Friday, August 31, 2012

XXI Domingo del Tiempo Ordinario, 26 agosto 2012

HOMILÍA XXI DOMINGO TIEMPO ORIDNARIO - 2012 CICLO “B” A modo de introducción En los últimos domingos hemos meditado y reflexionado sobre el capítulo sexto del evangelio según san Juan que contiene el discurso de Jesús sobre el pan de la vida. La novedad eucarística de este discurso de Jesús sobre el “pan de la vida” suscita en los discípulos y seguidores de Jesús una crisis. Sus palabras “mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida” son difíciles de entender y, por tanto, de aceptar. Ellos deben elegir: seguir a Jesús o abandonarlo. Nosotros también tenemos que optar entre seguir a Jesús o dejarlo. Como los primeros discípulos: quedémonos con el Señor para siempre. Él no nos dejará ni nos defraudará. Nos lleva en su corazón. 1.- Las Lecturas * Libro de Josué 24, 1-2a.15-17. Los israelitas, al instalarse en la tierra prometida, han de tomar una decisión muy importante que orientará su vida en el presente y en el futuro. Han de elegir entre servir a Dios o a los ídolos de los pueblos. La respuesta es clara: “nosotros serviremos al Señor. ¡Es nuestro Dios!”. Nosotros, cristianos del s. XXI, también elegimos a Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo.. * Salmo Responsorial 33. Gustad y ved qué bueno es el Señor; dichoso el que se acoge a Él. Que estas palabras llenen nuestro corazón y den sentido a nuestra vida. * Carta de San Pablo a los Efesios 5,21-32. El amor conyugal se fundamenta en el amor de Jesucristo a la Iglesia. Los esposos cristianos han de tener siempre ante sus ojos el amor redentor y salvador de Cristo y han de imitarlo en sus relaciones esponsales. * Evangelio según San Juan 6,60-69. Los discípulos de Jesús toman una decisión concreta y generosa ante la crisis suscitada. San Pedro dice a Jesús: “Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna”. Muchos se marcharon y abandonaron a Jesús, pero ellos se quedaron con Jesús para siempre. Digamos nosotros a Jesús con nuestra alma y nuestro corazón: Señor, te seguiré a donde quiera que vayas. Cuenta con nosotros. Cuenta conmigo. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Elegir al Señor y no a los ídolos del mundo En nuestra vida existen momentos en los que hemos de tomar una decisión concreta ya que nos encontramos ante distintas opciones. En estas circunstancias hemos de tener la valentía de elegir siempre al Señor, hemos de estar dispuestos a seguir siempre el Evangelio, hemos de tomar partido por los auténticos valores morales que son anteriores a nuestras discusiones, deliberaciones y decisiones. En ocasiones podemos sentir la seducción que el dinero y el placer ejercen sobre nosotros; en otros momentos podemos experimentar la atracción que el poder y la fama pueden dejar sentir sobre nosotros… Es entonces cuando hemos de decidir escogiendo al Señor: nosotros seguiremos al Señor, nosotros iremos con el Señor y no le daremos la espalda abandonándolo. Es entonces cuando debemos abandonar para siempre los ídolos de este mundo ya que ni salvan ni liberan al hombre, sino que le piden adhesión total, le exigen adoración plena y, al final, dejan a sus seguidores vacíos, sin futuro y con una vida sin sentido. La experiencia confirma lo que acabamos de decir. No nos dejemos embaucar ni engañar por tantos reclamos que hoy nos llegan desde tantos sitios, lugares, medios. El ser humano vale más por lo que es y por lo que está llamado a ser por Dios que por lo que tiene, disfruta, goza… 2.2.- Seguir al Señor Hemos elegido al Señor para quedarnos con Él y para seguirlo por los caminos del Reino de Dios. Nuestra elección del Señor no es teórica ni abstracta, sino personal y real, vital y existencial. Por eso debemos traducirla en el seguimiento de Jesús optando siempre por los valores del Reino de Dios. Los valores más importantes del Reino son: * la filiación divina: somos hijos adoptivos de Dios en Jesús, el Hijo de Dios por naturaleza. * la fraternidad: somos hermanos en Jesús, el Hermano universal. * el servicio: somos servidores en Jesús, el servidor por excelencia que entregó su vida por la salvación de todos-. Hagamos un alto en el camino de nuestra vida y en la senda de nuestra fe. Es bueno y necesario que nos preguntemos con verdad y delante de Dios cómo estamos viviendo nuestra condición de hijos adoptivos de Dios, cómo estamos realizando nuestra condición de hermanos de los demás en estos tiempos de crisis, de sufrimiento, de necesidades…; cómo entendemos nuestra existencia: si como un servicio desinteresado a los demás o desde el egoísmo, la insolidaridad, la violencia… Es hora de hacer esta reflexión ante Dios y ante los demás. Es hora de pasar de hacer grandes declaraciones a tomar y realizar compromisos concretos a favor de la vida, de la paz, de la justicia, del perdón…que ayuden a otros a salir de la miseria, del abandono, del hambre… Es hora para vivir de verdad nuestra condición de cristianos: hijo de Dios, hermano de todos, servidor de los más necesitados… 2.3.- ¡Ayúdanos, Señor! Este camino ni es fácil ni es cómodo. Con frecuencia es complejo, difícil. En un mundo que se olvida de Dios y está volcado de manera especial sobre lo material, hemos de estar dispuestos siempre a ser y permaneced libres con la libertad de los hijos de Dios. ¡Libres! Sí. Libres ante el dinero ¡Libres! Sí. Libres ante el poder ¡Libres! Sí. Libres ante el pecado. Libres para amar, para servir, para dar la vida por los demás Libres para Dios. ¡Señor! Danos el pan de la Eucaristía que es manantial de libertad, de entrega, de amor. ¡Señor! Mantén en nosotros la fe, la esperanza y el amor. ¡Señor! Ayúdanos a perseverar en tu seguimiento sin abandonarte nunca. 3.- De la Palabra a la Eucaristía ¡Señor! Creemos que estás real, verdadera y sustancialmente presente en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. ¡Señor! Gracias por estar con nosotros hoy, mañana y siempre. ¡Señor! Gracias por ser el alimento que nos da la fuerza para seguirte por los caminos del mundo hasta llegar a la Casa del Padre en el cielo. Participemos con el alma limpia de todo pecado mortal en la Eucaristía comulgando con el Cuerpo y la Sangre de Cristo 4.- De la Palabra a la Eucaristía El que comulga con el Cuerpo entregado de Cristo y con la Sangre derramada de Cristo ha de estar dispuesto siempre a entregar su vida por los demás. Llevemos una vida eucarística dando gloria y alabanza al Padre por Cristo en el Espíritu Santo, entregando nuestra vida por los demás, intercediendo por la humanidad y dando gracias al Padre por el don de su Hijo Jesucristo que es nuestro Redentor y nuestro Salvador... A la luz de lo que estamos meditando, podemos preguntarnos cada uno: ¿Qué me está pidiendo el Señor a mí aquí y ahora? ¿Estoy dispuesto a dárselo? Terminamos. Unidos en la plegaria Cáceres. 20 de agosto de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

XXII Domingo del Tiempo Ordinario, 2 septiembre 2012

HOMILÍA XXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO – 2012 CICLO “B” 1.- Las lecturas * Libro del Deuteronomio 4,1-2.6-8. Moisés entrega al pueblo los mandatos de Dios y les dice que no añadan nada; de este modo cumplirán los preceptos del Señor. * Salmo Responsorial 14. Con el salmista nos volvemos al Señor y preguntamos: “Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?”. Escuchemos y meditemos la respuesta del Señor. Nos hará mucho bien.. * Carta de Santiago 1,17-18. 21b-22. El apóstol Santiago nos exhorta a llevar a la práctica las palabras del Señor. No nos limitemos a escucharlas, sino que consintamos con agrado que nos construya interiormente y vivamos en conformidad con ella. * Evangelio según san Marcos 7,1-8.14-15. 21-23. Jesús critica a los que se aferran a la tradición de los hombres y dejan de lado la Palabra de Dios. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- El Señor nos habla hoy y siempre El Señor nos sigue hablando hoy y aquí a todos y a cada uno. Y ¿dónde nos habla el Señor? * En las Escrituras Santas. Volvamos a las fuentes de la revelación divina: Sagrada Escritura y Tradición: “la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la Palabra de Dios confiado a la Iglesia” (DV 10). Es hora de volver a tomar en nuestras manos la Sagrada Escritura para leer y meditar sus textos y conocer mejor a Jesucristo. Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo. Es hora de descubrir en la Sagrada Escritura lo que Dios quiere de nosotros, de cada uno, de ti mismo. Es hora de que los padres cristianos inicien y enseñen a sus hijos a leer las Escrituras, a meditarlas, a descubrir en ellas a Jesucristo…Los padres son los primeros catequistas y educadores de sus hijos. * En la conciencia de cada uno ya que “la conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella. Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley, cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo” (GS 16). Recuperemos la conciencia que siempre nos invita y nos urge con estas palabras: “haz el bien y evita el mal”. Y formemos bien nuestra conciencia. Para ello “los fieles en la formación de su conciencia, deben prestar diligente atención a la doctrina sagrada y cierta de la Iglesia” (DH 14). * En los pobres y necesitados. Siempre y de manera especial en estos tiempos de crisis, de dificultades…hemos de prestar atención y escuchar el clamor de los pobres. Y en ese clamor percibir y escuchar el grito de Dios que nos pregunta siempre: ¿dónde está tu hermano? ¿qué estás haciendo con tu hermano cuando yo veo a tantos seres humanos despojados, abatidos, hambrientos, perseguidos…? “Tuve hambre y me diste de comer…”(Mt.25) * En los signos de los tiempos. Dios también nos habla a través de los “signos de los tiempos”. Cuando se puso en circulación esta frase a raíz del Concilio Vaticano II, ¿cómo se acudía a ella?, ¿cómo se repetía?, ¿cómo se utilizaba?…Ahora parece que se ha olvidado… Reflexionemos y pensemos… 2.2.- Escucha las Palabra del Señor Os sugiero en esta homilía que a la luz de las lecturas “escuchéis la Palabra de Dios”. Es necesario que estemos siempre dispuestos a escuchar al Señor que nos habla a cada uno. ¿Qué debemos hacer para escuchar al Señor? Ya he escrito sobre este tema en alguna otra homilía. Por eso hoy sólo quiero recordar lo más importante. * La escucha de Dios es una gracia. Como Salomón tenemos que rezar al Señor y pedirle: “¡Dame, Señor, un corazón que escuche!”. “¡Señor, ábreme los oídos para que escuche tu Palabra!” * Hacerse pobre desde dentro. El orgulloso y el soberbio no escuchan a nadie; sólo se escuchan a sí mismos. Desterremos de nosotros el orgullo, la soberbia…si queremos escuchar al Señor que acoge al humilde. * Hacer silencio interior. Apacigüemos nuestro corazón, acallemos nuestras pasiones, pongamos paz interior en nuestra alma… * Poner distancia entre nosotros y las cosas, ya que de lo contrario, las cosas podrían dominarnos, quitarnos la libertad, no dejarnos escuchar al Señor. * Descalzarnos. Es el momento de dejar atrás, como Moisés en el Monte Sinaí, nuestras preocupaciones, angustias… 2.3.- Comportarnos en conformidad con la palabra de Dios escuchada Demos un paso más en nuestra reflexión. La Palabra de Dios que hemos escuchado y acogido en nuestra alma, ha de construirnos y edificarnos como personas, como cristianos, como sacerdotes, como religiosos… y ha de renovar nuestro comportamiento. Todos sabemos que algunos Medios de Comunicación Social pretenden crear un tipo de hombre y de mujer según proyectos que ya no están inspirados en la fe cristiana ni son conformes a ella. Es el momento de ser sinceros con nosotros mismos y con nuestra fe, y actuar en conformidad con nuestra dignidad humana fundamentada en Dios y con nuestra condición de cristianos… Pensemos y actuemos con criterios cristianos. 3.- De la Palabra a la Eucaristía. Es el momento de pasar de la proclamación de la Palabra a la Eucaristía. Jesucristo, Palabra Eterna del Padre, se hace sacramentalmente presente en el misterio eucarístico. ¡Creemos que estás real, verdadera y substancialmente presente bajo los signos sacramentales! ¡Gracias, Señor! 4.- De la Eucaristía a la Misión Ha llegado el momento de ir en misión para anunciar a todos los hombres a Jesucristo. Esta debe ser nuestra tarea más importante y nuestro gozo más inmenso. El Señor nos llama a ser los que hagamos realidad con la fuerza del Espíritu Santo la nueva evangelización de la que tan necesitada está nuestra sociedad. No lo defraudemos. Termino. Unidos en la plegaria Cáceres. 28 de agosto de 2012 Memoria de San Agustín. Florentino Muñoz Muñoz

Friday, August 17, 2012

Viente Domingo del Tiempo Ordinario, 19 agosto 2012

HOMILÍA XX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO - 2012 CILO “B” A modo de introducción Hemos reflexionado sobre la multiplicación de los panes y de los peces, y hemos escuchado que Jesús nos llama a “dar de comer a los hambrientos y empobrecidos” (cf. Mc.6,37) Hemos pasado del pan material al pan de la fe: “el que cree en mí tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día” (Jn.6,40). Nuestro compromiso es fortalecer nuestra fe: formemos nuestra fe, celebremos nuestra fe, vivamos nuestra fe, testimoniemos nuestra fe. Ahora hemos de pasar del pan de la fe al pan eucarístìco. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mi y yo en él” (Jn.6,55-56). Participemos de forma consciente y fructuosa en la celebración de la Eucaristía superando la mera costumbre, la inercia, la rutina… Meditemos despacio este capítulo sexto del evangelio de San Juan que estamos proclamando y explicando en la Eucaristía dominical. Nos hará mucho bien. También les sugiero que seria bueno recordáramos las grandes enseñanzas del Magisterio de la Iglesia sobre la Eucaristía: Concilio de Trento, Concilio Vaticano II, Catecismo de la Iglesia Católica, Documentos de los Papas, declaraciones de las Conferencias Episcopales… 1.- Lecturas * Libro de los Proverbios 9, 1-6. La Sabiduría se ha construido su casa, ha puesto la mesa y prepara un banquete para que sus comensales coman pan y beban vino y no pasen hambre. Un anuncio de la Eucaristía * Salmo Responsorial 33. Gustad y vez qué bueno es el Señor. El salmista nos invita no sólo a conocer a Dios sino a saborear el misterio de Dios. * Carta de san Pablo los Efesios 5,15-20. El Apóstol invita a los cristianos a dejarse guiar por el Espíritu Santo y a dar gracias continuamente a Dios Padre en nombre de Jesucristo, Nuestro Señor, por todos los beneficios que nos ha regalado. * Evangelio según san Juan 6,51-58. Jesús nos ofrece su Cuerpo y su Sangre como verdadera comida y verdadera bebida para que los comensales tengamos vida eterna. Acojamos esta llamada e invitación comulgando devotamente con el Cuerpo y la Sangre del Señor. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Jesús promete la institución de la Eucaristía Ha llegado el momento de acercarnos a descubrir la profundidad de este discurso de Jesús. Jesús nos promete que nos dará a todos un alimento especial. ¿Qué es este pan que nos promete Jesús? No es el pan material pues éste no sacia el hambre, por lo que tenemos la necesidad de volver continuamente a comer este pan No es el maná, “pan llovido del cielo”, ya que quienes lo comieron en el desierto murieron. Entonces, ¿qué pan nos ofrece y nos regala el Señor? El pan que nos entregará el Señor es su propio Cuerpo y el vino que nos dará el Señor es su propia Sangre: “el pan que yo le voy a dar es mi carne por la vida del mundo” (Jn.6,51). Esta donación acontecerá en el Cenáculo de Jerusalén, la noche en que iba ser entregado a la pasión. 2.2.- Los efectos de la Eucaristía Voy a presentar los efectos de la Comunión eucarística fijándome sólo en el texto de este evangelio que proclamamos en este domingo. Hay otros efectos que aparecen descritos en otros lugares del Nuevo testamento, como en San Pablo. * La Vida eterna. “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna” (Jn.6,54). La vida eterna es participación misteriosa pero real en la vida de Dios. Ya en esta vida mortal podemos disfrutar del don de la vida eterna. Abramos nuestra alma al Señor que nos llenará de su vida. Somos como el sarmiento; si estamos unidos a la vid, por nosotros circulará para siempre la misma savia de Cristo: “el que me coma vivirá por mí” (Jn.6,57). De este modo podremos decir como san Pablo: “Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí” (Gál.2, 20). No vayamos a saciar nuestra sed de felicidad a fuentes de aguas corrompidas por el pecado. Vayamos al Señor ya que Él es el manantial de agua que sacia nuestra sed para siempre: “el que beba del agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna” (Jn.4,13-14). * La permanencia de Cristo en él y de él en Cristo. “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él” (Jn.6,56). Otro efecto inmenso de la comunión eucarística es la presencia de Cristo en su corazón y la inserción de él en Cristo. Se llena el alma de la gracia y de la presencia de Cristo. Esta presencia no es transitoria ni momentánea, sino permanente mientras el alma esté limpia de todo pecado mortal. Que podamos decir con san Pablo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?” ¿La tribulación? ¿la angustia? ¿la persecución?, ¿el hambre? (…) En todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó” (Rm.8,35.37). ¡Hermanos! No nos apartemos del Señor nunca. No vayamos tras los ídolos de este mundo ya que ni salvan ni liberan, sino que esclavizan y exigen adoración. * La resurrección. “El que come mi carne y bebe mi sangre (…) yo lo resucitaré el último día” (Jn.6,54). Esta promesa tan impresionante llena de consuelo nuestro corazón, da paz a nuestra alma, suscita esperanza en nuestra existencia. ¡Hermanos! No estamos destinados a la destrucción total. En la muerte nos encontraremos con Jesucristo que es nuestra resurrección y vida. La muerte no es el final de nuestro camino. La muerte es una puerta que nos conduce a la eternidad de Dios. Más aún, un día, el Señor nos llamará de nuestros sepulcros y resucitaremos. Pero, atención, hermanos, recordemos otras palabras de Jesucristo que iluminan lo ya escrito: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que cree en mí no morirá jamás” (Jn.11,25-26). Y en otro lugar del evangelio de Juan dice Jesús: “No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida. Y los que hayan hecho el mal, para la condenación” (Jn.5,28-29). ¡Hermanos! Pidamos al Señor que nos dé su gracia y su ayuda para cumplir su santa voluntad y hacer el bien en nuestra vida. De este modo resucitaremos para la vida eterna, y no para la condenación eterna. Seremos así eternamente felices con la felicidad y el gozo de Dios. * La Eucaristía es el antídoto con el que somos liberados de las culpas cotidianas y somos preservados de los pecados mortales, y formamos la comunidad eclesial y la fortalecemos (Concilio de Trento) 3.- De la Palabra a la Eucaristía La promesa de la Eucaristía se hace realidad en el Cenáculo de Jerusalén. Por la palabra omnipotente de Jesucristo, la sustancia del pan se convierte en la sustancia del Cuerpo de Cristo y la sustancia del vino se convierte en la sustancia de la Sangre de Cristo. Esta conversión es llamada conveniente y propiamente por la Santa Iglesia Católica transustanciación. Permanecen los accidentes del pan y del vino sustentados por la omnipotencia divina. En el sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo juntamente con su alma y divinidad, y por tanto Cristo entero (Concilio de Trento). 4.- De la Palabra a la Misión Seamos apóstoles de la Eucaristía. ¡Muchos ignoran que Cristo está presente en la Eucaristía! Otros hay que, conociendo este misterio eucarístico, ni lo acogen ni lo adoran. Seamos almas eucarísticas ¡Llevemos a otros a la Eucaristía! La Eucaristía es el sacramento de la muerte y de la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. La Eucaristía es el pan de los fuertes y el vino que engendra vírgenes. La Eucaristía es el alimento que sacia el hambre del hombre para siempre y el agua que apaga la sed para siempre. La Eucaristía causa y fortalece la comunión eclesial (San Pablo) La Eucaristía nos envía a compartir nuestro pan con los empobrecidos y necesitados de nuestro tiempo (Hechos). La Eucaristía es “el sagrado banquete en el que recibimos a Cristo, la mente se llena de gracia y se nos da la prenda de la futura gloria”. Unidos en la fe y en el amor a la Eucaristía Oremos unos por otros para que nos salvemos. Oremos por tantos niños y niñas que han recibido este año por primera vez a Jesucristo en la Eucaristía. Participemos en la adoración al Stmo. Sacramento que en la Parroquia de Ntra. Sra. de Fátima de Cáceres y en tantos otros lugares de nuestro mundo se nos ofrece. Terminamos ya. Unidos en la plegaria ante el Señor presente en la Eucaristía Cáceres, 13 de agosto de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

Tuesday, August 7, 2012

Decimonoveno Domingo del Tiempo Ordinario, 5 agosto 2012

HOMILÍA XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO – 2012 CICLO “B” A modo de introducción breve Continuamos proclamando el capítulo sexto del evangelio de San Juan que contiene le discurso de Jesús sobre el Pan de la Vida. Hemos reflexionado sobre la multiplicación de los panes y los peces (Jn.6,1-15) poniendo de relieve que Cristo nos llama a compartir nuestros bienes con los empobrecidos: “Dadles vosotros de comer”. Hemos pasado del pan material al pan de la fe (Jn.6,24-40). “Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo lo resucite el último día” (Jn.6,40). En este domingo volvemos a reflexionar sobre la fe poniendo el acento en la palabra de Jesús que es el verdadero pan de vida para todos los la acogen con fe y amor (Jn.6,41-51). Pidamos al Señor que nos dé un corazón que escuche su palabra, la acoja y se deje construir por ella. Una vez más les invito a que lean despacio y mediten con sosiego todo el capítulo sexto del evangelio de san Juan para que descubran su contenido teológico. 1.-Las lecturas * Primer Libro de los Reyes 19,4-8. Elías se encuentra en el desierto y con deseos de morir ya que no tiene fuerzas para seguir adelante. El Ángel de Dios le ofrece pan y agua para fortalecer sus fuerzas y poder continuar el camino. Elías los acoge y llega al Monte de Dios * Salmo Responsorial 33. Con el salmista digamos hoy y siempre: gustad y ved qué bueno es el Señor. No nos limitemos a conocer al Señor; es necesario que lleguemos a conocer “cómo sabe el Señor” para anunciarlo a los demás. * Carta de san Pablo a los Efesios 4,30 -5,2. San Pablo nos exhorta a vivir una fe práctica que nos ayude a comprender y a perdonar al prójimo. De este modo viviremos en el amor como vivió Cristo. * Evangelio según san Juan 6,41-51. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que come de este pan no morirá sino que vivirá para siempre. La palabra de Cristo es el alimento que da vida para siempre. Acojamos esa palabra con fe y amor, dejando que ella nos construya y edifique. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Necesitamos la ayuda del Señor para caminar Como el profeta Elías, también nosotros necesitamos la ayuda del Señor para perseverar en el camino hacia la Casa de Dios. En efecto, con frecuencia encontramos dificultades en nuestro caminar por este mundo: nuestras debilidades y flaquezas, nuestros cansancios y perezas, nuestras faltas y pecados… Ante esta situación podemos sentir la tentación de pararnos y dejar el camino emprendido, de irnos a otros lugares…Podemos sentir la tentación de abandonar al Señor… En estas circunstancias de duda, de temor…, el Señor se acerca a nosotros para ofrecernos, como a Elías, un alimento que nos da la fuerza para perseverar, para proseguir en el camino emprendido… Jesús no nos ha dejado solos. Él está a nuestro lado y nos acompaña para darnos la fuerza necesaria para perseverar en el camino del seguimiento de Jesús. 2.2.- Amémonos como Cristo nos amó ¿Cómo hemos de comportarnos en nuestro caminar por este mundo? San Pablo, en la segunda lectura de este domingo, nos enseña cómo debemos vivir, actuar y relacionarnos con los demás en nuestro caminar por esta tierra. Recordemos sus palabras: “No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios con que fuisteis sellados para el día de la redención”. San Pablo desentraña esta exhortación poniendo de relieve lo que no agrada al Espíritu Santo y lo que sí le agrada. Veámoslo: * Lo que no agrada al Espíritu Santo y, por tanto, hemos de evitar: “la ira, la cólera, la maledicencia y cualquier clase de maldad”. Todo esto ha de desaparecer de nosotros. * Lo que sí agrada al Espíritu Santo y, por tanto, hemos de hacer: “sed buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo”. Termina el Apóstol Pablo con una exhortación que no debe caer en el olvido sino que debemos mantener siempre viva y permanente en nuestra mente, en nuestro corazón y en nuestra existencia: “y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma”. Amémonos como Cristo nos amó hasta dar su vida por todos nosotros para redimirnos del pecado, de la ley y de la muerte, para que recibiéramos la filiación adoptiva, es decir, para llegar a ser hijos adoptivos de Dios y hermanos de los demás… A la luz de la Palabra de Dios examinemos nuestro corazón y nuestra vida para rectificar lo que sea necesario, para dejar atrás lo que entristece al Espíritu Santo, para asumir el compromiso de vivir siempre en la presencia de Dios construyendo en este mundo la civilización del amor de la que tan necesitado está. 2.3.- Vayamos al Señor Queremos ir a Jesús. Deseamos ver al Señor. Anhelamos estar con el Señor para siempre. Ahora bien, no podemos ir al Señor con sólo nuestras fuerzas. Necesitamos que la gracia de Dios nos prevenga, nos sostenga, nos acompañe, nos fortalezca hasta el encuentro con el Señor. Por eso, te pedimos, Señor, que nos ayudes con tu gracia para salir de nosotros mismos y buscarte a Ti solo con sincero y humilde corazón. Pidamos al Señor que abra nuestro corazón a su persona y a su palabra, que ilumine nuestro entendimiento para conocerlo, que mueva nuestra voluntad para dirigirnos a Él, que nos acompañe siempre ya que sin el auxilio divino no podemos ni creer en Él, ni encontrarlo. ¡Concédenos, Señor, el don y la gracia de conocerte, de amarte, de seguirte, de imitarte…! Hemos de permanecer para siempre en la amistad y compañía de Jesús ya que Él nos ha llamado para estar con Él, para alimentarnos con su palabra de vida y de paz. Pero no nos quedemos aquí. El Señor nos ha llamado para enviarnos a predicar el Evangelio a todos los seres humanos, para ser sus testigos ante los demás, para expulsar los demonios…. 3.- De la Palabra a la Eucaristía Adentrémonos en el misterio de la Eucaristía que es el verdadero pan del cielo. El Señor nos invita a participar en el banquete eucarístico. Tengamos siempre presente que el que come de este pan vivirá para siempre y el Señor lo resucitará en el último día. 4.- De la Eucaristía a la Misión Cuando concluye la Eucaristía, el Señor nos envía en misión a todos los hombres para anunciarles que busquen el alimento que no perece y que nos da la verdadera vida. No seamos profetas mudos delante de los hombres de nuestro tiempo. Terminamos. Unidos en la plegaria. Cáceres, 6 de agosto de 2012 Florentino Muñoz Muñoz