermanas, Cristo ha resucitado y ha vencido toda injusticia, todo odio, todo rencor, todo pecado y toda maldad y nos ha comunicado Su luz y paz, Su gozo y alegría para que viviéramos con El esta vida nueva de Su resurrección, lavados por Su Sangre y las aguas del bautismo y comprometidos a vivir como hombres y mujeres nuevos y renovados en Su amor y Su Espíritu Santo y fortalecidos y iluminados con la luz y gracia de Su presencia en los sacramentos especialmente en la Eucaristía.

Como hemos recordado y celebrado la pasión y la muerte de Jesucristo durante esta Semana Santa, nosotros ahora, comenzamos en este día a recordar y celebrar la resurrección del Señor con la paz, luz y gozo de Cristo resucitado, venciendo en nosotros mismos el poder del pecado y de la tiniebla y caminando por la luz de Cristo y por Su gran amor, reconociendo y celebrando todas las maneras que El esta vivo y presente entre nosotros en nuestras almas y corazones, en nuestras familias y comunidad, en nuestra parroquia y Iglesia.

"Tanto amo Dios al mundo que entrego Su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en El sino que tengan vida eterna." Tanto amo Dios al mundo que también nos ha dado pruebas de Su amor y presencia entre nosotros para que realicemos el destino que El nos ha preparado para nuestra felicidad y gloria eternas. Con gratitud, reverencia, devoción y amor, recordamos en este tiempo el gran misterio del la Pascua del Señor, Su pasión, muerte en la cruz y gloriosa resurrección. Jesús antes de entrar en Su pasión y muerte, reunió con Sus discípulos para celebrar la Cena de la Pascua y nos ha dejado esta Cena para recordar y celebrar continuamente Su Muerte y Resurrección: “Hagan todo esto en Memoria Mía,” dice el Señor Cada vez que celebramos la Cena del Señor, la Eucaristía, recordamos y celebramos la muerte del Señor y su poder y victoria sobre todo pecado y toda maldad, hasta que venga de nuevo en toda Su gloria y majestad.

La gran prueba de la presencia del Señor entre nosotros es la celebración de la Eucaristía. La consagración del pan y vino y la separación del Cuerpo y Sangre del Cristo sobre el altar significan la muerte del Salvador, una muerte que nos ha salvado. Este es el gran valor, importancia y significado de la Santa Misa. Estamos cumpliendo las palabras y mandato de Jesucristo: "Hagan todo esto en memoria Mía."

Dios nos ha amado tanto que nos ha dejado que en los sacramentos y en cada Santa Misa tengamos un encuentro vivo con Cristo resucitado: En la comunidad que se reúne (donde hay dos o tres reunido en mi nombre aquí estoy Yo, dice el Señor. Un encuentro vivo con Cristo resucitado en la Palabra de Dios cuando la leemos y la meditamos. Un encuentro vivo con Cristo resucitado el la Eucaristía, Su Cuerpo y Sangre gloriosos, cuando lo recibimos en la Comunión. Un encuentro vivo con Cristo resucitado en el sacramento de la Penitencia, cuando confesamos nuestros pecados y recibimos Su perdón y misericordia. Que pruebas de Su amor y presencia entre nosotros!

Con estos encuentros vivos con el Señor resucitado, la Iglesia nos hace recordar y celebrar continuamente la Pascua del Senor, Su muerte y gloriosa resurrección y crecer en la nueva vida que El nos ha ganado por medio de este gran misterio. Por medio de estos encuentros vivos, Dios nos colma de Su paz y de Su luz, de Su gozo y de Su amor, nos proteja de todo mal y nos adelanta en nuestras vidas y la vida de nuestra familia con toda clase de bendiciones! Felice Pascua!

Semana Santa, Viernes Santo, 6 abril 2012

(Is 52, 13-53, 12; Heb 4, 14-16, 5, 7-9; Jn 18,1-19,42)

"Tanto amo Dios al mundo, que entrego Su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna," dice la segunda lectura

Cuando miramos a Cristo en la cruz, miramos la grandeza del amor de Dios que se sacrifico para rescatarnos y perdonarnos de nuestros pecados, reconciliarnos con El y por Sus santas llagas curar las heridas de nuestras vidas causadas por el pecado. "Por Sus santas llagas fuimos curados," dice San Pedro. Cuando miramos a Jesucristo en la cruz y creemos que El murió por nosotros y resucito, somos salvados y tengamos la esperanza de vida eterna.

Cristo muriendo en la Cruz es la señal de nuestra fe y vida cristiana! Somos marcados con la señal de la cruz desde nuestro Bautismo. Fuimos señalados como niños en el Bautismo con la señal de la cruz por el sacerdote, por nuestros padres y por nuestros padrinos, aquí en nuestra frente, para indicar que fuimos salvados y rescatados por la muerte de Cristo en la cruz. Y cada vez que persignamos con la señal de la cruz recordamos esta gran obra de Cristo y hacemos una profesión pública de nuestra fe en El. La señal de la cruz más antigua es muy impresionante sobre esta señal de nuestra fe Católica porque señalamos con la cruz no solamente nuestra frente, señalamos también nuestros labios, nuestro corazón y todo nuestro cuerpo. Así rezamos: " + Por la señal de la santa cruz, + de nuestros enemigos + librarnos Señor, Dios nuestro, + en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo."

Hoy Viernes Santo, recordamos el gran sufrimiento y muerte en la cruz de Jesucristo nuestro Señor con gran dolor de nuestros pecados y profunda gratitud por lo que El hizo por nuestra salvación. Y pedimos la gracia de unirnos y nuestros sufrimientos con Cristo y comprender y vivir este misterio pascual en nuestra vida diaria, muriendo al pecado, y a nosotros mismos y nuestro egoísmo, y resucitando y viviendo la nueva vida de hombres y mujeres de fe y amor de Dios. No como hombres viejos, pero hombres nuevos llenos del mismo Espíritu de Cristo!

Para vivir así, tenemos contemplar continuamente y penetrar el misterio de la cruz y el secreto del sufrimiento y de la muerte de Jesucristo nuestro Señor. Porque en el desierto, cuando Moisés levanto el estandarte del serpiente de bronce para que lo miren los Israelitas y se sanen, la causa de su enfermedad y muerte, la mordida de los serpientes venenosos, fue convertido en un instrumento de salud y sanación.

Lo mismo con la muerte de Cristo en la cruz. Fue convertida en un instrumento de vida, salud, salvación, victoria, por los que la miran con fe. No solamente la muerte de Cristo, sino que todo Su sufrimiento, por un milagro del poder de Dios, fue convertido a un instrumento que nos da la vida. "Por Sus santas llagas y heridas fuimos curados" dice San Pedro y también, San Pablo: "En cuanto a mi, nunca me gloriare sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, quien al mundo esta crucificado para mi y yo para el mundo." (Gal. 6, 14)

Este es el secreto del misterio de la muerte y sacrificio de Cristo en la Cruz - victoria sobre la muerte, vida y felicidad eternas, nueva vida, salud del cuerpo y alma, como manifestó Cristo en Sus milagros, curando los enfermos, perdonando los pecadores, echando a los demonios, restaurando la imagen de Dios en cada persona destruida por el pecado, haciéndoles a todos nuevas criaturas y dándoles la vida eterna. Todo sufrimiento es elevado en el misterio de Cristo en la cruz y transformado en un instrumento que nos da nueva vida y vida eterna - que maravilla y gracia del amor de Dios nuestro Padre y Su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo a todos nosotros! No la podemos merecer, ni somos dignos de merecerla, ni podemos por nuestras obras. Es un don de Dios. Un don de Su amor misericordioso completamente gratis!

"Estais salvados por Su inmensa gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino es un don de Dios y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.... pues somos obra Suya. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que El nos asigno para que las practicásemos."

La Semana Santa es nuestro tiempo de gracia para unirnos con la Virgen Madre Dolorosa en contemplar el gran misterio del sufrimiento y muerte de su Hijo Jesucristo y por medio de nuestra participación y compartir en este misterio, experimentar el poder de Su victoria sobre el pecado y la nueva vida de Su resurrección, ahora mismo, y llegar a participar un día en la plenitud de su gloria y felicidad eternas!

Thursday, April 5, 2012

Holy Week, Jueves Santo, 5 abril 2012

(Ex 12, 1-8, 11-14; Cor 11. 23-26; Jn 13, 1-15)

Durante esta Semana Santa celebramos los grandes misterios de la vida de nuestro Señor Jesucristo, Su pasión, muerte y gloriosa resurrección. Lo que celebramos más es el don más grande que Dios nos ha dado a nosotros: el don de Su propio Hijo Jesucristo, Su vida, el Sacramento de Su Cuerpo y Sangre, Su amor, para nuestra felicidad y vida eterna.

Y esto es lo que celebramos hoy, esta tarde, en este día de Jueves Santo - la Cena del Señor, el sacrificio y banquete de la Eucaristía, en la cual Cristo se nos da como nuestro alimento y vida eterna.

Tenemos responder dignamente, a este don tan maravilloso y grande, de la profundidad y gratitud de todo nuestro corazón, respondiendo a Dios en ofrecerle el don de nuestras propias vidas, nuestro tiempo, nuestra oración, nuestro entrar en una profunda comunión de amor y amistad con Su Hijo Jesucristo, quien sufrió, murió y resucito de entre los muertos

Este es lo que Dios desea en esta memoria y celebración de La Pascua del Señor que El mismo ha iniciado y comenzado Jueves Santo en una nueva alianza sellada en la Sangre de Cristo y por el sacrificio de Su Cuerpo en la cruz que celebramos en la Eucaristía. No es un mero rito o ceremonia, sino que un encuentro con Cristo vivo y resucitado, en Su amor y amistad,. Un encuentro de personas. Un encuentro que nos da paz y humildad, luz y alegría, un corazón nuevo y un motivo fuerte y gozoso de ofrecer libremente y continuamente, culto a Dios en espíritu y en verdad.

Este es lo que significa la Eucaristía. Este es nuestro culto en espíritu y verdad en la Santa Misa. Esto es lo que Cristo estaba realizando entre Sus discípulos y apostoles.en la Ultima Cena, dándoles un ejemplo de humildad y servicio, uniéndoles en Su amor y amistad, protegiéndoles y esforzándoles por el pan de Su Palabra y Eucaristía contra las asechanzas y tentaciones del enemigo y del mundo.

Y cuando no venimos a la Misa y a la Eucaristía, esto es lo que evitamos. No estamos evitando un rito, una regla, una ceremonia, estamos evitando y rechazando la mano de amistad y amor que Cristo esta extendiendo a todos los hombres y todas las mujeres que esta llamando a ser Sus discípulos y seguidores y formar parte de Su comunidad y familia en la Iglesia.

La Eucaristía significa "acción de gracias". Cuando celebramos la Santa Misa, ofrecemos por medio de Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, como comunidad, como una persona, como una parroquia, nuestra acción de gracias por este inefable don de Dios, el Don de la vida de Cristo, Su Cuerpo y Sangre, Su amor, Su sacrificio y muerte en la Cruz, Su entrega total para nuestra redención y salvación, ofrecemos nuestro culto de espíritu y de verdad con un corazón gozoso y agradecido por todo lo que hemos recibido por la mano poderosa y generosa de Dios nuestro Padre por nosotros y por nuestra familia.


Los cristianos no podemos vivir sin celebrar la Pascua de Señor, sin hacer memoria de ella, sin participar en la Eucaristía, sin recibir el Cuerpo y Sangre del Señor resucitado. Nuestra fe languidece y se va muriendo si no celebramos la Eucaristía. Cuantas personas cristianas van perdiendo la fe y su sentido de pertenencia a la Iglesia por no participar en la Eucaristía. La Cena Pascual de Cristo se convierte en la cena pascual de los cristianos. El gesto de Jesús no es un rito vacío o un símbolo romántico para recordarlo una vez al ano en la liturgia. Es un testimonio que compromete. Un sacramento de encuentro con Cristo! "Haced lo mismo que Yo he hecho", nos dice el Señor: lavar a los pies a los demás, entregarse y donación total en servicio amoroso a los demás, ser grano de trigo enterrado para que germine en fruto de vida y de resurrección, alentar, animar y alimentar a los demás y llevar la amistad y amor de Cristo a todas las personas y a un encuentro gozoso con Cristo.

Porque desde este templo, desde nuestro culto en el espíritu y verdad, desde esta Santa Misa somos nosotros enviados a ser el Cuerpo de Cristo en el mundo de hoy, vivir la Eucaristía, ser el Pan consagrado, bendecido, partido y dado a los demás por su sustento, fortaleza y su vida eterna.

Sunday, April 1, 2012

Domingo de Ramos, 1 abril 2012

(Is 50, 4-7; Fil 2, -11; Mt 26, 14-27; 27, 11-54)

Hoy comenzamos la celebración de la semana más importante del año, la Semana Santa. Es una semana llena de solemnidad, misterio, dolor, muerte, gozo y vida. Durante veinte siglos, venimos recordando, año tras año, la pasión, muerte y gloriosa resurrección de Jesucristo nuestro Señor

Hermanos, que es lo que celebramos en la Semana Santo? Conmemoramos un misterio el misterio de Dios que acepto la condición humana hasta las últimas consecuencias. Si en Navidad no comprendimos lo que significaba un Dios hecho hombre, en estos días santos podremos entender profundamente que Cristo se despojo de lo que era suyo para aceptar la condición del hombre-esclavo. Nació, vivió y sufrió como un hombre. Obedeció y se humillo hasta morir en la cruz. Así es como vemos a Cristo en la Semana Santa. Vivió la vida que viven los hombres. Nació pobre, se sometió a sus padres, cuando joven tuvo ideales y sueños, trabajo y sirvió como artesano. Después fue profeta, tuvo un mensaje de amor y de justicia, fue querido y odiado, alabado y despreciado. Vivió el calendario de Sus días con fidelidad a la voluntad de Su Padre. Murió joven. Muerte trágica y prematura. Murió como esclavo en la cruz.

Lo que vamos a recordar son los últimos días de la vida de Jesús, el final de Su misión de Mesías-Salvador, cuando ofreció Su vida por cada hombre, la prueba del mas grande amor en la historia. La Semana Santo es una semana de misterio y de dolor, pero termina con un grito de júbilo y vida: El Señor resucito!

Hemos leído la pasión y muerte del Señor. Es la parte de la vida de Jesús que los evangelistas narran, larga y detalladamente porque sabían que era la culminación de la historia de salvación. Ante la pasión y muerte del Señor hemos de volver a hacernos las mismas importantes preguntas: Porque Cristo decidió amarme con un amor que le llevo a la Cruz? Porque Cristo me trata como si no fuera culpable y me brinda Su vida? Y hemos de tratar de encontrar las respuestas a esas preguntas en lo más íntimo de nuestro corazón.
La Semana Santa nos llama a reflexionar, meditar y rezar. San Pablo nos invita a tener la misma actitud de Jesucristo: vivir y morir para Dios y vivir y morir para dar vida a los demás. Este es, hermanos, el sentido profundo de la Eucaristía en la Santa Misa: si el grano de trigo no muere, no produce fruto.

La Eucaristía en la Santa Misa es la Semana Santa resumida: proclamamos la muerte y sacrificio de Jesús en la cruz y cada vez lo recibimos en la Santa Comunión, este don del Cuerpo y Sangre de Cristo resucitado es promesa de resurrección para todos nosotros.