Friday, December 28, 2012

La Solemnidad de La Sagrada Familia, 30 diciembre 2012

HOMILÍA SAGRADA FAMILIA DE NAZARET – 2012 CICLO “C” Estamos llegando al final del año 2012 Dios nos ha regalado este año. Es el momento de agradecer a Dios esta gracia Es el momento propicio para recoger como en un ramillete todo este año con el fin de ofrecérselo al Padre por Cristo en el Espíritu. Es el momento de pedir a Dios perdón de nuestras faltas, pecados… Es el momento de salir de nosotros mismos, de iniciar el camino de vuelta hacia el Señor y de entrar en la Casa del Padre, como el hijo pródigo Es el momento de hacer una revisión de nosotros mismos a la luz de los mandamientos de la ley de Dios, de las bienaventuranzas de Jesús, del precepto del amor… Es el momento de hacer una buena confesión de nuestros pecados en el sacramento de la reconciliación… Es el momento de hacer unos buenos propósitos a la luz del Evangelio del Señor de cara al año nuevo que llega Es el momento para re-iniciar el seguimiento de Jesús con nuevo ilusión por la senda de las bienaventuranzas… No estamos solos en la vida… El Señor nos acompaña siempre… ¡Padre!, haz de mí lo que quieras… Tomad, Señor, y recibid toda mi voluntad, mi memoria… 1.- Las Lecturas * Libro del Eclesiástico 3,2-6.12-14. Quien honra a sus padres recibirá la bendición de Dios y su oración será escuchada por Dios. ¡Hijo!, cuida de tus padres siempre, atiende a tus padres en su ancianidad, no los abandones ni les causes tristezas mientras vivan. * Salmo Responsorial 127. La herencia que da el Señor son los hijos. Acoged y acompañad a vuestros hijos con profundo amor y respeto ya que son don y regalo del Señor para los padres. * Carta de san Pablo a los Colosenses 3,12-21. Como elegidos y amados de Dios, revestíos de entrañas de misericordia, de bondad, de paciencia, de mansedumbre, y perdonaos unos a otros como el Señor os perdonó a vosotros. De este modo podemos vivir en familia como verdaderos hermanos bajo la mirada amorosa y benevolente de Dios. * Evangelio según san Lucas 2,41-52. Jesús bajó con ellos a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba todas las cosas en su corazón. Jesús crecía en edad, sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres. Que crezcamos nosotros como Jesús 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Unos textos para la reflexión “La familia cristiana, cuyo origen está en el matrimonio -que es imagen y participación de la alianza de amor entre Cristo y la Iglesia- manifestará a todos la presencia viva del Salvador en el mundo y la auténtica naturaleza de la Iglesia, ya por el amor de los esposos, la generosa fecundidad, unidad y fidelidad, ya por la cooperación amorosa de todos sus miembros (GS 48). “La familia es escuela del más rico humanismo. Para que pueda lograr la plenitud de su vida y misión, se requiere un clima de benévola comunicación y unión de propósitos entre los cónyuges y una cuidadosa cooperación de los padres en la educación de los hijos” (GS 52). 2.2.- La familia, manantial de amor y de vida La familia es el manantial y la fuente de la vida. Que bien lo expresa el salmo: “tus hijos, como renuevos de olivo en torno a tu mesa”. Una maravilla que todos debemos cuidar, proteger. Es una inmensa tristeza la familia que voluntaria y conscientemente se niega y se cierra a ser fuente de vida llegando de este modo a ser estéril, infecunda… Los hijos son la mejor y más maravillosa corona que los padres pueden ceñir a lo largo de sus vidas, especialmente en su ancianidad. Es verdad que los padres necesitan cosas, servicios…como todos nosotros; pero no olvidemos nunca que lo que ellos más necesitan en su ancianidad es estar acompañados con ternura y respeto, ser escuchados con amor y atención, estar rodeados de quienes más los quieren… 2.3.- La familia y la vida humana El beato Juan Pablo II afirmó que “la inviolabilidad de la persona, reflejo de la absoluta inviolabilidad del mismo Dios, encuentra su primera y fundamental expresión en la inviolabilidad de la vida humana…El titular del derecho a la vida es el ser humano, en cada fase de su desarrollo, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural; y cualquiera que sea su condición, ya sea de salud o de enfermedad, de integridad física o de minusvalidez, de riqueza o de miseria” (cf. GS 27) (ChFL 38). A la luz de estas enseñanzas, con el Magisterio de la Iglesia rechazamos el aborto, la eutanasia, el suicidio deliberado, la destrucción de embriones, la violencia, la tortura, moral o física, cuanto ofende a la dignidad humana…”Todas estas prácticas y otra parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador” (GS 27). Nunca olvidemos que la vida del hombre es don de Dios y de este señorío divino se derivan la sacralidad e inviolabilidad de la vida humana. Decimos también que la vida humana es el primer derecho natural que tiene el ser humano y debe ser respetado en todo tiempo y circunstancia en que se encuentre esta vida humana. Por eso hemos de seguir impulsando la “cultura de la vida” ante todo signo o práctica de la “cultura de la muerte” (cf. ChFL 38). Os invito a los esposos, a los padres, a las familias, a los educadores, a todos, a asumir y realizar con la ayuda de la divina gracia y con la colaboración de todos el compromiso de: * Anunciar el Evangelio de la vida, * Celebrar el Evangelio de la vida, y * Servir al Evangelio de la vida. Magnífico programa de acción evangelizadora al servicio de la vida humana en estos tiempos nuestros en que se promueven tantas agresiones a la vida concebida y no nacida y a la vida humana ya nacida. No dejemos desprotegida la vida humana en cualquier circunstancia en que se encuentre. 2.4.- La Familia transmisora de la fe y de los valores La familia es también lugar de transmisión de la fe. Los padres cristianos tienen el deber de educar en cristiano a sus hijos e hijas; tienen la obligación de transmitirles la fe; tienen el deber de sembrar en los surcos de su conciencia las semillas de los valores morales del evangelio, y cuidar esta siembra. “La familia camina con sus hijos en esos momentos importantes -niñez, adolescencia, juventud…- en los que se va fraguando su madurez y porvenir” (Subcomisión Episcopal de la Familia. Nota. Jornada de la Sagrada Familia). En la actualidad hay hogares cristianos que están dejando de ser transmisores de la fe, ya que algunos padres no son ya los catequistas de sus hijos. En estos casos, los niños crecen sin haber sido iniciados en la experiencia de Dios por lo que no saben rezar y no rezan. Es necesario que los hogares cristianos sean de verdad lugares donde los padres transmitan la fe a sus hijos con la palabra, con el testimonio de sus vidas…”La familia es el ámbito natural donde es acogida la fe y la que va a contribuir de una manera muy especial a su crecimiento y desarrollo. En ella sea dan los primeros pasos de la educación temprana de la fe y los hijos aprenden las primeras oraciones….También los hijos experimentan el amor a la Virgen, a Jesucristo, y es donde por primera vez oyen hablar de Dios y aprenden a quererlo viendo el testimonio de sus padres (…) Así, la familia es el “lugar privilegiado donde se realiza la unión de “la fe que se piensa con “la vida que se vive” a partir del despertar religioso” (Subcomisión… Ibid.) ¡Queridos padres! Os ruego e invito a que seáis “los catequistas familiares” que participen en las catequesis de la Parroquia… No renunciéis a esta tarea educativa y catequética tan hermosa y tan necesaria siempre de vuestros hijos, ni la olvidéis. Bien sabéis que sois los primeros responsables de la educación integral de vuestros hijos. La familia es escuela de rico humanismo. Educad a vuestros hijos en la paz y en la honestidad, en la verdad y el respeto, en la solidaridad y en la honradez, en la justicia y la responsabilidad. Ayudad a vuestros hijos a que sean de verdad hijos de Dios, hermanos de todos y servidores de los más necesitados. 3.- Participemos en la Eucaristía Como Elías, necesitamos el pan para el camino. Bien preparada nuestra alma recibamos al Señor. Él es el pan de los fuertes. No demos la espalda a este pan de vida eterna. “El que come de este pan vivirá para siempre”. 4.- Id al mundo y haced discípulos míos a todos Sed mis testigos en medio de los hombres. Sed profetas de Dios en la secularidad Mantened viva la memoria de Dios en la humanidad. Renovad las familias como comunidades de vida y de amor Orad por las vocaciones sacerdotales, religiosas, misioneras, contemplativas… Terminamos. Unidos en la plegaria. Cáceres. 27 de diciembre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

Monday, December 24, 2012

La Navidad, 25 diciembre 2012

HOMILÍA EN LA NATIVIDAD DE JESUCRISTO – 2012 CICLO “C” “Fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús” (Heb.12,2), celebremos la Navidad del Señor. “Señor, auméntanos la fe” (Lc.17,5) para permanecer siempre a tu lado y servirte en los necesitados. “Mostramos ante todo nuestra especial cercanía a las personas afectadas por esta crisis (…) Personas que cada día van engrosando dolorosamente las cifras de la pobreza en nuestra región y a las que es preciso acompañar en su angustia, darles esperanza y de, alguna forma, hacerles ver que no están solas” (Comunicado de los obispos de la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz, “Ante la crisis”; noviembre, 2012). 1.- Las Lecturas (Misa de medianoche) * Profeta Isaías 9,2-7.Un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado. Las palabras de Isaías hoy se han cumplido: la Virgen María nos ha dado a su Hijo Jesús a quien ella concibió por obra del Espíritu Santo. * Salmo Responsorial * Carta de san Pablo a Tito 2,11-14. Se ha manifestado ya la gracia salvadora de Dios a todos los hombres. Por eso una inmensa alegría recorre la tierra entera e inunda el corazón de todos. * Evangelio según san Lucas 2,1-14. “María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada”. Vayamos a Belén a adorar al Niño y a ofrecerle lo mejor de nosotros. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Jesús nació en Belén Se cumplieron las profecías del Antiguo Testamento. La espera llegó a su término. La esperanza terminó al llegar el Salvador y el Redentor de la humanidad. Jesucristo. “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn.1,14). Con estas palabras san Juan presenta el misterio de la Encarnación y del Nacimiento de Jesús. Dios abraza a la humanidad y en ella a todos y a cada uno de nosotros, también a ti. Es un abrazo de paz, de amor, de misericordia, de perdón, de vida, de gracia…Dejémonos abrazar por Dios. Ya no estamos solos en el mundo. Cristo está con todos Ya no vamos por la vida sin rumbo. Cristo es el camino Ya no somos extraños unos a los otros. Cristo nos hermana Ya nos estamos lejos de Dios. Cristo nos hace hijos de Dios Ya no estamos bajo la esclavitud del pecado. Cristo nos redime Acojamos al Señor Gracias, Señor, porque has venido a nuestro mundo Gracias, Señor, porque nos amas y nos perdonas Gracias, Señor, porque nos das la paz verdadera Gracias, Señor, porque nos concedes la fuerza para caminar Gracias, Señor, porque nos esperas siempre Contemplemos el misterio del Nacimiento de Jesús. Jesús nació en humildad, pobreza y sencillez. No había sitio para ellos en la posada. No lo olvidemos nunca. Jesús escogió la pobreza para entrar en este mundo. 2.2.- Vayamos a Belén “Encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Fueron corriendo y encontraron a María, a José y al Niño acostado en el pesebre”. Acojamos el anuncio del Ángel que nos dice también a nosotros: “hoy os ha nacido el Salvador, el Señor. Venid y lo veréis”. No nos mostremos indiferentes ante el anuncio del nacimiento de Jesús. Abramos el corazón a este anuncio que llega a nosotros hoy y aquí, y acojámoslo con gratitud y amor. Vayamos a Belén a ver al Niño que ha nacido. En nuestro mundo actual, Jesús está presente en la Eucaristía, en su Palabra, en los pobres y enfermos, en la comunidad de sus discípulos. ¿Qué nos pide Jesús a cada uno de nosotros? ¿Estamos dispuestos a dárselo como nuestra mejor ofrenda? ¿Descubrimos a Jesús en el necesitado, en el enfermo, en el emigrante, en el marginado? ¿Compartimos nuestros bienes -aunque sean pocos y pequeños- con los que nada tienen? 2.3.- ¿Qué le vamos a ofrecer al Niño Jesús? Sabemos todos que la mejor ofrenda que podemos llevarle y ofrecerle al Niño Jesús no son cosas, sino nuestra propia persona. Nos lo dijo San Pablo: “ofreced vuestros cuerpos -personas- a Dios como ofrenda agradable y santa”. Ofrezcamos al Niño Jesús lo mejor de nosotros mismos, lo mejor que tenemos. Por eso, te decimos hoy mismo: “Señor, dígnate aceptar y acoger con benevolencia nuestra humilde ofrenda que es nuestra persona con sus luces y sombras, con sus virtudes y defectos, con sus deseos de ser bueno y santo… Tú sabes, Señor, que te queremos y te amamos con toda nuestra alma. ¡Acógenos, Señor, en tus manos misericordiosas y compasivas! Ofrezcámosle lo mejor que somos y tenemos al Niño Jesús. Recordemos las palabras de san Pablo: “¿qué tienes que nos hayas recibido? Y si lo has recibido ¿por qué te glorías como si fuera tuyo?”. No olvidemos que “todo es don y gracia de Dios” (San Agustín). Y estos dones de Dios se convierten en nuestras manos en tareas que debemos realizar. Por eso debemos ofrecer al Señor esos dones con los frutos que han producido en nosotros… Tomad, Señor, y recibid mi persona, mi vida, mis obras… 2.4.- ¡Que el Niño Jesús nazca en todos! Este es nuestro mejor deseo y nuestra mejor felicitación navideña: ¡Que el Niño Jesús nazca en todos. • En cada uno de vosotros que recibís la homilía • En los matrimonios, • En las familias, • En la sociedad… • En todos los seres humanos • En el mundo Colaboremos con nuestra oración, con nuestra palabra, con el testimonio de nuestra vida a que Jesús nazca y sea acogido por todos y por todas…Que nadie cierre las puertas de su corazón a Jesús que llama a nuestra puerta siempre… Dejémonos amar por el Niño Jesús que nos tiende sus manos. Un día nos dirá: “venid a Mí los que estáis cansados y agobiados. Yo os aliviaré!”. En momentos de agobio, de enfermedad, de sufrimiento…acerquémonos al Señor que nos acogerá y aliviará. Cristo nos dará un corazón compasivo y misericordioso para que estemos cerca del que sufre y del que llora compartiendo sus dolores, dándole esperanza y ayudándole a superar esas situaciones dolores… ¡Señor! Renuévanos y haz de nosotros “el hombre y la mujer nuevos” con la novedad del Bautismo y del Espíritu Santo. De este modo caminaremos hacia la santidad y podremos ser así los nuevos evangelizadores de la nueva evangelización de la que ten necesitado está nuestro mundo, nuestra sociedad…. ¡Señor! Haz de nosotros instrumentos de tu paz en un mundo necesitado de concordia, de perdón. Ayúdanos a tender puentes de encuentro entre todos los seres humanos. No construyamos nunca muros que nos separen…No vivamos nunca de espaldas unos a otros. Guardemos en nuestra alma su mirada, su sonrisa, su amor. Como María, guardemos en nuestro corazón su palabra y meditémosla. De este modo, nuestra alma será digna morada donde habiten el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. 2.5.- Compartamos nuestros bienes con los necesitados “Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir”. No nos dejemos llevar por la codicia y la avaricia. Necesitamos poco para vivir y ser felices. “Trabaja para que este mundo sea más justo, más fraterno…”No entreguemos el mundo a la avaricia, a la codicia, a la injusticia. Desprendámonos de nuestras rivalidades y seamos respetuosos con todos. El insulto y la descalificación de los demás hacen daño a todos: al que los practica y al que los recibe. Recordemos lo que dijo Jesús: “Tuve hambre y ME distéis de comer…” y actuemos en consecuencia.. Llevemos en adelante una vida sobria, honrada y religiosa. Este es el mensaje para el cristiano. 3.- La Eucaristía Participemos con gozo y alegría en la Eucaristía. Jesucristo está presente real, verdadera y sustancialmente Jesucristo. Participemos en ella bien dispuesto y limpio de pecado nuestro corazón. Oremos por las vocaciones sacerdotales para que en todos los pueblos y naciones del mundo se celebre la Eucaristía, memorial sacramental de la muerte y de la resurrección de Jesucristo. 4.- La Misión Anunciemos a todos los hombres que ha nacido Jesucristo, el Salvador de la humanidad. Él nos trae la paz de Dios para que la construyamos en el corazón, en las familias, en el mundo, Él nos trae el amor de Dios, para que edifiquemos la civilización del amor en el mundo. Él nos trae el perdón de Dios para que lo acojamos en el alma y en el sacramento del perdón y lo testimoniemos y compartamos con los demás. Él nos trae la vida de Dios para que la defendamos en todo momento y en toda circunstancia en que se encuentre, desde el seno de la madre hasta el fin natural de la misma. Él nos trae el pan de Dios (“Belén” significa “casa de pan”) para que lo compartamos con los pobres y necesitados. Feliz y Santa Navidad para todos, de manera especial para los enfermos, los desvalidos, los necesitados. Terminamos. Unidos en la plegaria Cáceres. 22 de diciembre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

IV Domingo de Advient, 23 diciembre 2012

HOMILÍA IV DOMINGO DE ADVIENTO – 2012 CICLO “C” 1.- Las Lecturas * Profeta Miqueas 5,1-4. De ti saldrá el Jefe de mi Pueblo Israel. Abramos el corazón a la venida del Mesías y Salvador de la humanidad. Está ya cerca de todos, también de ti. * Salmo Responsorial 79. ¡Oh Dios, restáuranos que brille tu rostro y nos salve! Muéstranos tu misericordia y damos tu salvación. Te estamos esperando. Señor. * Carta a los Hebreos 10,5-10. Aquí estoy para hacer tu voluntad. Así se presenta el Hijo de Dios hecho hombre: en actitud de obediencia ante el Padre y en actitud de servicio ante la humanidad. * Evangelio según san Lucas 1,39-45. “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” Como Santa Isabel, también nosotros debemos agradecer a la Stma. Virgen María el regalo que nos hace de su Hijo. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Te estamos esperando, ¡Señor! Con las velas encendidas de la fe, de la esperanza y de la caridad salgamos al encuentro del Señor. Avivemos nuestra esperanza y nuestra espera del Señor. Pongamos nuestra esperanza y nuestro corazón en el Señor. No nos dejemos avasallar por las cosas; no demos nuestro corazón a lo que es pasajero y efímero ya que esto nunca llena el alma ni da la felicidad .No nos equivoquemos. Fortalezcamos nuestra fe en esta Navidad del Año de la Fe. El Santo Padre nos invita a fortalecer nuestra propia fe para evitar la rutina y nos urge a colaborar en la transmisión de la fe a quienes no creen, a quienes han perdido la fe y a los que se han alejado de la Iglesia, viviendo en la indiferencia. Avivemos nuestra caridad escuchando el clamor de los pobres, ayudando a los necesitados, socorriendo a los abandonados. La fe nos ha de conducir al ejercicio de la caridad. En efecto la fe sin obras es fe muerta. 2.2.- Contemplemos al Mesías obediente al Padre Es el momento para levantar nuestros ojos inundados por la fe y por el amor para contemplar al Mesías que llega. Sus primeras palabras son claras e interpelantes para todos. Estas son:: “Heme aquí, Señor, para hacer tu voluntad”. Tiene razón san Pablo al decir: “si por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos” (Rm.5,19). El mismo San Pablo dice: “Cristo se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz” (Fil.2,8). La vida de Jesús estuvo marcada totalmente por la obediencia al Padre: desde su nacimiento hasta su muerte. En tantos momentos de su vida pública, Jesús se retiraba él solo a orar a su Padre con estas o parecidas palabras: “Abba, tu voluntad, no la mía”. El propio Jesús dirá en el Huerto de Getsemaní: “Padre, no se haga mi voluntad sino la tuya” (Mc.14, 36) y ya crucificado en la cruz dirá: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Luc.23,46). Toda la vida de Jesús está puesta bajo el signo de la obediencia. Aprendamos nosotros a ser obedientes a Dios, aunque tengamos que pisotear nuestro orgullo y vanidad, aunque tengamos que negar nuestros intereses y egoísmos. Recordemos una vez más que por la obediencia debemos poner nuestra persona, nuestros criterios, nuestros sentimientos y afectos, nuestras obras y comportamientos bajo la escucha de la Palabra de Dios. Por eso, estemos siempre atentos a la Palabra del Señor. ¿Qué me dice el Señor? ¿Qué me pide el Señor? ¿Qué está esperando de mí el Señor? 2.3.- Acojamos a la Stma. Virgen María que viene a Nosotros María viene a nosotros. Quiere que la acojamos en nuestro corazón, como Isabel. María viene a ofrecernos lo más grande que ella tiene porque se lo ha dado Dios: a su propio Hijo. No le cerremos la puerta de nuestra alma ni nos mostremos indiferentes ante su llegada. En este Año de la fe descubramos a María una vez más como mujer creyente y madre de los creyentes. Pongamos de relieve la fe de María y aprendamos de ella. “Siguiendo a María a través de las diversas etapas de su itinerario terreno, se pone de manifiesto su constante y radical confianza en Dios, de forma que parece que, a pesar de ser todo él fruto de la gracia, es al mismo tiempo, obra de la colaboración propia de María al proyecto de Dios (cf. LG 56). * En el misterio de la Anunciación, Maria se muestra como la mujer creyente por excelencia. Sin comprender del todo lo que el Ángel le dice de parte de Dios, María se ofrece a Dios por entero, con una adhesión consciente, amorosa y confiada. María se abandonó en Dios completamente, manifestando “la obediencia de la fe” a aquel que le hablaba a través de su mensajero y prestando el “homenaje del entendimiento y de la voluntad” (DV 5). Ya desde el misterio de la Anunciación, María ha respondido "con todo su "yo" humano, femenino y en esta respuesta de fe estaban contenidas una cooperación perfecta con "la gracia de Dios que previene y socorre" y una disponibilidad perfecta a la acción del Espíritu Santo, que perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones" (LG 56) (RM 13). * En el misterio de la Visitación a Santa Isabel, María, movida por la caridad, ha acudido presurosa a casa de Isabel para visitarla y ayudarla. Cuando entra, Isabel, al responder a su saludo y sintiendo saltar de gozo al niño en su seno, “llena del Espíritu Santo”, a su vez saluda a María en alta voz diciéndole: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” (cf. Lc.1,40ss). Isabel proclama a María bienaventurada, diciéndole: “feliz la que ha creído que se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor” (Lc.1,45). * En la gruta de Belén. Se encamina con José a Belén porque Cesar Augusto ha determinado hacer un censo mundial. No debió ser placentero el viaje porque María estaba esperando el nacimiento de su hijo Jesús. Y nació Jesús en una cueva de Belén. Y María mantuvo y conservó su fe. * En el Templo de Jerusalén, María se muestra también como mujer creyente. Cuando Maria escucha de labios de su querido Hijo Jesús aquellas palabras: “¿No sabíais que tengo que estar en las cosas de mi Padre?”, María no entiende del todo…Pero no protesta. Acoge esas palabras de su Hijo, las guarda en su corazón y las medita en silencio. * En el Calvario. Por medio de la fe, María está unida perfectamente a Cristo en la cruz y participa por medio de la fe en el desconcertante misterio de este despojamiento. “Es ésta tal vez la más profunda kenosis de la fe en la historia de la humanidad. Por medio de la fe la Madre participa en la muerte del Hijo, en su muerte redentora; pero a diferencia de la de los discípulos que huían, era una fe mucho más iluminada” (RM 18). Pidamos a la Virgen Santísima que nos ayude siempre en el camino de nuestra fe y que nos alcanza de su divino Hijo la fuerza necesaria para perseverar en la fe todos los días de nuestra vida hasta que el Señor nos llame de este mundo. ¡Felices Navidades en el Señor para todos! No quiero terminar estas páginas sin que os llegue de mi parte mis más sincera y fraterna felicitación navideña extensiva para vuestras familias y comunidades cristianas. Palabras de aliento y oraciones por los enfermos De manera especial deseo hacer llegar mis mejores sentimientos y oraciones a los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos enfermos, desvalidos, hospitalizados…Que el Señor os ayude, alivie vuestros dolores y os dé su paz.. Oremos por las vocaciones sacerdotales y religiosas En estas últimas fechas de Adviento, quiero también que oremos por las vocaciones sacerdotales y religiosas para que siga habiendo en el mundo personas que nos ayuden a conocer y a vivir de verdad la Navidad de Jesucristo Terminamos. Unidos en la plegaria y en la Eucaristía Seamos testigos del Señor en el mundo. Cáceres. 18 de diciembre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

Thursday, December 13, 2012

Tercer Domingo del Adviento 16 diciembre 2012

HOMILÍA III DOMINGO DE ADVIENTO - 2012 CICLO “C” 1.- Las Lecturas * Profeta Sofonías 3,14-18s. El Señor se alegra con júbilo en ti, te renueva por su amor. Dejémonos renovar por el Señor que viene a nosotros, nos trae la paz y nos ofrece su gracia. * Respuesta a la Palabra de Dios: Profeta Isaías 12,2-6. Gritad jubilosos qué grande es en medio de ti el Santo de Israel. Hagamos nuestra esta invitación del profeta porque el Señor está entre nosotros. * Carta de san Pablo a los Filipenses 4,4-7. Estad siempre alegres en el Señor porque el Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna. * Evangelio según san Lucas 3,10-18 ¿Qué hacemos nosotros? Escuchemos lo que responde Juan Bautista a nuestra pregunta. Acojamos sus palabras y procuremos hacerlas realidad en nuestra existencia. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- El Señor está cerca Esta es la Buena Noticia que os confío y os transmito: el Señor está cerca. Ya está próxima la Navidad. La Virgen esperó con inefable amor de madre a su Hijo a quien concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. Nosotros, como María, también debemos avivar nuestra esperanza en el Señor. Él viene para todos, para la humanidad entera. El viene también para ti, para tu familia… No dejemos que pase lo que queda de este tiempo de Adviento sin que avivemos nuestra esperanza y sin prepararnos debidamente para que el Señor, cuando llegue, nos encuentre velando en oración y cantando su alabanza, y halle nuestro corazón limpio de pecado y lleno de paz y amor. 2.2.- Alegraos, hermanos, porque el Señor está ya cerca Este domingo tercero de Adviento es considerado y llamado por la Liturgia de la Iglesia como el “domingo de la alegría” -“gaudete”-. Sí, hermanos. Somos invitados por la Iglesia a estar alegres porque el Señor está ya próximo. Él es el Señor, el Mesías, el Salvador, el Redentor del hombre. Viene para nosotros, para la humanidad entera, también para ti… Han pasado ya siglos de espera, de oración, de súplica, de ruego…Te decimos hoy y siempre: ¡Ven, Señor, no tardes! Te estamos esperando. Te está aguardando la humanidad entera… Los profetas, los salmistas, los pobres de Yahvé nos siguen acompañando en esta espera porque todos anhelamos que vengas ya…¡Lloved, cielos, al Salvador! Nosotros, los cristianos y las cristianas del siglo XXI, unidos íntima y profundamente con la Iglesia, creemos que “la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se hallan en su Señor y Maestro” (GS 10) Jesucristo. ¡Te esperamos, Señor con las luces encendidas de la fe, de la esperanza y del amor¡ No tardes, Señor!. Con inmensa alegría, proclamamos con la Iglesia que “el Hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre” (GS 22) y que “nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado” (GS 22). Ya nadie está solo ni en la vida ni en la muerte. Con todos está Jesús. A nuestro lado está el Señor sosteniéndonos en la vida, dándonos la fuerza para caminar hasta el punto de que si un día hemos de subir algún monte -dificultad, enfermedad, muerte… -“calvario lo llama él”-, “sentimos en su mano amiga que nos ayuda, una llaga dolorosa”. ¡Una maravilla!, ¿verdad? Por eso, estemos nosotros siempre dispuestos a dar la mano a los que están heridos y caídos en el camino de la vida, como hizo el Buen Samaritano. Jesús nos lo dijo: “anda y haz tú lo mismo”. Navidad es fiesta de amor. 2.3.- ¿Qué debemos hacer nosotros? Ante la venida ya cercana del Señor, nos hacemos nosotros la misma pregunta que aparece en el evangelio de este domingo: ¿qué debemos hacer nosotros?. No debemos quedarnos indiferentes ni con los brazos caídos, viendo pasar los días, las semanas…Esta actitud y comportamiento no nos hace bien ni a nosotros ni a los demás. Veamos lo que dice Juan Bautista y examinémonos a la luz de sus palabras. * A la gente, Juan Bautista le dice: “el que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga de comer, que haga lo mismo” (Lc.3,10s) ¿Qué nos dice estas palabras a nosotros? En este tiempo, en el que tantas personas y pueblos carecen de lo necesario para vivir, pasan necesidad, y muchos seres humanos mueren de hambre…el Señor nos repite: “dadles vosotros de comer”…Compartamos lo que tenemos con los que nada tienen. No olvidemos que en el pobre, a quien ayudamos, está presente el Señor hasta el punto de que es al mismo Señor a quien le ofrecemos nuestra ayuda, nuestro pan, nuestra ropa: “Tuve hambre y ME disteis de comer”, “estaba desnudo y ME vestisteis” (Mt.25). Navidad es tiempo propicio para compartir con los necesitados, los excluidos...Jesús nació en Belén, en una cueva…”No había sitio en la posada”… Participemos y colaboremos en las campañas de caridad y solidaridad con los necesitados que promueven las parroquias, las organizaciones de caridad, otras comunidades cristianas…… Prescindamos de muchas cosas y gastos innecesarios en estas fiestas navideñas y siempre para darlas a los empobrecidos, olvidados, excluidos… Tengamos siempre presente que Jesús, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (IICort.8,9). Aprendamos del Señor… El Plan Pastoral de nuestra Diócesis de Coria-Cáceres para este curso dice: “anunciamos a Jesucristo, ejercitando la caridad”. No lo echemos en olvido. Eso poco que tú puedes hacer a favor de los pobres, si no lo haces se quedará sin hacer siempre… * A unos publicanos, Juan Bautista les dice: “No exijáis más de lo que os está fijado” (Lc.3,13). ¿Qué nos dicen a nosotros estas palabras? Seamos respetuosos y justos. No exijamos lo que no nos pertenece. Tengamos paz en nuestra conciencia y en nuestra vida. Eduquemos para la justicia, el respeto, la solidaridad… Colaboremos todos en hacer que este mundo sea más fraterno, más justo, más abierto a Dios. Esforcémonos nosotros en conseguir unos criterios y unos comportamientos más evangélicos, más caritativos y solidarios con los empobrecidos. * A unos soldados, Juan Bautista les dice: “No hagáis extorsión a nadie. No hagáis denuncias falsas y contentaos con vuestra soldada” (Lc.3,14). ¿Qué nos dicen estas palabras a nosotros? Juan Bautista nos exhorta a ser respetuosos con todos, a promover y respetar los derechos de todos y de cada uno, a no dejarnos llevar ni de la codicia ni de la avaricia, a no tratar injustamente a nadie, a no hacer sufrir a nadie. El séptimo mandamiento de la ley de Dios sigue vigente para todos: “no robarás”. El insulto, la descalificación, la exclusión, la marginación de las personas, no nos llevan a ningún sitio, ni sirven para nada. Evitemos siempre la mentira y no hagamos denuncias ni comentarios falsos de nadie…; ni siquiera en broma. Decía San Agustín que “la mentira, ni jugando”. El ser humano está hecho para la verdad y ha de cultivar siempre la sinceridad… 2.4.- Oremos al Señor por las vocaciones sacerdotales y religiosas Necesitamos en la Iglesia y en el mundo sacerdotes y religiosos que, como Juan Bautista, sean verdaderos profetas que nos recuerden las exigencias del Evangelio, denuncien los pecados y las injusticias y nos ayuden a ser fieles al Señor. Oremos al Señor. 3.- De la Palabra a la Eucaristía La Palabra que hemos escuchado se hace realidad viva en la Eucaristía. El sacerdote, ministro de Jesucristo, por las palabras de la consagración y la fuerza del Espíritu Santo, convierte el pan en el Cuerpo de Cristo entregado por nosotros; y convierte el vino en la Sangre de Cristo derramada por nuestros pecados. Pidamos al Señor que nos ayude a nosotros a entregar nuestra persona por los necesitados, los enfermos, los excluidos… 4.- De la Eucaristía a la Misión El Señor nos envía al mundo a ser sus testigos. Con la ayuda de la gracia divina, salgamos de nuestros egoísmos e insolidaridades y construyamos en el mundo la civilización del amor que comienza por el respeto sagrado a todo ser humano. No nos encerremos en nosotros mismos ni en nuestros intereses. Escuchemos el clamor de los pobres y respondamos con generosidad. ¿Qué vamos a hacer nosotros? ¿Qué voy a hacer yo? Terminamos. Unidos en la oración Cáceres. 10 de diciembre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

Monday, December 10, 2012

Segundo Domingo del Adviento, 9 diciembre 2012

HOMILÍA IIº DOMINGO DE ADVIENTO – 2012 CICLO “C” En el centro del Adviento está la Stma. Virgen María que nos muestra con su vida lo esencial de este tiempo litúrgico que consiste en: • La escucha de la palabra de Dios • El deseo de cumplir la voluntad de Dios • El servicio al prójimo. Recordamos hoy de manera especial a los discapacitados. «Mañana se celebra el Día Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Toda persona, aun con sus límites físicos y mentales, aun graves, es siempre un valor inestimable, y como tal debe ser considerada. Aliento a las comunidades eclesiales a estar siempre atentas y abiertas hacia estos hermanos y hermanas. Exhorto a los legisladores y gobernantes a tutelar a las personas con discapacidad y a promover su participación plena en la sociedad» (Benedicto XVI: 2-XII-2012). 1.- Las Lecturas * Profeta Baruc 5,1-9. El profeta invita a Jerusalén a renovarse porque Dios mostrará su esplendor a todos. También nosotros debemos prepararnos para recibir y acoger al Señor que viene a nosotros. * Salmo 125. El salmista recuerda con gozo y alegría la liberación de Israel de la esclavitud de Babilonia y manifiesta: el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres. Hagamos nuestra esta oración alegrándonos de que el Señor viene a nosotros. * Carta de san Pablo a los Filipenses 1,4-6. 8-11. San Pablo nos recuerda que al final de los siglos volverá el Señor con gloria y esplendor y les dice a los cristianos de Filipos: Que lleguéis al día de Jesucristo limpios e irreprensibles para gloria y alabanza de Dios. * Evangelio según san Lucas 3,1-6. San Juan Bautista nos invita a prepararnos para la venida del Señor. Ese día, todos verán la salvación de Dios. Despertemos del sueño de la indiferencia y abramos el corazón para que el Señor nazca y habite en él. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Preparad el camino del Señor Es la voz y la invitación de Juan Bautista. Con imágenes tomadas de la naturaleza nos llama a preparar los caminos del Señor, a convertirnos y a volver al Señor. * Salgamos de las situaciones que no son conformes con los mandamientos de la ley de Dios. Jesús nos ha dicho: “Si quieres entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos”.Por eso, examinemos con verdad nuestra vida, nuestros comportamientos, nuestras actitudes, nuestros sentimientos, nuestros afectos…a la luz de los mandamientos de Dios y tengamos el valor y la decisión, si es necesario, de iniciar una vida nueva que sea más evangélica, más cristiana, más santa… ¿Presto la debida atención a los mandamientos de Dios? ¿Examino mi corazón y mi vida a la luz de los mandamientos? * Adentrémonos por la senda de las bienaventuranzas para imitar más y mejor a Jesús que es el bienaventurado por excelencia. Jesús nos ha dicho: “si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes dáselo a los pobres., ven y sígueme”. ¿Qué me dicen a mí las bienaventuranzas de Jesús? ¿Estoy dispuesto a entregar al Señor todo para conseguir el reino? Debemos preparar nuestra alma para que sea digna morada del Señor. Quitemos de ella todo aquello que nos aleje del Señor y del prójimo. Renovemos nuestros criterios para que sean más evangélicos. 2.2.- El Señor quiere nacer en nuestro corazón y en nuestra vida No es suficiente quedarnos en lo externo, en lo superficial porque es efímero y pasa con rapidez. Hemos de ir a lo esencial, a lo que permanece..No nos quedemos anclados y parados en palabras penúltimas, sino que vayamos a las palabras últimas y definitivas: Dios, Cristo, el Reino, la Gracia… Preparemos nuestra alma para que el Señor nazca en ella. Acerquémonos al Sacramento de la Penitencia para recibir la misericordia y el perdón de Dios para nuestras faltas, pecados… 2.3.- Transformemos nuestro mundo No nos quedemos en nosotros mismos. Debemos dar un paso más para acercarnos a este mundo y a esta humanidad tan sufriente, tan empobrecida… Los que pasan hambre Los que no tienen trabajo Los que sufren las consecuencia de la guerra y de la violencia Los enfermos y desvalidos Los encarcelados Los emigrantes Los discapacitados El Señor nos pide a todos que abramos los ojos para ver a tantos seres humanos que sufren. El Señor nos pide que abramos los oídos para escuchar el clamor de los pobres. El Señor nos pide que abramos nuestras manos para acoger a los heridos del camino y para curar sus heridas El Señor nos pide que abramos nuestro corazón para ofrecer amor y ayuda fraterna a los necesitados, excluidos… “Tuve hambre y ME disteis de comer; Tuve sed y ME disteis de beber…” Estaba desnudo y ME vestisteis… Estaba enfermo y ME fuisteis a ver Estaba en la cárcel y ME visitasteis…”(Mt.25). Ha llegado el momento de colaborar juntos para hacer de este mundo un lugar pacífico y fraterno donde podamos vivir todos juntos en paz, fraternidad y respeto. Ha llegado el momento de poner una mesa muy grande de norte a sur y de este a oeste, en torno a la cual podamos sentarnos todos para compartir los bienes de la creación que Dios ha creado para todos, sin exceptuar a nadie… Ha llegado el momento de construir entre todos la civilización del amor que comienza por el respeto sagrado a todo ser humano. Realmente estas palabras deben llegar a lo más profundo de nosotros para sintonizar con ellas y hacerlas realidad en la vida y en la historia de cada día. Haremos mucho bien a los demás. 3.- De la Palabra a la Eucaristía Pasemos a la celebración de la Eucaristía donde encontramos al Señor. Recibámoslo con un corazón limpio y humilde para que esté con nosotros siempre, nos acompañe y nos lleve con Él al reino de los cielos, donde seremos eternamente felices con la felicidad de Dios, gracias a su misericordia. 4.- De la Eucaristía a la Misión Salgamos al mundo para ser en él testigos del Señor. Procuremos que el Señor nazca en los matrimonios, en las familias, en las comunidades, en los pueblos…Que el mundo acoja al Señor Jesús, el Salvador, el Redentor de la humanidad… Terminamos. Unidos en la oración Cáceres. 3 de diciembre de 2012

Friday, November 30, 2012

Primer Dominigo del Adviento, 2 diciembre 2012

HOMILÍA 1º DOMINGO DE ADVIENTO – 2012 CICLO “C” ADVIENTO. Ha llegado el Tiempo litúrgico de Adviento Tiempo con el que se abre un Año Litúrgico Nuevo La Virgen Santísima es el modelo de la fe y de la esperanza para este Tiempo de Adviento: “Ella esperó con inefable amor de Madre a su Hijo Jesús a quien concibió por obra y gracia del Espíritu Santo”. Tiempo de esperanza porque se acerca ya nuestro Salvador Levantemos nuestro corazón y nuestra mirada al Señor que está a la puerta. Tiempo de conversión en el que el Señor nos llama una vez más a arrepentirnos de nuestros pecados y a iniciar una vida más santa. Acerquémonos al sacramento de la Penitencia para confesar nuestros pecados y recibir el perdón y la misericordia del Señor. Tiempo de compromiso a favor de la paz, la justicia, la libertad, la fraternidad…para todos los hombres, especialmente para los que más sufren. No olvidemos que “los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (GS 1). En este tiempo litúrgico no nos quedemos en lo superficial ni en lo externo. Todos y cada uno debemos adentrarnos, unidos a la Iglesia, por los caminos del Adviento. No recibamos la gracia de Dios en saco roto. No demos la espalda al Señor ni nos mostremos indiferentes ante la llamada personal que nos hace de nuevo. No dejemos que este tiempo discurra y pase sin responder con verdad al Señor que nos llama, nos interpela…El Señor está a la puerta y llama. Abramos al Señor las puertas de nuestro corazón y de nuestra vida para que cure nuestras heridas, robustezca nuestras debilidades, aliente nuestras desesperanzas y desilusiones… Hemos de ser como las vírgenes prudentes que mantienen encendidas sus lámparas y velan ante la llegada el Señor. Meditemos los textos litúrgicos y oracionales que la Iglesia nos propone y ofrece durante este Tiempo Litúrgico. Ellos nos ayudarán a vivir el Adviento con autenticidad y verdad. Despertemos de nuestros sueños y avivemos nuestra esperanza para que cuando llegue el Señor nos encuentre en vela y bien preparados. Esperamos que nos diga: “venid, entrad al banquete del Señor” 1.- Las Lecturas * Profeta Jeremías 33,14-16. Suscitaré a David un vástago legítimo, que practicará el derecho y la justicia en la tierra. Promesa de la venida del Mesías. * Salmo Responsorial 24. Oremos al Señor con el salmista y digámosle: A ti, Señor, levanto mi alma. En ti confío, ¡no sea yo confundido! * Primera carta de San Pablo a los Tesalonicenses 3,12 – 4,2. Que el Señor os fortalezca internamente a fin de que viváis agradando a Dios para que, cuando Jesús vuelva con todos sus santos, os acoja para siempre. * Evangelio según San Lucas 21, 25-28. 34-36. Cobrad ánimo y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra liberación., vuestra salvación. 2.- Sugerencias para la homilía El Adviento nos invita a considerar la triple venida del Señor. Por eso es bueno centrar estas reflexiones en estas venidas del Señor. Es verdad que las conocemos. Es cierto que hemos hablado mucho de ellas en cada tiempo de Adviento. Con todo, debemos insistir en ellas porque por ellas pasa la naturaleza y el mensaje del Adviento. 2.1.- El Señor vino Hace más de dos mil años vino Jesús al mundo. Nació en Belén de Judá. Se cumplieron las promesas mesiánicas. Las palabras proféticas de Isaías se hicieron realidad: “He aquí que una doncella concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, Dios-con-nosotros”. Se ha cumplido la profecía de Jeremías que hemos escuchado hace unos instantes en la primera lectura. El mundo se inundó de luz y de alegría. Nos ha nacido el Salvador, el Redentor, que es el Hijo de Dios nacido de María Virgen. Demos gracias a Dios. El anuncio del ángel a la Virgen Santísima y la Encarnación del Verbo constituyen “el acontecimiento de los siglos”. Demos gracias a Dios que, en su bondad infinita, nos ha enviado a su Hijo para que recibiéramos el perdón de los pecados y la gracia de la filiación divina (cf. Gál.4,4s). En estos tiempos de relativismo y de pensamiento frágil, es necesario recordar una vez más que “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado (…) Jesucristo, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” (GS 22). 2.2.- El Señor viene El Señor viene todos los días al encuentro de cada uno de nosotros. Esta es nuestra alegría, nuestro consuelo… Siempre está a nuestro lado..No nos ha dejado solos en esta tierra. Se acuerda siempre de nosotros. * “Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn.14,23). Es el misterio de la Inhabitación de la Stma. Trinidad en el alma del justo. Es el misterio de la gracia increada. Dios se nos da… ¡Misterio de gracia y de amor! ¡Qué palabras tan hermosas y consoladoras! Respondamos al Señor con generosidad y amor. * “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Apoc.3,20) El Señor toma la iniciativa y se acerca a cada uno de nosotros. Llama a la puerta de nuestro corazón; no se cansa de llamar. Él espera a la puerta a que le abramos, a que le abras…No lo dudes un instante. ¿Le vamos a decir como la poesía: “mañana le abriremos, para lo mismo responder mañana?”. Es posible que necesitemos acercarnos al sacramento del perdón y de la reconciliación para confesar nuestros pecados y recibir el perdón de Dios. Si el camino hacia Dios comienza en el corazón humano, se consuma en este sacramento. No lo olvidemos. * “Tomad y comed porque esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros…Tomad y bebed porque este es el cáliz de mi sangre…”(Mc.14,22-24). El Señor viene a nosotros en el sacramento de la Eucaristía. Cristo está presente real, verdadera y sustancialmente presente bajo los signos sacramentales del pan y del vino. Acojamos esta presencia con fe y devoción, con amor y gratitud. * “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt.25,40) El Señor se hace presente de forma misteriosa pero real en los pobres y necesitados, en los encarcelados y excluidos… Acojamos al Señor en ellos, ayudemos al Señor en ellos, acompañemos al Señor en ellos… 2.3.- El Señor vendrá El Señor vendrá al final de los siglos para juzgar a vivos y muertos, para consumar la historia de la salvación y entregar a su Padre el reino eterno y universal. Nadie sabe el día ni la hora. Pero vendrá el Señor. Estemos preparados a la venida del Señor. No vivamos en pecado…Tengamos en nuestros corazones y en nuestras manos las velas encendidas de la fe, de la esperanza y de la caridad… Esperemos que nos lleve con Él al cielo, al Reino eterno donde ya no habrá ni dolor ni lágrimas, ni enfermedad ni muerte, sino la vida y la felicidad eternas. Viviremos eternamente participando por gracia de la vida de Dios. Seremos eternamente felices por gracia con la felicidad de Dios. Veremos eternamente por gracia a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Estaremos en compañía de la Virgen santísima, de nuestros seres queridos y de todos los santos y santas de Dios.. 3.- De la Palabra a la Eucaristía Pasemos de la mesa de la Palabra a la mesa de la Eucaristía. Lo que hemos proclamado y escuchado con fe se hace realidad sacramental ante nuestros ojos creyentes. “¡Oh sagrado banquete en el que recibimos a Cristo, se recuerda la memoria su pasión y se nos dan las arras de la herencia eterna!”. 4.- De la Eucaristía a la Misión Los que participamos en la Eucaristía recibimos del Señor la misión de hacerlo presente en nuestra vida de cada día, en nuestra historia donde tantas personas sufren y padecen…Cuando ayudamos a un necesitado, cuando escuchamos a un sufriente, cuando damos la mano a alguien solo, cuando perdonamos…ahí está Jesucristo…. Terminamos. Unidos en la oración. Cáceres. 26 de noviembre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

Saturday, November 24, 2012

Solemnidad de Cristo Rey del Universo, 25 noviembre 2012

HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO – 2012 CICLO “B” Con la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo hemos llegado al final del Año Litúrgico. Iniciamos así el Año Nuevo Litúrgico. Pedimos al Señor que este Nuevo Año sea portador de gracia y de esperanza para todos, especialmente para los que más sufren en estos tiempos. En este Año Nuevo, el Señor nos invita una vez más a sembrar en los surcos de la conciencia humana y de la historia las semillas de la paz y del amor, de la justicia y del respeto, del amor y de la compasión, de la verdad y de la libertad. En este Año Nuevo en el que celebramos el Año de la Fe somos llamados e invitados por el Señor a renovar la fe y a poner en marcha la nueva evangelización de la que tan necesitados están los países de la antigua cristianad, como nosotros, y todos aquellos que no conocen al Señor. En este Año Nuevo, el Señor nos llama a todos a unirnos con más intensidad y a colaborar desde lo mejor que somos y tenemos para resolver los problemas que ha traído la crisis que afecta, de manera especial, a los más necesitados y a los más pobres… En este Año Nuevo, el Señor sigue esperando de cada uno de nosotros, de nuestras Diócesis, de nuestras Parroquias y Comunidades cristianas y religiosas que seamos signo vivo, visible y transparente de Él y de su reinado en el mundo, en nuestras tierras. 1.- Las Lecturas * Profeta Daniel 7,13-14. Daniel nos habla del Hijo del Hombre que llega a ser rey y afirma que su dominio es eterno y no pasa. Este Hijo del Hombre anunciado es el mismo Jesucristo. * Salmo Responsorial 92: El Señor reina, vestido de majestad. Podemos confiar y esperar en Él. Su reinado es de paz y de justicia, de amor y de salvación. * Libro del Apocalipsis 1,5-8: El Príncipe de los reyes de la tierra nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios. Una hermosa y buena noticia: todos los bautizados somos miembros del Pueblo sacerdotal. * Evangelio según san Juan 18,33-37. Jesús afirma ante Poncio Pilato que es Rey, pero su Reino no es de este mundo. Acojamos a Jesucristo como el rey que quiere reinar en cada uno de nosotros y a través de nosotros, en el mundo. No nos opongamos a su reinado en el mundo, en nosotros…. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Descubramos de nuevo el reinado de Jesucristo El Reinado de Jesucristo tiene una peculiar y propia naturaleza que debemos conocer para no equivocarnos. Recordemos ante todo y en primer lugar que el corazón de este Reino es el Padre de Jesucristo que en su infinita misericordia y amor “nos ha liberado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al Reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados” (Col. 1, 13-14). Ahora podemos entender que este reinado es portador de gracia y de santidad, de misericordia y de perdón, de paz y de justicia, de amor y de verdad, de acogida y de compasión. En efecto: “Dios amó tanto al mundo que nos entregó a su Hijo” (Jn.3,16), en quien tenemos el perdón de nuestros pecados, la gracia que nos santifica…. Estas palabras tan hermosas se están olvidando hoy en el vocabulario de no pocos y en la cultura de nuestro tiempo. ¡Se habla muy poco de ellas! ¡Se están olvidando! ¿Qué nos pasa? Pensémoslo. ¿Preferimos quedarnos con lo efímero de cada día, con palabras vacías…? Este hermoso día es una ocasión para recuperarlas y para proclamarlas sin miedo pues estamos convencidos del bien que hacen a todos: personas, familias, matrimonios, comunidades, pueblos, naciones… 2.2.- Hagamos presente estos valores del Reino de Dios en el mundo No es suficiente recordar estas palabras tan hermosas ni sólo estar convencidos del bien que pueden hacer a las personas, a los pueblos. Es preciso que todos nosotros nos identifiquemos más y más con ellas en el transcurso de nuestra vida, las proclamemos allí donde vivimos y trabajamos, las hagamos realidad a través y por medio de nuestro comportamiento y conducta para que no se queden sólo en un papel o en una declaración de principios que, por otra parte, no es poco, sino que puedan transformar los comportamientos de las personas y la vida de los pueblos… A los padres, catequistas y educadores les rogamos que no se cansen nunca de educar en estos valores del Reino de Dios porque harán mucho bien a sus hijos, a sus alumnos, a los compañeros, a los demás…y a través de ellos a la propia sociedad y a los que más sufren en estos tiempos de crisis donde tantas personas, familias, pueblos… sufren las consecuencias dolorosas de estas crisis…Creemos que de esta manera anunciaremos el Reino del Señor en lo concreto de nuestras vidas y de nuestra sociedad. Nuestra hermosa canción: “anunciaremos tu reino, Señor”, que tantas veces cantamos, no se quedará en palabras que se las lleva el viento… A todas las comunidades cristianas les rogamos que celebren la Eucaristía de forma consciente y fructuosa para que, de este modo, sea para ellas una experiencia viva del Reino de Dios ya en este mundo en la espera de la venida gloriosa de Jesucristo y del Reino futuro. Un recuerdo: es verdad que necesitamos los bienes de esta tierra. Dios los ha creado para servicio de todos los seres humanos, sin excluir a nadie. Pero no debemos darles el corazón ni convertirlos en ídolos…Recordemos las palabras de Jesucristo que nos dijo: “Buscad en primer lugar el Reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará como añadidura”. 2.3.- En la espera del reino futuro y definitivo en el Cielo Los cristianos no tenemos aquí ciudad permanente, sino que andamos buscando la del futuro” (Heb.13.,14). Somos miembros de un Pueblo peregrino que camina por estas tierras hacia al Casa del Padre, hacia el cielo. Por eso no debemos instalarnos en estas tierras ni dejarnos seducir por el brillo pasajero de las cosas de este mundo que atraen nuestra atención y pretenden seducirnos… Transformemos la realidad que nos rodea para que esté siempre al servicio del hombre y de la mujer. Transformemos los mecanismos sociales, políticos…para que promuevan la justicia, la paz, la solidaridad… Tengamos presente que los mejores logros obtenidos por la humanidad no son el Reino de Dios ni, por tanto, pueden identificarse con él, sino que son humildes signos del Reino de Dios que es “liberación plena y comunión perfecta”. Busquemos siempre al Señor y su Reino. Seremos felices para siempre. En la espera del Reino definitivo y celestial de Dios, caminemos por este mundo imitando a Jesús que “pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él” (Hech. 10,38). Esperamos que el Señor, en su infinita misericordia y bondad, nos acoja en su Reino eterno cuando nos llame de este mundo a su presencia. 3.- De la Palabra a la Eucaristía Pasemos de la proclamación de la Palabra y del anuncio del Reino de Dios, a la Eucaristía donde se hace presente ya “en el misterio” el Reino de Dios. Abramos el corazón a este Reino y participemos en el banquete eucarístico “en el que se recibe a Cristo, la mente se llena de gracia y se nos da una prenda de la futura gloria”. 4.- De la Eucaristía a la Misión Hemos celebrado la Eucaristía con fe y devoción. El Señor nos envía ahora al mundo. Sembremos en el corazón humano y en el corazón del mundo este Reino para que la humanidad llegue a ser lo que Dios quiere: una gran familia de hijos de Dios en Jesús el Hijo, de hermanos en Jesús el Hermano Universal y de servidores unos de otros en Jesús el Servidor que da su vida por la humanidad entera. Terminamos. Unidos en la plegaria Cáceres, 19 de noviembre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

Friday, November 16, 2012

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, 18 noviembre 2012

HOMILÍA XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO-2012 Día de la Iglesia Diocesana de Coria-Cáceres La Iglesia contribuye a crear una sociedad mejor “Ayuda a tu parroquia, ganamos todos” En el Día de la Iglesia diocesana –próximo día 18- se nos invita a todos a ser conscientes de nuestra pertenencia efectiva y afectiva a la Iglesia y de la tarea importante que debemos realizar en ella desde el don, carisma o ministerio que cada uno haya recibido del Espíritu Santo y siempre en comunión. En este Día: El Señor nos llama a participar en la vida de la Iglesia participando en la liturgia, en Caritas, en el Consejo Pastoral, en la Junta Económica, en las Catequesis…En el Año de la fe queremos vivir cuidando una triple dimensión: catequética, celebrativa y caritativa. Estas dimensiones deben llevarnos a una renovación sincera de nuestra vida espiritual y a un verdadero compromiso misionero. El Señor nos invita a participar en Caritas, o en las Conferencias de san Vicente de Paúl, o en Manos Unidas, o en ACISF... para colaborar en la ayuda a los necesitados, a los pobres, a los desvalidos…en estos tiempos de crisis. Agradecemos a todos los Voluntarios sus trabajos y esfuerzos en beneficio de los pobres, excluidos… El Señor nos llama a sentirnos más Iglesia y, por tanto, a vivir con mayor fidelidad en conformidad con el Evangelio del Señor Jesús. Se nos pide que recemos por nuestra Diócesis de Coria-Cáceres, por nuestra Parroquia, por nuestra comunidad cristiana, por nuestro Obispo, por nuestros sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos permanentes, fieles…… Oremos con especial fervor al Señor para que suscite nuevas vocaciones al sacerdocio, a la vida Consagrada, a la vida Contemplativa, a la vida Misionera… Los fieles laicos han de tomar conciencia de su pertenencia y responsabilidad a la vida y misión de la Iglesia, y han de hacerse presentes en el mundo pues sin los laicos no se puede realizar la nueva evangelización. Se nos pide nuestra aportación económica para el mantenimiento de los edificios, el sustento de los sacerdotes, el funcionamiento adecuado de las residencias de ancianos… Renovamos nuestro deseo y propósito de seguir trabajando por los necesitados y por una sociedad mejor… Fortalezcamos nuestra conciencia de “Iglesia, misterio de comunión en tensión misionera”. Santa María, Madre de la Iglesia, ayúdanos a mantener y potenciar a la Iglesia de tu hijo Jesucristo viva y santa, fraterna y evangelizadora, pobre y comprometida a favor de los pobres a la Iglesia… 1.- Las Lecturas * Libro de Daniel 12,1-3: por aquel tiempo se salvará tu pueblo. El profeta anuncia la resurrección y la retribución final. Estemos preparados para cuando llegue ese día. * Salmo responsorial 15: protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. Es el grito confiado del orante que vuelve sus ojos y su corazón a Dios en medio de los peligros, de las necesidades, de la persecución.. * Carta a los Hebreos 10,11-14.18 Con una sola ofrenda Cristo ha perfeccionado para siempre a los que han sido consagrados. Jesucristo nos ha redimido con su muerte en la cruz. El Padre lo resucitó. * Evangelio según San Marcos 13,24-32. Jesús anuncia su venida gloriosa al final de los tiempos. Estemos vigilantes para que, cuando nos llegue el momento de la muerte, el Señor nos encuentre despiertos, velando en oración y cantando su alabanza. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- El Señor volverá glorioso al final de los tiempos En el Año de la fe, que estamos celebrando, hemos de poner de relieve, proclamar y transmitir esta verdad de nuestra fe católica: “Jesucristo vendrá al final de los tiempos a juzgar a los vivos y a los muertos”. No pocos la olvidan o la niegan. ¡Hermanos! El Señor no nos dejará abandonados ni tirados en la cuneta de la historia. Dios no se olvida de los hombres a quienes creó a su imagen y semejanza y a quienes Jesucristo redimió del pecado, de la Ley y de la muerte. Esta es nuestra fe y nuestra firme esperanza: esperamos al Señor que vendrá al final de los tiempos y nos resucitará de nuestros sepulcros y nos llevará con Él. Vendrá glorioso y rodeado de sus ángeles. Además, tengamos presente que el ser humano no desaparece del todo en su muerte: su alma es inmortal. 2.2.- Estemos vigilantes “Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuando será el momento” (Mc.13,33). “Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!”. No vivamos despreocupados ni inconscientes ante la vuelta gloriosa del Señor; no vivamos entregados al pecado, a la vanidad… No nos dejemos dominar por las pasiones ni por los vicios que nos separan de Dios. Estemos vigilantes con las velas encendidas de la fe, de la esperanza y de la caridad para que cuando llegue el Señor nos encuentre así… Tengamos el alma en gracia y amistad con Dios. 2.3.- La entrada en el Reino de Dios Dios quiere que nos salvemos y que seamos eternamente felices con Él en su Reino. Nuestra meta final es estar con el Señor para siempre, por toda la eternidad. Jesús lo expresó de modo maravilloso en esta petición que dirige a su Padre: “Padre, quiero que donde yo esté, Estén también conmigo Los que Tú me has dado, Para que contemplen mi gloria, La que me has dado, Porque me has amado Antes de la creación del mundo” (Jn.17,24) Sintámonos todos incluidos en esa oración que Jesús dirige a su Padre poco antes de adentrarse en los caminos de su pasión y muerte. Vivamos de tal modo en este mundo que no nos separemos nunca del Señor. Caminemos por este mundo y comportémonos de tal modo que podamos decir con San Pablo: “vivo yo, pero no soy yo; es Cristo quien vive en mí” (Gál.2,20). ¿Qué más podemos decir? Sólo decir: “Gracias sean al Padre por Cristo en el Espíritu Santo porque ha hecho maravillas a favor nuestro”. Un día, si Dios quiere, entraremos en el cielo y seremos eternamente felices…Nada ni nadie podrá arrebatarnos esa felicidad; nada ni nadie nos hará perder esa felicidad que Dios tiene preparada para los que lo aman y que regala a los bienaventurados, a los que son acogidos en el Cielo. 3.- De la Palabra a la Eucaristía La Eucaristía que celebramos es el banquete en el que recibimos a Cristo, la mente se llena de la gracia y se nos da una prenda de la futura gloria del cielo. De alguna forma se anticipa en cada Eucaristía la gloria del cielo. Participemos en ella con fe, amor y esperanza. 4.- De la Eucaristía a la Misión Somos miembros del Pueblo de Dios que camina por estas tierras a la Casa del Padre. No nos dejemos seducir por las cosas de este mundo olvidando el camino que nos lleva al cielo. Y mientras vamos caminando pasemos por este mundo como Jesús: haciendo el bien, curando a los enfermos, ayudando a los necesitados, sembrando la paz y la justicia…… Que la Stma. Virgen María nos acompañe y nos ayude con su protección maternal en este caminar para que no nos separemos nunca de su Hijo Jesús que es “el camino, la verdad y la vida” para todo ser humano; también para ti, para mí, para todos. Terminamos. Unidos en la plegaria Cáceres, 12 de noviembre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

Monday, November 5, 2012

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, 11 noviembre 2012

HOMILÍA XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO – 2012 CICLO “B” 1.- Las Lecturas * I Reyes 17, 10-16. La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías. Los pobres comparten lo poco que tienen con los que nada tienen ya que no están atados por la avaricia ni la insolidaridad. * Salmo responsorial: 145. Alaba, alma mía, al Señor porque ha hecho maravillas con los hombres atendiendo a los pobres y necesitados. Imitemos al Señor ayudando a los necesitados. * Carta a los Hebreos 9, 24-28. Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. Como Cristo, entreguemos nuestra vida por los demás para ayudarles en la búsqueda de Dios y del prójimo. * Evangelio según san Marcos 12, 38-44 Esa pobre viuda ha echado más. Aprendamos todos nosotros de esta mujer que ha dado lo poco que tenía para ayudar a los más necesitados. 2.- Sugerencias para la Homilía 2.1.- Escuchemos el clamor de los pobres En este tiempo de crisis que hace sufrir a tantos seres humanos a causa del hambre, de la falta de trabajo, de vivienda…cualquier ser humano, cualquier cristiano, ha de abrir bien los ojos para ver a tantos seres humanos sufrientes, y ha de abrir bien sus oídos para escuchar el grito de dolor de tantas personas que, a nuestro lado o lejos de nosotros, sufren. Son los sufrientes que están en la cuneta de la vida … Son los empobrecidos que nada tienen Son los despojados de su dignidad Son los abandonados y solos con su sufrimiento y su dolor Son los excluidos y marginados 2.2.- Responder a ese sufrimiento y dolor Ante tantos hermanos y hermanas sufrientes ¿qué debemos hacer? ¿cómo debemos comportarnos? Ante tantos seres humanos que sufren y padecen, nuestro corazón se siente tocado e interpelado profundamente. Dios mismo nos empuja a erradicar la miseria ya que Él nos pregunta a todos y a cada uno: “¿Dónde está tu hermano?”, ¿Qué estás haciendo con tu hermano?.. No es suficiente contemplar la realidad compleja, difícil y dolorosa en que se encuentran tantas personas. No basta con tomar conciencia de los problemas actuales. Es imprescindible un profundo sentimiento de caridad y de solidaridad con los sufrientes y unas respuestas adecuadas a estos problemas que generan tanto sufrimiento. Sin ánimo de ofrecer una lista completa de respuestas y propuestas al problema del hambre, de la miseria, de la injusticia.., os ofrezco unas sencillas reflexiones sobre nuestra actitud y comportamiento ante los necesitados siguiendo la Doctrina Social de la Iglesia: * Promover el conocimiento de las formas más urgentes de pobreza y marginación existentes hoy en día porque no podemos pasar por la vida ignorando el rostro de los pobres y necesitados por humanidad y por fe cristiana.. * Descubrir los procesos y las causas que originan estas pobrezas y hacer su discernimiento a la luz del Evangelio de Jesucristo, sin odios, sin venganzas… * Denunciar las condiciones sociales injustas que causan y producen la exclusión social y la pérdida de su dignidad a tantos seres humanos. * “Estar con” los pobres y “estar para” los pobres, necesitados, desvalidos… acompañando su camino de liberación y trabajando por su causa, siendo su voz mientras no la tengan ellos y ellas. * Anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios como experiencia de filiación divina y de fraternidad universal. La espiritualidad cristiana ha de hacer crecer en nosotros las entrañas de misericordia, convirtiéndonos en personas de compasión, de sufrimiento compartido, de la pasión o sufrimiento participado y de la causa asumida de los pobres. Esta espiritualidad se alimenta del “misterio pascual” de Jesucristo a fin de llegar a experimentar que “quien guarda la vida la va a perder, pero quien la pierde por el Señor y por el Evangelio la gana en plenitud”. * Construir una cultura de la sobriedad porque se puede vivir con menos, de otro modo, todos y bien. * Construir una cultura de la solidaridad y de la justicia donde se comparta con los necesitados. * Fomentar las condiciones económicas y sociales que hagan posible que los pobres puedan salir de su pobreza y exclusión social. * Potenciar el compromiso social de los cristianos en orden a la creación de estructuras de solidaridad y justicia desde la opción preferencial por los pobres. * Colaborar con los organismos públicos y otras instituciones que atienden a los pobres y ayudan a su promoción integral. * Potenciar Caritas diocesana y parroquial como organismo de la Iglesia para la atención y promoción de los más pobres y necesitados. “Toda acción de Caritas es una acción de la comunidad, que manifiesta visiblemente el amor preferencial de Dios por los pobres, y requiere una espiritualidad peculiar y específica”. “Es necesario que los miembros de Caritas sean “expertos en sacar vida de la muerte, paz del enfrentamiento, esperanza de la desesperación, entrega de la comodidad…, por estar personalmente avezados al estilo de Dios quien, por el Espíritu de vida, resucitó a Jesús de entre los muertos, haciendo real lo que parecía imposible” (P. Jaramillo). * Colaborar económicamente con Caritas y otras Instituciones que ayudan a los necesitados. * Atender a los necesitados con nuestra ayuda. * Promover la ayuda caritativa y social con los países pobres del Mundo. * Promover la formación caritativo-social de los agentes de pastoral de nuestra diócesis y parroquias. La Iglesia anima a todos sus miembros a comprometerse al servicio de: - la renovación moral de las personas y de la vida social, - el respeto sagrado a toda vida humana en cualquier circunstancia en que se encuentre, - la defensa de los derechos de los pobres y - la atención eficaz a sus necesidades. * Tener presente que no hay verdadero desarrollo sin Dios ya que Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto que, habiendo creado al hombre a su imagen, funda también su dignidad trascendente y alimenta su anhelo constitutivo de “ser más” (Caritas in veritate, n.29). Este desarrollo debe alcanzar a todo el hombre y a todos los hombres” (Populorum Progressio, 14). Por otra parte, “el desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y hombres políticos que vivan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común” (Caritas in veritate”, 71). * Evitar el pecado, raíz de las alienaciones y miserias humanas. Ni la codicia ni la avaricia son caminos que favorezcan la justicia y la atención a los pobres y necesitados. Ni la indiferencia ni la mentira son sendas que lleven a liberar integralmente a los excluidos. Las crisis no sólo tiene raíces económicas, sino también y, sobre todo, raíces morales y éticas: injusticia, insolidaridad, avaricia, egoísmo… “Ante tantos problemas que tiene hoy la humanidad, no nos sintamos desanimados ni desesperados, antes bien confiemos en el Señor que nos ha dicho y nos dice hoy: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el final del mundo” (Mt.28,20). Ante el ingente trabajo que queda por hacer, la fe en la presencia de Dios nos sostiene, junto con los que se unen en su nombre y atrabajan por la justicia” (Caritas in veritate, 78). Nunca olvidemos el mandamiento nuevo que nos dio el Señor: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois mis discípulos será que os améis unos a otros” (Jn.13,34-35). A la luz del mandato del Señor, construyamos en el mundo, en nuestra sociedad, en las familias…la civilización del amor que comienza por el respeto sagrado a toda vida humana y a todo ser humano. Con la ayuda de la gracia divina, vayamos haciendo realidad ese gran “sueño”: extender una mesa muy grande de norte a sur, de este a oeste, en torno a la cual podamos sentarnos todos los hombres y mujeres del mundo, sin excluir a nadie, pues Dios ha creado todos los bienes de la tierra para todos sin excluir a nadie. Con la ayuda del Señor, vayamos haciendo realidad el designio de Dios para la entera humanidad: “hacer de la humanidad una gran familia de hijos adoptivos de Dios en Jesucristo el Hijo de Dios, de hermanos en Jesucristo el Hermano universal y de servidores en Jesucristo, el Servidor por excelencia”. 3.- Participemos en la Eucaristía En este sacramento descubrimos por la fe la presencia real, verdadera y sustancial de Cristo que entrega su Cuerpo por nosotros y que derrama su Sangre por la remisión de los pecados. Aprendamos nosotros a entregar nuestra persona y nuestra vida por todos. Terminamos. Unidos en la plegaria Cáceres, 5 de noviembre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

Wednesday, October 31, 2012

Todos Los Santos, 1 noviembre 2012

HOMILÍA SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS – 2012 CICLO “B” Celebración del Año de la fe. Seguimos celebrando el “Año de la Fe” como acontecimiento de gracia y de salvación, como invitación a fortalecer nuestra fe y como llamada a transmitirla. No dejemos que vaya pasando este Año sin celebrarlo por nuestra parte con autenticidad y verdad. “El Año de la fe es una llamada a la conversión a Dios cada vez más plena, a reforzar nuestra fe en Él y a anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo” (Benedicto XVI) El Año de la Fe representa un llamamiento urgente a la conversión para que cada cristiano y para que cada comunidad cristiana, transformados por la gracia, demos abundantes frutos de santidad y de vida cristiana. Para ello hemos de estar unidos íntimamente a Jesucristo que es la vid verdadera y nosotros los sarmientos, y que es el manantial de agua que sacia nuestra sed de felicidad y salta asta la vida eterna. No vayamos a cisternas que tienen agua corrompida. No nos separemos de Jesucristo porque sin Él nada podemos hacer. Como a la Samaritana el Señor nos dice a cada uno: “si conocieras el don de Dios, tú me pedirías a mí de beber, y yo te daría un agua viva que apaga la sed para siempre” (Jn.4,10). 1.- Las Lecturas * Libro del Apocalipsis de San Juan 7,2-4.9-14. Apareció una inmensa muchedumbre que nadie podría contar, de toda raza, nación, pueblo y lengua. Pidamos al Señor que también nosotros estemos en esa inmensa muchedumbre en el cielo por toda la eternidad. * Salmo Responsorial 23. Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor. Ya desde ahora procuremos pertenecer a este grupo que busca al Señor, permanecer en su compañía y seguirlo siempre. * Primera Carta de San Juan 3,1-3. Ahora vemos a Dios en la fe, como en un espejo; en el reino de los cielos veremos a Dios tal cual y seremos inmensamente felices por toda la eternidad. Es la visión beatífica. Es el misterio de nuestra bienaventuranza en los cielos. * Evangelio según San Mateo 5,1-12a. Jesús nos ha mostrado las bienaventuranzas como el camino que nos lleva al Reino de los cielos. Escuchemos con atención las bienaventuranzas y pidamos al Señor que nos dé un corazón bienaventurado. 2.- Sugerencias para la homilía Hoy celebramos la solemnidad de todos los santos. La Iglesia reconoce en ellos sus virtudes y sus méritos, alaba su entrega a Jesucristo y a la Iglesia, y pide su intercesión y ayuda ante el Señor. Los santos han vivido según el programa de las bienaventuranzas que nos ofreció Jesús. Los santos son hijos adoptivos de Dios que han perseverado hasta el final de sus vidas en la fe, en la esperanza y en la caridad. 2.1.- Dios nos ha elegido para ser santos En este día de “Todos los santos” hemos de recordar las palabras de san Pablo que nos presenta el “eterno designio de Dios” para la humanidad, para cada ser humano, para ti: “Dios nos -te- ha elegido para que seamos sus hijos adoptivos, para que seamos santos en su Hijo Jesucristo” (cf. Ef.1,4-5). No olvidemos nunca este designio de Dios. Contemplemos a esa inmensa muchedumbre de santos y santas que están en el cielo adorando, alabando, bendiciendo y dando gracias al Padre por Jesucristo en el Espíritu Santo. Adentrémonos en este insondable misterio de nuestra fe. También tú y yo, y todos, estamos llamados a formar parte de esa muchedumbre que nadie puede contar y que son los bienaventurados que están viendo a Dios y son inmensamente felices. Ese es el destino final hacia el que nos vamos encaminando por los senderos de este mundo. No nos equivoquemos. Es posible que sintamos la tentación de caminar por otros caminos que el mundo nos propone. Nuestro destino final no es la nada ni la desaparición para siempre. Nuestro destino final es Dios. San Agustín lo expresó con palabras inmensas: “Señor, nos has hecho para Ti, e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti”. ¿Qué más podemos pedir? ¿Qué más podemos esperar? 2.2.- La senda de las bienaventuranzas El camino que nos lleva a Dios nos lo ha mostrado con sus palabras y, sobre todo, con su vida, Jesús de Nazaret: las bienaventuranzas. Subió a la montaña y pronunció este mensaje tan hermoso y tan lleno de esperanza y de gozo. Sus palabras han quedado escritas para siempre en el Evangelio según san Mateo, han sido guardadas y transmitidas por la Iglesia; han sido vividas y testimoniadas por los santos y santas de Dios; han sido entregadas a cada uno de nosotros desde pequeños para que vivamos en conformidad con ellas y podamos llegar así al Reino de Dios donde contemplaremos el misterio de Dios y seremos eternamente felices... Es el momento para que resuenen las bienaventuranzas en este mundo y en nuestra sociedad que están sumidos en crisis humana, moral, económica, religiosa… ¡Cuántos problemas resolveríamos si viviéramos y testimoniáramos de verdad las bienaventuranzas! * Bienaventurados los pobres de espíritu: los que no se dejan llevar por el pecado, la codicia, la avaricia, la injusticia…Todo esto hace mucho daño a quien lo hace y a la humanidad, a las personas * Bienaventurados los que lloran: los que comparten el dolor y el sufrimiento de los demás y se esfuerzan por aliviar ese dolor, por quitar ese sufrimiento…y sus causas. Los que escuchan el clamor de los pobres y responden a él con verdad. * Bienaventurados los limpios de corazón: los que tienen un corazón donde no hay odio, rencor, mentira…que tanto sufrimiento produce a personas, grupos, pueblos… Su corazón no tiene doble fondo ni hipocresía. * Bienaventurados los pacíficos: los que desde un corazón pacificado y reconciliado, siembran la paz, tienden puentes de encuentro entre las personas, las comunidades, los pueblos…evitando así la guerra, la violencia, el hambre. * Bienaventurados los misericordiosos: los que han elegido “el principio – misericordia” como forma de existir, de trabajar, de actuar en este mundo superando la venganza, los insultos, el rencor… * Bienaventurados los que tienen un corazón lleno de mansedumbre: los que han optado por vivir y pasar por la vida sembrando el bien, el amor, el perdón, la verdad, evitando así los enfrentamientos, los insultos, las descalificaciones… * Bienaventurados los que tiene hambre y sed de justicia: los que prefieren pasar por la vida como desapercibidos y humildes antes que dejarse llevar por la mentira, la envidia, el desprecio de los demás, el ansia de poder, de dinero, de placeres… * Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia: los que son perseguidos por su fe, por su santidad, por su vida evangélica…El justo es con frecuencia rechazado, injuriado, despreciado… * Bienaventurados cuando os insulten y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros…: los que son perseguidos por la fe, los que son despreciados por ser cristianos, los que son encarcelados por ser discípulos de Jesucristo, los que son martirizados por su fe…. De todos ellos es el reino de los cielos Todos ellos verán a Dios El Señor los acogerá en su muerte y los llevará con Él para siempre. Todos serán eternamente felices con Dios., ¡Danos, Señor, un corazón como el tuyo: el corazón de las bienaventuranzas! 3.- Un recuerdo para todos los que han muerto Os invito a todos a orar por todos nuestros difuntos, por aquellos de quienes nadie se acuerda ni reza, por aquellos cuya fe sólo Dios conoce… ¡Que Dios los acoja en su misericordia infinita en su Reino! 4.- De la palabra a la Eucaristía La Eucaristía nos permite descubrir a Jesucristo que vivió en verdad las bienaventuranzas que predicó y las enseñó a sus discípulos, y a nosotros. La Eucaristía nos descubre la verdad de las bienaventuranzas de Jesús… 5.- De la Eucaristía a la misión No nos quedemos en nosotros mismos. Vayamos al mundo, a las personas, a nuestras familias…para ofrecerles el mensaje de Jesús: las bienaventuranzas. Estas bienaventuranzas tienen un dinamismo tan profundo y tan intenso que, si las vivimos de verdad y las testimoniamos con autenticidad, son capaces de transformar, con la fuerza del Espíritu Santo, este mundo haciéndolo más humano, más justo, más fraterno, más conforme al designio de Dios. Terminamos. Unidos en la plegaria Cáceres. 29 de octubre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

XXXI Domingo del Tiempo Ordinario, 29 octubre 2012

HOMILIA XXXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO – 2012 CICLO “B” El Año de la fe “La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin la fe seria un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino (…) Es la fe la que nos permite reconocer a Cristo, y es su mismo amor el que impulsa a socorrerlo cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino de la vida. Sostenidos por la fe, miramos con esperanza a nuestro compromiso en el mundo, aguardando “unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia” (2 Pedr.3,13)” (Benedicto XVI). 1.- Las Lecturas * Libro del Deuteronomio 6,2-.6. “Escucha Israel: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón…Guarda estas palabras en tu corazón”. Acojamos nosotros estas palabras y no las olvidemos nunca y las hagamos realidad. * Salmo Responsorial 17: “Yo te amo, Señor. Tú eres mi fortaleza”. En medio de nuestras dificultades y sufrimientos acudamos siempre al Señor porque Él nos ama, nos atiende y nos socorre * Carta a los Hebreos 7,23-28. Cristo permanece para siempre, por eso tiene el sacerdocio que no pasa. Cristo está sentado a la derecha del Padre e intercede por nosotros. Confiemos en Él. * Evangelio según san Marcos: 12, 28b-34. Jesús nos enseña: “Amarás al Señor tu Dios, y amarás a tu prójimo como a ti mismo como a ti mismo”. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- El amor a Dios. ¿Qué significa amar a Dios? * Estar ante Él con humildad y sencillez; ser disponible y obediente ante su mandato; mostrarnos vigilantes y esperanzados ante su llegada. * Poner el fundamento de nuestra vida en Él y dejar en sus manos nuestro presente y nuestro futuro. * Confiarnos a Él como Padre y esperar de Él el crecimiento y la consumación de nuestra persona y de nuestra historia. * Romper con todo lo que nos aleja de Él, cortar con todo lo que pone en peligro nuestra fidelidad a Él y alejarnos de todo aquello que pretende separarnos de Él. * Despreocuparnos de nosotros mismos y ocuparnos en lo único necesario: el reino de los cielos (Lc.17,7). No nos inquietemos por tantas cosas que reclaman nuestra atención; no nos dejemos seducir por tantas cosas que piden nuestra adhesión. Tengamos en cuenta que sólo una cosa es necesaria: ponerse a los pies de Jesús, escuchar su palabra y cumplirla, y seguirle de cerca…. Este amor a Dios exige sacrificios y renuncias ya que la existencia cristiana, al revivir el destino de Jesús, encontrará la oposición externa, las tentaciones… Los poderes, que se oponen al amor de Dios, son el dinero, la ambición, el prestigio ya que ponen en peligro la fidelidad del discípulo de Jesús y el amor de Dios. 2.2.- El amor al prójimo El amor a Dios y el amor al prójimo no se pueden separar. La Iglesia ve y contempla a Cristo como el Buen Samaritano de la parábola, que hace suyos los dolores y sufrimientos de todos los hombres, que carga con los heridos del camino de la vida y se encarga de los sufrientes… El discípulo de Jesús tiene que tener entrañas de misericordia, como las tiene Jesús, quien refleja las entrañas de Dios. “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”. La responsabilidad, el poder y deber hacer por el otro fundan la grandeza y la seriedad de la vida humana. De este modo cumplimos el mandamiento que nos ha dado Jesús: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos, si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn.13,34 3.- De la palabra a la Eucaristía En la Eucaristía encontramos a Jesucristo que nos da su Cuerpo y su Sangre como comida y bebida. Dejémonos acoger, alimentar y salvar por el Señor. No demos la espalda a la Eucaristía. “No se edifica ninguna comunidad cristiana si no tiene como raíz y quicio la celebración de la sagrada Eucaristía (…) Esta celebración para que sea sincera y cabal, debe conducir lo mismo a las obras de caridad y de mutua ayuda de unos para con otros que a la acción misional y a las varias formas del testimonio cristiano” (PO 6). 4.- Del sacramento del altar al sacramento del hermano Participar en la Eucaristía lleva consigo implicarnos en la entrega de Jesucristo. La Eucaristía, sacramento de la muerte y resurrección de Cristo, ha de llevarnos a todos, sacerdotes, religiosos/as, y laicos a hacernos don, entrega total y generosa, hasta dar la vida, por amor, al servicio de los hermanos, especialmente de los más pobres. Terminamos. Unidos en la oración Cáceres, 29 de octubre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

XXX Domingo del Tiempo Ordinario, 22 octubre 2012

HOMILÍA XXX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO – 2012 CICLO “B” Objetivos del Año de la fe * “Intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo”. * “Invitar a una auténtica conversión al Señor, único Salvador del mundo”. * “Comprometerse a favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe” * “Suscitar en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza”. * “Comprender de manera más profunda no sólo los contenidos de la fe sino, juntamente también con eso, el acto con el que decidimos entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios”. En este contexto del “Año de la fe” situamos las sugerencias para la homilía de este domingo que os ofrecemos. 1.- Lecturas * Profeta Jeremías 31,7-9. Guiaré entre consuelos y alegría a ciegos y cojos. Es el nuevo éxodo de una multitud que sale de la tierra de la esclavitud y vuelve a la tierra de la libertad y de la paz. * Salmo responsorial 125: Con el salmista digamos con alegría y gratitud: el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres y contentos... * Carta a los Hebreos 5,1-6. Jesucristo es el nuevo y eterno sacerdote según el rito de Melquisedec que, desde su comunión con nosotros por la encarnación, nos une a Dios. * Evangelio según san Marcos 10,46-52. El ciego del camino suplica a Jesús diciéndole: “Maestro, que pueda ver”. Jesús lo cura. El ciego recobra la vista y emprende un camino nuevo en su vida: deja atrás su manto y se incorpora al cortejo de Jesús: se hace discípulo de Jesús. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Descubramos nuestras cegueras Como el ciego del camino, hemos de descubrir y reconocer nuestras cegueras. ¿Cuáles pueden ser nuestras cegueras? • La falta de la visión de fe que nos impide reconocer en Jesús al Hijo de Dios hecho hombre • La falta de la visión del amor que nos impide ver en el otro a un ser humano dotado de una dignidad intocable. • La falta de la visión del hombre hambriento, enfermo, encarcelado, perseguido…que nos impide tratarlo con caridad y ayudarlo… • La falta de visión del alma que está oscurecida por el pecado y nos impide ver a Dios • La falta de visión que nos impide ver a Jesucristo en el empobrecido, en el enfermo, en el desvalido… Pongámonos delante del Señor y desde Él mirémonos a nosotros mismos. Pidámosle la luz para que podamos descubrir nuestras cegueras, nuestras miopías…Seamos valientes y sinceros con nosotros mismos para reconocer nuestras faltas de visión…Reconocerlas es ponernos en el camino de la curación de las mismas…De lo contrario, estaremos ciegos, y es muy posible que no nos demos cuenta de nuestras cegueras… 2.2.- Desde estas cegueras, salimos al camino y pedimos al Señor que nos dé la visión Como el ciego del camino nos dirigimos a Ti, Señor Jesús, que pasas a nuestro lado como salvador que nos ama y nos redime, y te decimos con las mismas palabras con que ora la Iglesia: “Están mis ojos cansados De tanto ver luz sin ver; Por la oscuridad del mundo, Voy como un ciego que ve. Tú que diste vista al ciego Y a Nicodemo también, filtra en mis secas pupilas Dos gotas frescas de fe”. El Señor atiende nuestros deseos como los del ciego del camino y cura nuestras cegueras. En el sacramento del Bautismo recibimos la luz de Cristo que abrió nuestros ojos. Pero, el Señor espera que nosotros respondamos a su acción curativa quitando de los ojos de nuestro corazón todo aquello que les impide ver: egoísmo soberbia, autosuficiencia, intolerancia, odio, rencor, indiferencia… 2.3.- Cuidemos nuestra fe No expongamos nuestra fe a la increencia, a la indiferencia religiosa, al secularismo, al ateísmo, al relativismo…Por estos caminos, tarde o temprano, podemos perder la fe. Formemos nuestra fe participando en cursos de formación teológica, bíblica, espiritual que se ofrecen en nuestra diócesis, en las parroquias…Hemos de aprender a dialogar con los aspectos teóricos de la increencia; hemos de estar preparados para participar de forma responsable y digna en el diálogo fe – cultura; fe – política; fe – vida… Celebremos nuestra fe participando de forma consciente, fructuosa y digna en la celebración de la Eucaristía y de los sacramentos, en la oración…Los sacramentos son “sacramentos de la fe”, y “la fe culmina en la recepción del sacramento” como todos saben. Vivamos nuestra fe. La fe ha de llegar al corazón y a la vida, al alma y a nuestra existencia, a nuestros pensamientos y afectos, a nuestros criterios y comportamientos para transformarlos, para renovarlos a la luz de las enseñanzas de Jesucristo que nos transmite el Magisterio de la Iglesia… 2.4.- Transmitamos la fe Testimoniemos nuestra fe con nuestras obras pues “fe sin obras es fe muerta” (Santiago). Y estas obras son la caridad, el amor: “la fe que actúa por la caridad” (Pablo). Transmitamos el Evangelio como testigos. El testigo habla de lo que ha visto. El testigo es aquel que ha hecho la experiencia del desierto, es decir, ha visto al invisible…Nosotros hemos de hacer esa misma experiencia en la oración, en la contemplación… Nunca olvidemos que el hombre y la mujer de nuestros días escuchan mejor al testigo que al maestro, y si escuchan a éste es porque es testigo… Anunciemos nuestra fe. No guardemos para nosotros la fe. Dios nos ha dado el don de la fe para que nosotros lo compartamos: - Ayudemos a otros a recuperar la alegría de ser creyentes. - Invitemos a los que no creen a ponerse en el camino de la fe. - Sintámonos profundamente interpelados ante muchos jóvenes que ya no conocen a Jesucristo en nuestro país… Ayudemos a las familias cristianas a que sean de verdad lugares donde los padres y también los abuelos transmitan la fe a los hijos. Apoyemos a los catequistas que, con verdadera ilusión y ardor, educan la fe de los niños, de los adolescentes, de los jóvenes. Los padres han de estar cerca y ayudar a los catequistas… 3.- De la Palabra a la Eucaristía El Señor en la Eucaristía pasa a nuestro lado para salvarnos, redimirnos, curarnos. Pidámosle hoy que abra nuestros ojos, los ojos del alma, para ver lo esencial, para verlo a Él… 4.- De la Eucaristía a la Misión El Señor nos invita a evangelizar: “Id al mundo entero y haced discípulos míos a todas las gentes…”. El Señor está con nosotros y nos ayuda. Hagamos presente el Evangelio allí donde vivimos, trabajamos…. Terminamos. Unidos en la oración. Cáceres, 22 de octubre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, 15 octubre 2012

HOMILÍA XXIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO – 2012 CICLO “B” PROPAGACIÓN DE LA FE - DOMUND “Misioneros de la Fe” * EL CARTEL del DOMUND presenta la Cruz sobre un muro, esto es, en los lugares comunes por donde discurre la vida los hombres. Y en la base de la Cruz, dos manos extendidas, en una doble actitud: de ACOGER la misericordia y la fortaleza que mana de la Cruz y, al mismo tiempo, de DISPONIBILIDAD: estar dispuesto a ser misioneros de la fe, asumiendo el compromiso que hicimos el día de nuestro bautismo. En el interior de las manos están los 5 continentes: Jesús murió por todos los hombres; también nosotros debemos llevar en nuestra oración, en nuestro sacrificio, y en nuestro compromiso solidario a toda la humanidad. * LOS MISIONEROS son: HOMBRES DE FE: como Abraham que, cautivados por la palabra de Dios, han dejado su casa y su tierra, para llevar el evangelio a otros lugares. HOMBRES DE CARIDAD: que no sólo han entregado una limosna, más o menos generosa, sino también están derrochando sus energías, su tiempo y todo su amor al evangelio, asumiendo estilos de vida pobre y padeciendo, frecuentemente, la persecución y la muerte. * OREMOS POR D. FÉLIX CARRONDO El pasado día 7 de octubre, D. Félix Carrondo Pérez, sacerdote diocesano, misionero en Brasil durante muchos años, fallecía a los 84 años. Ha querido que su cuerpo fuera enterrado y plantado como hermosa planta en aquellas tierras con las que él compartió el tesoro del evangelio, esperando la resurrección de los muertos.. D. Félix fue mi catequista, siendo él estudiante del último curso de teología, cuando yo era niño, en San Ignacio de Loyola de Coria, antes de ingresar en el Seminario Conciliar de Coria. Gracias, Señor, por él. Te lo confiamos a Ti y lo dejamos en tus manos misericordiosas de Padre. * ENSEÑANZAS DEL PAPA: “Muchos sacerdotes, religiosos y religiosas de todas partes del mundo, numerosos laicos y hasta familias enteras dejan sus países, sus comunidades locales y se van a otras iglesias para testimoniar y anunciar el Nombre de Cristo, en el cual la humanidad encuentra la salvación. Se trata de una expresión de profunda comunión, de un compartir y de una caridad entre las Iglesias…” ¿Qué es el DOMUND? El DOmingo MUNDial de las Misiones es el día en el que toda la Iglesia reza y colabora económicamente en favor de la actividad evangelizadora de los misioneros. ¿Quiénes son los misioneros? Sacerdotes, religiosos y religiosas, y laicos que han sido enviados, por un periodo largo de tiempo o para toda la vida, a países donde aún no se conoce el Evangelio. En la actualidad hay más de 14.000 misioneros por todo el mundo. ¿Qué hacen los misioneros? Anuncian el Evangelio a quienes aún no conocen a Jesús. Al mismo tiempo, asumen la responsabilidad en proyectos educativos, sanitarios y de promoción social de las personas y pueblos que atienden. ¿Cómo colaborar con ellos? Rezando por ellos y colaborando económicamente con las Obras Misionales Pontificias, para que éstas puedan distribuir, con carácter de universalidad, todos los donativos recibidos. 1.- Las lecturas * Profeta Isaías 53,10-11: El profeta Isaías habla del Servidor de Dios. Y dice de él: “Cuando entregues tu vida como expiación verás tu descendencia y se prolongarán tus años…”. * Salmo Responsorial 32. Con el salmista digamos desde lo más profundo de nuestra alma: ¡Señor! Que tu misericordia venga sobre nosotros como lo esperamos de Ti. La necesitamos. * Carta a los Hebreos 4,14-16: Con profunda fe y seguridad, acerquémonos al trono de la gracia que es Jesucristo de cuya plenitud hemos recibido todos “gracia tras gracia”. * Evangelio según San Marcos 10,35-45: Contemplemos una vez más a Jesucristo con fe y amor. Él es el Hijo del Hombre que ha venido al mundo no para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos. Jesús nos exhorta a no ambicionar la grandeza o el poder, sino a elegir ser servidores de todos. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Jesucristo es el Sumo y eterno Sacerdote Cristo tuvo que hacerse semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado, para llegar a ser sumo sacerdote compasivo y digno de fe (Heb. 2,17-19). Cristo es sacerdote compasivo y misericordioso en sus relaciones con todos nosotros. Por eso podemos acercarnos a Él con confianza y seguridad ya que encontraremos en Él el amor, la misericordia y el perdón de Dios para nuestras faltas y pecados. Cristo es digno de fe en lo que se refiere a las relaciones con Dios. Nos podemos fiar de Él. Cristo es el Hijo de Dios hecho hombre. Él nos une al Padre por la fuerza del Espíritu Santo. No nos dejará nunca solos en los caminos del mundo. El sacerdocio de Cristo es eterno. No pasa nunca. Se prolonga sacramentalmente en la Iglesia y entre nosotros en el sacerdocio ministerial. Tengamos siempre presente que el sacerdote, todo sacerdote, es sacramento de Cristo Cabeza, Pastor y Servidor de la Iglesia. Todo sacerdote es “sacramento de Cristo mediador”. Oremos al Señor para que suscite de entre los jóvenes vocaciones al sacerdocio ministerial. ¡Danos, Señor, muchos y santos sacerdotes!. No nos cansemos nunca de rogar al Señor para que siga suscitando vocaciones al Sacerdocio. Oremos por nuestros sacerdotes para que perseveren en el sacerdocio y sean siempre signos transparentes y visibles de Cristo Sacerdote. De una manera especial oremos por nuestros sacerdotes enfermos, necesitados… 2.2.- Acerquémonos al trono de la misericordia ¡Qué palabras tan hermosas acabamos de escribir! Gracias, Señor, porque nos las has regalado y nos concedes la fuerza para poder proclamarlas, decirlas… Podemos acercarnos al trono del Señor porque es un trono de amor y de misericordia, de perdón y de compasión. No tengamos miedo al Señor porque el miedo es lo opuesto a la fe, como dijo Jesús a sus discípulos en el lago (Mt.14,26-27; Jn.6,16-21). ¿Quién es ese trono? La respuesta es fácil. Jesucristo es el trono de la misericordia y del amor, de la bondad y del perdón de Dios para todos los seres humanos; también para ti. Acércate a Él, hermano. No lo dudes un instante. Por grandes que sean nuestros pecados y faltas, muchísimo más grande es la misericordia de Dios ya que es infinita. ¿Dónde encontramos ahora ese trono de misericordia? Esa misericordia llega a nosotros cada vez que recibimos el sacramento de la Penitencia. El sacerdote confesor en Nombre y con la autoridad de Jesucristo nos dice: “Yo te absuelvo de tus pecados en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Realmente es una maravilla de la gracia inmensa de Dios. Sentimos mucho los sacerdotes que los fieles se acerquen poco a recibir este sacramento. Desde estas líneas os invito a recibir con frecuencia y dignamente este sacramento del amor y de la ternura, del perdón y del amor, de Dios para todos. 2.3.- Anunciemos a Jesucristo Insertamos aquí unas enseñanzas del Papa Benedicto XVI que ofreció en la apertura del Sínodo de la Nueva Evangelización: “Durante el Concilio había una emocionante tensión con relación a la tarea común de hacer resplandecer la verdad y la belleza de la fe…” Y la necesidad de que “se reavive en toda la Iglesia aquella tensión positiva, aquel anhelo de volver a anunciar a Cristo al hombre contemporáneo”. Todos somos misioneros. Recordemos estas palabras de Benedicto XVI: Estamos viviendo una época de “desertización espiritual”, dice el Papa. Por eso nos indica: “se necesitan sobre todo personas de fe que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la Tierra prometida y de esta forma mantengan viva la esperanza. La fe vivida abre el corazón a la Gracia de Dios que libera del pesimismo. Hoy más que nunca evangelizar quiere decir dar testimonio de una vida nueva, trasformada por Dios, y así indicar el camino”. “En la proclamación del Año de la Fe, Cristo “hoy como ayer”, nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra” (Carta apostólica “Porta fidei”, 7) Necesitamos, por tanto, retomar el mismo fervor apostólico de las primeras comunidades cristianas que, pequeñas e indefensas, fueron capaces de difundir el Evangelio en todo el mundo entonces conocido mediante su anuncio y testimonio… Es el mandamiento misionero que Cristo ha confiado a sus discípulos y que debe ser un compromiso de todo el Pueblo de Dios, también de nosotros y de cada uno. 3.- De la Palabra a la Eucaristía Participemos con fe viva en la Eucaristía. No nos dejemos atrapar por la rutina y la inercia. Nada hay peor que un alma “acostumbrada, rutinaria”. Cristo es “el pan” de los fuertes. Acerquémonos a recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo de forma consciente, digna, fructuosa….”El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día” (Jn.6,54). El Señor nos da la fuerza necesaria para perseverar en la fe y para ser sus testigos en el mundo. 4.- De la Eucaristía a la Misión El Señor nos envía en misión: id y haced discípulos míos a todas las gentes…Yo estoy con vosotros hasta el final de los tiempos…No defraudemos al Señor. Él cuenta con nosotros y ha puesto su confianza en todos, también en ti….Participemos en la misión de nuestras parroquias, de nuestros arciprestazgos, de nuestra diócesis…con el don, carisma o ministerio que el Señor nos haya dado. No los dejemos improductivos… ¿Qué le vamos a decir al Señor cuando nos pida cuentas de nuestra vida? Aún estamos a tiempo para hacer fructificar los talentos que el Señor nos ha dado para común utilidad, para la edificación de la Iglesia, para el servicio de los hermanos, especialmente de los más necesitados… Colaboremos en hacer realidad el objetivo pastoral de nuestra diócesis: “Anunciar al Señor realizando la caridad”: “la fe que obra por la caridad”. Terminamos. Unidos en la plegaria Cáceres. 15 de octubre de 2012 Fiesta de Santa Teresa de Jesús Nada te turbe; nada te espante. Todo se pasa; la paciencia todo lo alcanza; Quien a Dios tiene, nada le falta… Sólo Dios basta… Florentino Mu