Friday, December 28, 2012

La Solemnidad de La Sagrada Familia, 30 diciembre 2012

HOMILÍA SAGRADA FAMILIA DE NAZARET – 2012 CICLO “C” Estamos llegando al final del año 2012 Dios nos ha regalado este año. Es el momento de agradecer a Dios esta gracia Es el momento propicio para recoger como en un ramillete todo este año con el fin de ofrecérselo al Padre por Cristo en el Espíritu. Es el momento de pedir a Dios perdón de nuestras faltas, pecados… Es el momento de salir de nosotros mismos, de iniciar el camino de vuelta hacia el Señor y de entrar en la Casa del Padre, como el hijo pródigo Es el momento de hacer una revisión de nosotros mismos a la luz de los mandamientos de la ley de Dios, de las bienaventuranzas de Jesús, del precepto del amor… Es el momento de hacer una buena confesión de nuestros pecados en el sacramento de la reconciliación… Es el momento de hacer unos buenos propósitos a la luz del Evangelio del Señor de cara al año nuevo que llega Es el momento para re-iniciar el seguimiento de Jesús con nuevo ilusión por la senda de las bienaventuranzas… No estamos solos en la vida… El Señor nos acompaña siempre… ¡Padre!, haz de mí lo que quieras… Tomad, Señor, y recibid toda mi voluntad, mi memoria… 1.- Las Lecturas * Libro del Eclesiástico 3,2-6.12-14. Quien honra a sus padres recibirá la bendición de Dios y su oración será escuchada por Dios. ¡Hijo!, cuida de tus padres siempre, atiende a tus padres en su ancianidad, no los abandones ni les causes tristezas mientras vivan. * Salmo Responsorial 127. La herencia que da el Señor son los hijos. Acoged y acompañad a vuestros hijos con profundo amor y respeto ya que son don y regalo del Señor para los padres. * Carta de san Pablo a los Colosenses 3,12-21. Como elegidos y amados de Dios, revestíos de entrañas de misericordia, de bondad, de paciencia, de mansedumbre, y perdonaos unos a otros como el Señor os perdonó a vosotros. De este modo podemos vivir en familia como verdaderos hermanos bajo la mirada amorosa y benevolente de Dios. * Evangelio según san Lucas 2,41-52. Jesús bajó con ellos a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba todas las cosas en su corazón. Jesús crecía en edad, sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres. Que crezcamos nosotros como Jesús 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Unos textos para la reflexión “La familia cristiana, cuyo origen está en el matrimonio -que es imagen y participación de la alianza de amor entre Cristo y la Iglesia- manifestará a todos la presencia viva del Salvador en el mundo y la auténtica naturaleza de la Iglesia, ya por el amor de los esposos, la generosa fecundidad, unidad y fidelidad, ya por la cooperación amorosa de todos sus miembros (GS 48). “La familia es escuela del más rico humanismo. Para que pueda lograr la plenitud de su vida y misión, se requiere un clima de benévola comunicación y unión de propósitos entre los cónyuges y una cuidadosa cooperación de los padres en la educación de los hijos” (GS 52). 2.2.- La familia, manantial de amor y de vida La familia es el manantial y la fuente de la vida. Que bien lo expresa el salmo: “tus hijos, como renuevos de olivo en torno a tu mesa”. Una maravilla que todos debemos cuidar, proteger. Es una inmensa tristeza la familia que voluntaria y conscientemente se niega y se cierra a ser fuente de vida llegando de este modo a ser estéril, infecunda… Los hijos son la mejor y más maravillosa corona que los padres pueden ceñir a lo largo de sus vidas, especialmente en su ancianidad. Es verdad que los padres necesitan cosas, servicios…como todos nosotros; pero no olvidemos nunca que lo que ellos más necesitan en su ancianidad es estar acompañados con ternura y respeto, ser escuchados con amor y atención, estar rodeados de quienes más los quieren… 2.3.- La familia y la vida humana El beato Juan Pablo II afirmó que “la inviolabilidad de la persona, reflejo de la absoluta inviolabilidad del mismo Dios, encuentra su primera y fundamental expresión en la inviolabilidad de la vida humana…El titular del derecho a la vida es el ser humano, en cada fase de su desarrollo, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural; y cualquiera que sea su condición, ya sea de salud o de enfermedad, de integridad física o de minusvalidez, de riqueza o de miseria” (cf. GS 27) (ChFL 38). A la luz de estas enseñanzas, con el Magisterio de la Iglesia rechazamos el aborto, la eutanasia, el suicidio deliberado, la destrucción de embriones, la violencia, la tortura, moral o física, cuanto ofende a la dignidad humana…”Todas estas prácticas y otra parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador” (GS 27). Nunca olvidemos que la vida del hombre es don de Dios y de este señorío divino se derivan la sacralidad e inviolabilidad de la vida humana. Decimos también que la vida humana es el primer derecho natural que tiene el ser humano y debe ser respetado en todo tiempo y circunstancia en que se encuentre esta vida humana. Por eso hemos de seguir impulsando la “cultura de la vida” ante todo signo o práctica de la “cultura de la muerte” (cf. ChFL 38). Os invito a los esposos, a los padres, a las familias, a los educadores, a todos, a asumir y realizar con la ayuda de la divina gracia y con la colaboración de todos el compromiso de: * Anunciar el Evangelio de la vida, * Celebrar el Evangelio de la vida, y * Servir al Evangelio de la vida. Magnífico programa de acción evangelizadora al servicio de la vida humana en estos tiempos nuestros en que se promueven tantas agresiones a la vida concebida y no nacida y a la vida humana ya nacida. No dejemos desprotegida la vida humana en cualquier circunstancia en que se encuentre. 2.4.- La Familia transmisora de la fe y de los valores La familia es también lugar de transmisión de la fe. Los padres cristianos tienen el deber de educar en cristiano a sus hijos e hijas; tienen la obligación de transmitirles la fe; tienen el deber de sembrar en los surcos de su conciencia las semillas de los valores morales del evangelio, y cuidar esta siembra. “La familia camina con sus hijos en esos momentos importantes -niñez, adolescencia, juventud…- en los que se va fraguando su madurez y porvenir” (Subcomisión Episcopal de la Familia. Nota. Jornada de la Sagrada Familia). En la actualidad hay hogares cristianos que están dejando de ser transmisores de la fe, ya que algunos padres no son ya los catequistas de sus hijos. En estos casos, los niños crecen sin haber sido iniciados en la experiencia de Dios por lo que no saben rezar y no rezan. Es necesario que los hogares cristianos sean de verdad lugares donde los padres transmitan la fe a sus hijos con la palabra, con el testimonio de sus vidas…”La familia es el ámbito natural donde es acogida la fe y la que va a contribuir de una manera muy especial a su crecimiento y desarrollo. En ella sea dan los primeros pasos de la educación temprana de la fe y los hijos aprenden las primeras oraciones….También los hijos experimentan el amor a la Virgen, a Jesucristo, y es donde por primera vez oyen hablar de Dios y aprenden a quererlo viendo el testimonio de sus padres (…) Así, la familia es el “lugar privilegiado donde se realiza la unión de “la fe que se piensa con “la vida que se vive” a partir del despertar religioso” (Subcomisión… Ibid.) ¡Queridos padres! Os ruego e invito a que seáis “los catequistas familiares” que participen en las catequesis de la Parroquia… No renunciéis a esta tarea educativa y catequética tan hermosa y tan necesaria siempre de vuestros hijos, ni la olvidéis. Bien sabéis que sois los primeros responsables de la educación integral de vuestros hijos. La familia es escuela de rico humanismo. Educad a vuestros hijos en la paz y en la honestidad, en la verdad y el respeto, en la solidaridad y en la honradez, en la justicia y la responsabilidad. Ayudad a vuestros hijos a que sean de verdad hijos de Dios, hermanos de todos y servidores de los más necesitados. 3.- Participemos en la Eucaristía Como Elías, necesitamos el pan para el camino. Bien preparada nuestra alma recibamos al Señor. Él es el pan de los fuertes. No demos la espalda a este pan de vida eterna. “El que come de este pan vivirá para siempre”. 4.- Id al mundo y haced discípulos míos a todos Sed mis testigos en medio de los hombres. Sed profetas de Dios en la secularidad Mantened viva la memoria de Dios en la humanidad. Renovad las familias como comunidades de vida y de amor Orad por las vocaciones sacerdotales, religiosas, misioneras, contemplativas… Terminamos. Unidos en la plegaria. Cáceres. 27 de diciembre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

Monday, December 24, 2012

La Navidad, 25 diciembre 2012

HOMILÍA EN LA NATIVIDAD DE JESUCRISTO – 2012 CICLO “C” “Fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús” (Heb.12,2), celebremos la Navidad del Señor. “Señor, auméntanos la fe” (Lc.17,5) para permanecer siempre a tu lado y servirte en los necesitados. “Mostramos ante todo nuestra especial cercanía a las personas afectadas por esta crisis (…) Personas que cada día van engrosando dolorosamente las cifras de la pobreza en nuestra región y a las que es preciso acompañar en su angustia, darles esperanza y de, alguna forma, hacerles ver que no están solas” (Comunicado de los obispos de la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz, “Ante la crisis”; noviembre, 2012). 1.- Las Lecturas (Misa de medianoche) * Profeta Isaías 9,2-7.Un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado. Las palabras de Isaías hoy se han cumplido: la Virgen María nos ha dado a su Hijo Jesús a quien ella concibió por obra del Espíritu Santo. * Salmo Responsorial * Carta de san Pablo a Tito 2,11-14. Se ha manifestado ya la gracia salvadora de Dios a todos los hombres. Por eso una inmensa alegría recorre la tierra entera e inunda el corazón de todos. * Evangelio según san Lucas 2,1-14. “María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada”. Vayamos a Belén a adorar al Niño y a ofrecerle lo mejor de nosotros. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Jesús nació en Belén Se cumplieron las profecías del Antiguo Testamento. La espera llegó a su término. La esperanza terminó al llegar el Salvador y el Redentor de la humanidad. Jesucristo. “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn.1,14). Con estas palabras san Juan presenta el misterio de la Encarnación y del Nacimiento de Jesús. Dios abraza a la humanidad y en ella a todos y a cada uno de nosotros, también a ti. Es un abrazo de paz, de amor, de misericordia, de perdón, de vida, de gracia…Dejémonos abrazar por Dios. Ya no estamos solos en el mundo. Cristo está con todos Ya no vamos por la vida sin rumbo. Cristo es el camino Ya no somos extraños unos a los otros. Cristo nos hermana Ya nos estamos lejos de Dios. Cristo nos hace hijos de Dios Ya no estamos bajo la esclavitud del pecado. Cristo nos redime Acojamos al Señor Gracias, Señor, porque has venido a nuestro mundo Gracias, Señor, porque nos amas y nos perdonas Gracias, Señor, porque nos das la paz verdadera Gracias, Señor, porque nos concedes la fuerza para caminar Gracias, Señor, porque nos esperas siempre Contemplemos el misterio del Nacimiento de Jesús. Jesús nació en humildad, pobreza y sencillez. No había sitio para ellos en la posada. No lo olvidemos nunca. Jesús escogió la pobreza para entrar en este mundo. 2.2.- Vayamos a Belén “Encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Fueron corriendo y encontraron a María, a José y al Niño acostado en el pesebre”. Acojamos el anuncio del Ángel que nos dice también a nosotros: “hoy os ha nacido el Salvador, el Señor. Venid y lo veréis”. No nos mostremos indiferentes ante el anuncio del nacimiento de Jesús. Abramos el corazón a este anuncio que llega a nosotros hoy y aquí, y acojámoslo con gratitud y amor. Vayamos a Belén a ver al Niño que ha nacido. En nuestro mundo actual, Jesús está presente en la Eucaristía, en su Palabra, en los pobres y enfermos, en la comunidad de sus discípulos. ¿Qué nos pide Jesús a cada uno de nosotros? ¿Estamos dispuestos a dárselo como nuestra mejor ofrenda? ¿Descubrimos a Jesús en el necesitado, en el enfermo, en el emigrante, en el marginado? ¿Compartimos nuestros bienes -aunque sean pocos y pequeños- con los que nada tienen? 2.3.- ¿Qué le vamos a ofrecer al Niño Jesús? Sabemos todos que la mejor ofrenda que podemos llevarle y ofrecerle al Niño Jesús no son cosas, sino nuestra propia persona. Nos lo dijo San Pablo: “ofreced vuestros cuerpos -personas- a Dios como ofrenda agradable y santa”. Ofrezcamos al Niño Jesús lo mejor de nosotros mismos, lo mejor que tenemos. Por eso, te decimos hoy mismo: “Señor, dígnate aceptar y acoger con benevolencia nuestra humilde ofrenda que es nuestra persona con sus luces y sombras, con sus virtudes y defectos, con sus deseos de ser bueno y santo… Tú sabes, Señor, que te queremos y te amamos con toda nuestra alma. ¡Acógenos, Señor, en tus manos misericordiosas y compasivas! Ofrezcámosle lo mejor que somos y tenemos al Niño Jesús. Recordemos las palabras de san Pablo: “¿qué tienes que nos hayas recibido? Y si lo has recibido ¿por qué te glorías como si fuera tuyo?”. No olvidemos que “todo es don y gracia de Dios” (San Agustín). Y estos dones de Dios se convierten en nuestras manos en tareas que debemos realizar. Por eso debemos ofrecer al Señor esos dones con los frutos que han producido en nosotros… Tomad, Señor, y recibid mi persona, mi vida, mis obras… 2.4.- ¡Que el Niño Jesús nazca en todos! Este es nuestro mejor deseo y nuestra mejor felicitación navideña: ¡Que el Niño Jesús nazca en todos. • En cada uno de vosotros que recibís la homilía • En los matrimonios, • En las familias, • En la sociedad… • En todos los seres humanos • En el mundo Colaboremos con nuestra oración, con nuestra palabra, con el testimonio de nuestra vida a que Jesús nazca y sea acogido por todos y por todas…Que nadie cierre las puertas de su corazón a Jesús que llama a nuestra puerta siempre… Dejémonos amar por el Niño Jesús que nos tiende sus manos. Un día nos dirá: “venid a Mí los que estáis cansados y agobiados. Yo os aliviaré!”. En momentos de agobio, de enfermedad, de sufrimiento…acerquémonos al Señor que nos acogerá y aliviará. Cristo nos dará un corazón compasivo y misericordioso para que estemos cerca del que sufre y del que llora compartiendo sus dolores, dándole esperanza y ayudándole a superar esas situaciones dolores… ¡Señor! Renuévanos y haz de nosotros “el hombre y la mujer nuevos” con la novedad del Bautismo y del Espíritu Santo. De este modo caminaremos hacia la santidad y podremos ser así los nuevos evangelizadores de la nueva evangelización de la que ten necesitado está nuestro mundo, nuestra sociedad…. ¡Señor! Haz de nosotros instrumentos de tu paz en un mundo necesitado de concordia, de perdón. Ayúdanos a tender puentes de encuentro entre todos los seres humanos. No construyamos nunca muros que nos separen…No vivamos nunca de espaldas unos a otros. Guardemos en nuestra alma su mirada, su sonrisa, su amor. Como María, guardemos en nuestro corazón su palabra y meditémosla. De este modo, nuestra alma será digna morada donde habiten el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. 2.5.- Compartamos nuestros bienes con los necesitados “Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir”. No nos dejemos llevar por la codicia y la avaricia. Necesitamos poco para vivir y ser felices. “Trabaja para que este mundo sea más justo, más fraterno…”No entreguemos el mundo a la avaricia, a la codicia, a la injusticia. Desprendámonos de nuestras rivalidades y seamos respetuosos con todos. El insulto y la descalificación de los demás hacen daño a todos: al que los practica y al que los recibe. Recordemos lo que dijo Jesús: “Tuve hambre y ME distéis de comer…” y actuemos en consecuencia.. Llevemos en adelante una vida sobria, honrada y religiosa. Este es el mensaje para el cristiano. 3.- La Eucaristía Participemos con gozo y alegría en la Eucaristía. Jesucristo está presente real, verdadera y sustancialmente Jesucristo. Participemos en ella bien dispuesto y limpio de pecado nuestro corazón. Oremos por las vocaciones sacerdotales para que en todos los pueblos y naciones del mundo se celebre la Eucaristía, memorial sacramental de la muerte y de la resurrección de Jesucristo. 4.- La Misión Anunciemos a todos los hombres que ha nacido Jesucristo, el Salvador de la humanidad. Él nos trae la paz de Dios para que la construyamos en el corazón, en las familias, en el mundo, Él nos trae el amor de Dios, para que edifiquemos la civilización del amor en el mundo. Él nos trae el perdón de Dios para que lo acojamos en el alma y en el sacramento del perdón y lo testimoniemos y compartamos con los demás. Él nos trae la vida de Dios para que la defendamos en todo momento y en toda circunstancia en que se encuentre, desde el seno de la madre hasta el fin natural de la misma. Él nos trae el pan de Dios (“Belén” significa “casa de pan”) para que lo compartamos con los pobres y necesitados. Feliz y Santa Navidad para todos, de manera especial para los enfermos, los desvalidos, los necesitados. Terminamos. Unidos en la plegaria Cáceres. 22 de diciembre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

IV Domingo de Advient, 23 diciembre 2012

HOMILÍA IV DOMINGO DE ADVIENTO – 2012 CICLO “C” 1.- Las Lecturas * Profeta Miqueas 5,1-4. De ti saldrá el Jefe de mi Pueblo Israel. Abramos el corazón a la venida del Mesías y Salvador de la humanidad. Está ya cerca de todos, también de ti. * Salmo Responsorial 79. ¡Oh Dios, restáuranos que brille tu rostro y nos salve! Muéstranos tu misericordia y damos tu salvación. Te estamos esperando. Señor. * Carta a los Hebreos 10,5-10. Aquí estoy para hacer tu voluntad. Así se presenta el Hijo de Dios hecho hombre: en actitud de obediencia ante el Padre y en actitud de servicio ante la humanidad. * Evangelio según san Lucas 1,39-45. “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” Como Santa Isabel, también nosotros debemos agradecer a la Stma. Virgen María el regalo que nos hace de su Hijo. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Te estamos esperando, ¡Señor! Con las velas encendidas de la fe, de la esperanza y de la caridad salgamos al encuentro del Señor. Avivemos nuestra esperanza y nuestra espera del Señor. Pongamos nuestra esperanza y nuestro corazón en el Señor. No nos dejemos avasallar por las cosas; no demos nuestro corazón a lo que es pasajero y efímero ya que esto nunca llena el alma ni da la felicidad .No nos equivoquemos. Fortalezcamos nuestra fe en esta Navidad del Año de la Fe. El Santo Padre nos invita a fortalecer nuestra propia fe para evitar la rutina y nos urge a colaborar en la transmisión de la fe a quienes no creen, a quienes han perdido la fe y a los que se han alejado de la Iglesia, viviendo en la indiferencia. Avivemos nuestra caridad escuchando el clamor de los pobres, ayudando a los necesitados, socorriendo a los abandonados. La fe nos ha de conducir al ejercicio de la caridad. En efecto la fe sin obras es fe muerta. 2.2.- Contemplemos al Mesías obediente al Padre Es el momento para levantar nuestros ojos inundados por la fe y por el amor para contemplar al Mesías que llega. Sus primeras palabras son claras e interpelantes para todos. Estas son:: “Heme aquí, Señor, para hacer tu voluntad”. Tiene razón san Pablo al decir: “si por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos” (Rm.5,19). El mismo San Pablo dice: “Cristo se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz” (Fil.2,8). La vida de Jesús estuvo marcada totalmente por la obediencia al Padre: desde su nacimiento hasta su muerte. En tantos momentos de su vida pública, Jesús se retiraba él solo a orar a su Padre con estas o parecidas palabras: “Abba, tu voluntad, no la mía”. El propio Jesús dirá en el Huerto de Getsemaní: “Padre, no se haga mi voluntad sino la tuya” (Mc.14, 36) y ya crucificado en la cruz dirá: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Luc.23,46). Toda la vida de Jesús está puesta bajo el signo de la obediencia. Aprendamos nosotros a ser obedientes a Dios, aunque tengamos que pisotear nuestro orgullo y vanidad, aunque tengamos que negar nuestros intereses y egoísmos. Recordemos una vez más que por la obediencia debemos poner nuestra persona, nuestros criterios, nuestros sentimientos y afectos, nuestras obras y comportamientos bajo la escucha de la Palabra de Dios. Por eso, estemos siempre atentos a la Palabra del Señor. ¿Qué me dice el Señor? ¿Qué me pide el Señor? ¿Qué está esperando de mí el Señor? 2.3.- Acojamos a la Stma. Virgen María que viene a Nosotros María viene a nosotros. Quiere que la acojamos en nuestro corazón, como Isabel. María viene a ofrecernos lo más grande que ella tiene porque se lo ha dado Dios: a su propio Hijo. No le cerremos la puerta de nuestra alma ni nos mostremos indiferentes ante su llegada. En este Año de la fe descubramos a María una vez más como mujer creyente y madre de los creyentes. Pongamos de relieve la fe de María y aprendamos de ella. “Siguiendo a María a través de las diversas etapas de su itinerario terreno, se pone de manifiesto su constante y radical confianza en Dios, de forma que parece que, a pesar de ser todo él fruto de la gracia, es al mismo tiempo, obra de la colaboración propia de María al proyecto de Dios (cf. LG 56). * En el misterio de la Anunciación, Maria se muestra como la mujer creyente por excelencia. Sin comprender del todo lo que el Ángel le dice de parte de Dios, María se ofrece a Dios por entero, con una adhesión consciente, amorosa y confiada. María se abandonó en Dios completamente, manifestando “la obediencia de la fe” a aquel que le hablaba a través de su mensajero y prestando el “homenaje del entendimiento y de la voluntad” (DV 5). Ya desde el misterio de la Anunciación, María ha respondido "con todo su "yo" humano, femenino y en esta respuesta de fe estaban contenidas una cooperación perfecta con "la gracia de Dios que previene y socorre" y una disponibilidad perfecta a la acción del Espíritu Santo, que perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones" (LG 56) (RM 13). * En el misterio de la Visitación a Santa Isabel, María, movida por la caridad, ha acudido presurosa a casa de Isabel para visitarla y ayudarla. Cuando entra, Isabel, al responder a su saludo y sintiendo saltar de gozo al niño en su seno, “llena del Espíritu Santo”, a su vez saluda a María en alta voz diciéndole: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” (cf. Lc.1,40ss). Isabel proclama a María bienaventurada, diciéndole: “feliz la que ha creído que se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor” (Lc.1,45). * En la gruta de Belén. Se encamina con José a Belén porque Cesar Augusto ha determinado hacer un censo mundial. No debió ser placentero el viaje porque María estaba esperando el nacimiento de su hijo Jesús. Y nació Jesús en una cueva de Belén. Y María mantuvo y conservó su fe. * En el Templo de Jerusalén, María se muestra también como mujer creyente. Cuando Maria escucha de labios de su querido Hijo Jesús aquellas palabras: “¿No sabíais que tengo que estar en las cosas de mi Padre?”, María no entiende del todo…Pero no protesta. Acoge esas palabras de su Hijo, las guarda en su corazón y las medita en silencio. * En el Calvario. Por medio de la fe, María está unida perfectamente a Cristo en la cruz y participa por medio de la fe en el desconcertante misterio de este despojamiento. “Es ésta tal vez la más profunda kenosis de la fe en la historia de la humanidad. Por medio de la fe la Madre participa en la muerte del Hijo, en su muerte redentora; pero a diferencia de la de los discípulos que huían, era una fe mucho más iluminada” (RM 18). Pidamos a la Virgen Santísima que nos ayude siempre en el camino de nuestra fe y que nos alcanza de su divino Hijo la fuerza necesaria para perseverar en la fe todos los días de nuestra vida hasta que el Señor nos llame de este mundo. ¡Felices Navidades en el Señor para todos! No quiero terminar estas páginas sin que os llegue de mi parte mis más sincera y fraterna felicitación navideña extensiva para vuestras familias y comunidades cristianas. Palabras de aliento y oraciones por los enfermos De manera especial deseo hacer llegar mis mejores sentimientos y oraciones a los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos enfermos, desvalidos, hospitalizados…Que el Señor os ayude, alivie vuestros dolores y os dé su paz.. Oremos por las vocaciones sacerdotales y religiosas En estas últimas fechas de Adviento, quiero también que oremos por las vocaciones sacerdotales y religiosas para que siga habiendo en el mundo personas que nos ayuden a conocer y a vivir de verdad la Navidad de Jesucristo Terminamos. Unidos en la plegaria y en la Eucaristía Seamos testigos del Señor en el mundo. Cáceres. 18 de diciembre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

Thursday, December 13, 2012

Tercer Domingo del Adviento 16 diciembre 2012

HOMILÍA III DOMINGO DE ADVIENTO - 2012 CICLO “C” 1.- Las Lecturas * Profeta Sofonías 3,14-18s. El Señor se alegra con júbilo en ti, te renueva por su amor. Dejémonos renovar por el Señor que viene a nosotros, nos trae la paz y nos ofrece su gracia. * Respuesta a la Palabra de Dios: Profeta Isaías 12,2-6. Gritad jubilosos qué grande es en medio de ti el Santo de Israel. Hagamos nuestra esta invitación del profeta porque el Señor está entre nosotros. * Carta de san Pablo a los Filipenses 4,4-7. Estad siempre alegres en el Señor porque el Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna. * Evangelio según san Lucas 3,10-18 ¿Qué hacemos nosotros? Escuchemos lo que responde Juan Bautista a nuestra pregunta. Acojamos sus palabras y procuremos hacerlas realidad en nuestra existencia. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- El Señor está cerca Esta es la Buena Noticia que os confío y os transmito: el Señor está cerca. Ya está próxima la Navidad. La Virgen esperó con inefable amor de madre a su Hijo a quien concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. Nosotros, como María, también debemos avivar nuestra esperanza en el Señor. Él viene para todos, para la humanidad entera. El viene también para ti, para tu familia… No dejemos que pase lo que queda de este tiempo de Adviento sin que avivemos nuestra esperanza y sin prepararnos debidamente para que el Señor, cuando llegue, nos encuentre velando en oración y cantando su alabanza, y halle nuestro corazón limpio de pecado y lleno de paz y amor. 2.2.- Alegraos, hermanos, porque el Señor está ya cerca Este domingo tercero de Adviento es considerado y llamado por la Liturgia de la Iglesia como el “domingo de la alegría” -“gaudete”-. Sí, hermanos. Somos invitados por la Iglesia a estar alegres porque el Señor está ya próximo. Él es el Señor, el Mesías, el Salvador, el Redentor del hombre. Viene para nosotros, para la humanidad entera, también para ti… Han pasado ya siglos de espera, de oración, de súplica, de ruego…Te decimos hoy y siempre: ¡Ven, Señor, no tardes! Te estamos esperando. Te está aguardando la humanidad entera… Los profetas, los salmistas, los pobres de Yahvé nos siguen acompañando en esta espera porque todos anhelamos que vengas ya…¡Lloved, cielos, al Salvador! Nosotros, los cristianos y las cristianas del siglo XXI, unidos íntima y profundamente con la Iglesia, creemos que “la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se hallan en su Señor y Maestro” (GS 10) Jesucristo. ¡Te esperamos, Señor con las luces encendidas de la fe, de la esperanza y del amor¡ No tardes, Señor!. Con inmensa alegría, proclamamos con la Iglesia que “el Hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre” (GS 22) y que “nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado” (GS 22). Ya nadie está solo ni en la vida ni en la muerte. Con todos está Jesús. A nuestro lado está el Señor sosteniéndonos en la vida, dándonos la fuerza para caminar hasta el punto de que si un día hemos de subir algún monte -dificultad, enfermedad, muerte… -“calvario lo llama él”-, “sentimos en su mano amiga que nos ayuda, una llaga dolorosa”. ¡Una maravilla!, ¿verdad? Por eso, estemos nosotros siempre dispuestos a dar la mano a los que están heridos y caídos en el camino de la vida, como hizo el Buen Samaritano. Jesús nos lo dijo: “anda y haz tú lo mismo”. Navidad es fiesta de amor. 2.3.- ¿Qué debemos hacer nosotros? Ante la venida ya cercana del Señor, nos hacemos nosotros la misma pregunta que aparece en el evangelio de este domingo: ¿qué debemos hacer nosotros?. No debemos quedarnos indiferentes ni con los brazos caídos, viendo pasar los días, las semanas…Esta actitud y comportamiento no nos hace bien ni a nosotros ni a los demás. Veamos lo que dice Juan Bautista y examinémonos a la luz de sus palabras. * A la gente, Juan Bautista le dice: “el que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga de comer, que haga lo mismo” (Lc.3,10s) ¿Qué nos dice estas palabras a nosotros? En este tiempo, en el que tantas personas y pueblos carecen de lo necesario para vivir, pasan necesidad, y muchos seres humanos mueren de hambre…el Señor nos repite: “dadles vosotros de comer”…Compartamos lo que tenemos con los que nada tienen. No olvidemos que en el pobre, a quien ayudamos, está presente el Señor hasta el punto de que es al mismo Señor a quien le ofrecemos nuestra ayuda, nuestro pan, nuestra ropa: “Tuve hambre y ME disteis de comer”, “estaba desnudo y ME vestisteis” (Mt.25). Navidad es tiempo propicio para compartir con los necesitados, los excluidos...Jesús nació en Belén, en una cueva…”No había sitio en la posada”… Participemos y colaboremos en las campañas de caridad y solidaridad con los necesitados que promueven las parroquias, las organizaciones de caridad, otras comunidades cristianas…… Prescindamos de muchas cosas y gastos innecesarios en estas fiestas navideñas y siempre para darlas a los empobrecidos, olvidados, excluidos… Tengamos siempre presente que Jesús, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (IICort.8,9). Aprendamos del Señor… El Plan Pastoral de nuestra Diócesis de Coria-Cáceres para este curso dice: “anunciamos a Jesucristo, ejercitando la caridad”. No lo echemos en olvido. Eso poco que tú puedes hacer a favor de los pobres, si no lo haces se quedará sin hacer siempre… * A unos publicanos, Juan Bautista les dice: “No exijáis más de lo que os está fijado” (Lc.3,13). ¿Qué nos dicen a nosotros estas palabras? Seamos respetuosos y justos. No exijamos lo que no nos pertenece. Tengamos paz en nuestra conciencia y en nuestra vida. Eduquemos para la justicia, el respeto, la solidaridad… Colaboremos todos en hacer que este mundo sea más fraterno, más justo, más abierto a Dios. Esforcémonos nosotros en conseguir unos criterios y unos comportamientos más evangélicos, más caritativos y solidarios con los empobrecidos. * A unos soldados, Juan Bautista les dice: “No hagáis extorsión a nadie. No hagáis denuncias falsas y contentaos con vuestra soldada” (Lc.3,14). ¿Qué nos dicen estas palabras a nosotros? Juan Bautista nos exhorta a ser respetuosos con todos, a promover y respetar los derechos de todos y de cada uno, a no dejarnos llevar ni de la codicia ni de la avaricia, a no tratar injustamente a nadie, a no hacer sufrir a nadie. El séptimo mandamiento de la ley de Dios sigue vigente para todos: “no robarás”. El insulto, la descalificación, la exclusión, la marginación de las personas, no nos llevan a ningún sitio, ni sirven para nada. Evitemos siempre la mentira y no hagamos denuncias ni comentarios falsos de nadie…; ni siquiera en broma. Decía San Agustín que “la mentira, ni jugando”. El ser humano está hecho para la verdad y ha de cultivar siempre la sinceridad… 2.4.- Oremos al Señor por las vocaciones sacerdotales y religiosas Necesitamos en la Iglesia y en el mundo sacerdotes y religiosos que, como Juan Bautista, sean verdaderos profetas que nos recuerden las exigencias del Evangelio, denuncien los pecados y las injusticias y nos ayuden a ser fieles al Señor. Oremos al Señor. 3.- De la Palabra a la Eucaristía La Palabra que hemos escuchado se hace realidad viva en la Eucaristía. El sacerdote, ministro de Jesucristo, por las palabras de la consagración y la fuerza del Espíritu Santo, convierte el pan en el Cuerpo de Cristo entregado por nosotros; y convierte el vino en la Sangre de Cristo derramada por nuestros pecados. Pidamos al Señor que nos ayude a nosotros a entregar nuestra persona por los necesitados, los enfermos, los excluidos… 4.- De la Eucaristía a la Misión El Señor nos envía al mundo a ser sus testigos. Con la ayuda de la gracia divina, salgamos de nuestros egoísmos e insolidaridades y construyamos en el mundo la civilización del amor que comienza por el respeto sagrado a todo ser humano. No nos encerremos en nosotros mismos ni en nuestros intereses. Escuchemos el clamor de los pobres y respondamos con generosidad. ¿Qué vamos a hacer nosotros? ¿Qué voy a hacer yo? Terminamos. Unidos en la oración Cáceres. 10 de diciembre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

Monday, December 10, 2012

Segundo Domingo del Adviento, 9 diciembre 2012

HOMILÍA IIº DOMINGO DE ADVIENTO – 2012 CICLO “C” En el centro del Adviento está la Stma. Virgen María que nos muestra con su vida lo esencial de este tiempo litúrgico que consiste en: • La escucha de la palabra de Dios • El deseo de cumplir la voluntad de Dios • El servicio al prójimo. Recordamos hoy de manera especial a los discapacitados. «Mañana se celebra el Día Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Toda persona, aun con sus límites físicos y mentales, aun graves, es siempre un valor inestimable, y como tal debe ser considerada. Aliento a las comunidades eclesiales a estar siempre atentas y abiertas hacia estos hermanos y hermanas. Exhorto a los legisladores y gobernantes a tutelar a las personas con discapacidad y a promover su participación plena en la sociedad» (Benedicto XVI: 2-XII-2012). 1.- Las Lecturas * Profeta Baruc 5,1-9. El profeta invita a Jerusalén a renovarse porque Dios mostrará su esplendor a todos. También nosotros debemos prepararnos para recibir y acoger al Señor que viene a nosotros. * Salmo 125. El salmista recuerda con gozo y alegría la liberación de Israel de la esclavitud de Babilonia y manifiesta: el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres. Hagamos nuestra esta oración alegrándonos de que el Señor viene a nosotros. * Carta de san Pablo a los Filipenses 1,4-6. 8-11. San Pablo nos recuerda que al final de los siglos volverá el Señor con gloria y esplendor y les dice a los cristianos de Filipos: Que lleguéis al día de Jesucristo limpios e irreprensibles para gloria y alabanza de Dios. * Evangelio según san Lucas 3,1-6. San Juan Bautista nos invita a prepararnos para la venida del Señor. Ese día, todos verán la salvación de Dios. Despertemos del sueño de la indiferencia y abramos el corazón para que el Señor nazca y habite en él. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Preparad el camino del Señor Es la voz y la invitación de Juan Bautista. Con imágenes tomadas de la naturaleza nos llama a preparar los caminos del Señor, a convertirnos y a volver al Señor. * Salgamos de las situaciones que no son conformes con los mandamientos de la ley de Dios. Jesús nos ha dicho: “Si quieres entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos”.Por eso, examinemos con verdad nuestra vida, nuestros comportamientos, nuestras actitudes, nuestros sentimientos, nuestros afectos…a la luz de los mandamientos de Dios y tengamos el valor y la decisión, si es necesario, de iniciar una vida nueva que sea más evangélica, más cristiana, más santa… ¿Presto la debida atención a los mandamientos de Dios? ¿Examino mi corazón y mi vida a la luz de los mandamientos? * Adentrémonos por la senda de las bienaventuranzas para imitar más y mejor a Jesús que es el bienaventurado por excelencia. Jesús nos ha dicho: “si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes dáselo a los pobres., ven y sígueme”. ¿Qué me dicen a mí las bienaventuranzas de Jesús? ¿Estoy dispuesto a entregar al Señor todo para conseguir el reino? Debemos preparar nuestra alma para que sea digna morada del Señor. Quitemos de ella todo aquello que nos aleje del Señor y del prójimo. Renovemos nuestros criterios para que sean más evangélicos. 2.2.- El Señor quiere nacer en nuestro corazón y en nuestra vida No es suficiente quedarnos en lo externo, en lo superficial porque es efímero y pasa con rapidez. Hemos de ir a lo esencial, a lo que permanece..No nos quedemos anclados y parados en palabras penúltimas, sino que vayamos a las palabras últimas y definitivas: Dios, Cristo, el Reino, la Gracia… Preparemos nuestra alma para que el Señor nazca en ella. Acerquémonos al Sacramento de la Penitencia para recibir la misericordia y el perdón de Dios para nuestras faltas, pecados… 2.3.- Transformemos nuestro mundo No nos quedemos en nosotros mismos. Debemos dar un paso más para acercarnos a este mundo y a esta humanidad tan sufriente, tan empobrecida… Los que pasan hambre Los que no tienen trabajo Los que sufren las consecuencia de la guerra y de la violencia Los enfermos y desvalidos Los encarcelados Los emigrantes Los discapacitados El Señor nos pide a todos que abramos los ojos para ver a tantos seres humanos que sufren. El Señor nos pide que abramos los oídos para escuchar el clamor de los pobres. El Señor nos pide que abramos nuestras manos para acoger a los heridos del camino y para curar sus heridas El Señor nos pide que abramos nuestro corazón para ofrecer amor y ayuda fraterna a los necesitados, excluidos… “Tuve hambre y ME disteis de comer; Tuve sed y ME disteis de beber…” Estaba desnudo y ME vestisteis… Estaba enfermo y ME fuisteis a ver Estaba en la cárcel y ME visitasteis…”(Mt.25). Ha llegado el momento de colaborar juntos para hacer de este mundo un lugar pacífico y fraterno donde podamos vivir todos juntos en paz, fraternidad y respeto. Ha llegado el momento de poner una mesa muy grande de norte a sur y de este a oeste, en torno a la cual podamos sentarnos todos para compartir los bienes de la creación que Dios ha creado para todos, sin exceptuar a nadie… Ha llegado el momento de construir entre todos la civilización del amor que comienza por el respeto sagrado a todo ser humano. Realmente estas palabras deben llegar a lo más profundo de nosotros para sintonizar con ellas y hacerlas realidad en la vida y en la historia de cada día. Haremos mucho bien a los demás. 3.- De la Palabra a la Eucaristía Pasemos a la celebración de la Eucaristía donde encontramos al Señor. Recibámoslo con un corazón limpio y humilde para que esté con nosotros siempre, nos acompañe y nos lleve con Él al reino de los cielos, donde seremos eternamente felices con la felicidad de Dios, gracias a su misericordia. 4.- De la Eucaristía a la Misión Salgamos al mundo para ser en él testigos del Señor. Procuremos que el Señor nazca en los matrimonios, en las familias, en las comunidades, en los pueblos…Que el mundo acoja al Señor Jesús, el Salvador, el Redentor de la humanidad… Terminamos. Unidos en la oración Cáceres. 3 de diciembre de 2012