Tuesday, August 7, 2012

Decimonoveno Domingo del Tiempo Ordinario, 5 agosto 2012

HOMILÍA XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO – 2012 CICLO “B” A modo de introducción breve Continuamos proclamando el capítulo sexto del evangelio de San Juan que contiene le discurso de Jesús sobre el Pan de la Vida. Hemos reflexionado sobre la multiplicación de los panes y los peces (Jn.6,1-15) poniendo de relieve que Cristo nos llama a compartir nuestros bienes con los empobrecidos: “Dadles vosotros de comer”. Hemos pasado del pan material al pan de la fe (Jn.6,24-40). “Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo lo resucite el último día” (Jn.6,40). En este domingo volvemos a reflexionar sobre la fe poniendo el acento en la palabra de Jesús que es el verdadero pan de vida para todos los la acogen con fe y amor (Jn.6,41-51). Pidamos al Señor que nos dé un corazón que escuche su palabra, la acoja y se deje construir por ella. Una vez más les invito a que lean despacio y mediten con sosiego todo el capítulo sexto del evangelio de san Juan para que descubran su contenido teológico. 1.-Las lecturas * Primer Libro de los Reyes 19,4-8. Elías se encuentra en el desierto y con deseos de morir ya que no tiene fuerzas para seguir adelante. El Ángel de Dios le ofrece pan y agua para fortalecer sus fuerzas y poder continuar el camino. Elías los acoge y llega al Monte de Dios * Salmo Responsorial 33. Con el salmista digamos hoy y siempre: gustad y ved qué bueno es el Señor. No nos limitemos a conocer al Señor; es necesario que lleguemos a conocer “cómo sabe el Señor” para anunciarlo a los demás. * Carta de san Pablo a los Efesios 4,30 -5,2. San Pablo nos exhorta a vivir una fe práctica que nos ayude a comprender y a perdonar al prójimo. De este modo viviremos en el amor como vivió Cristo. * Evangelio según san Juan 6,41-51. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que come de este pan no morirá sino que vivirá para siempre. La palabra de Cristo es el alimento que da vida para siempre. Acojamos esa palabra con fe y amor, dejando que ella nos construya y edifique. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Necesitamos la ayuda del Señor para caminar Como el profeta Elías, también nosotros necesitamos la ayuda del Señor para perseverar en el camino hacia la Casa de Dios. En efecto, con frecuencia encontramos dificultades en nuestro caminar por este mundo: nuestras debilidades y flaquezas, nuestros cansancios y perezas, nuestras faltas y pecados… Ante esta situación podemos sentir la tentación de pararnos y dejar el camino emprendido, de irnos a otros lugares…Podemos sentir la tentación de abandonar al Señor… En estas circunstancias de duda, de temor…, el Señor se acerca a nosotros para ofrecernos, como a Elías, un alimento que nos da la fuerza para perseverar, para proseguir en el camino emprendido… Jesús no nos ha dejado solos. Él está a nuestro lado y nos acompaña para darnos la fuerza necesaria para perseverar en el camino del seguimiento de Jesús. 2.2.- Amémonos como Cristo nos amó ¿Cómo hemos de comportarnos en nuestro caminar por este mundo? San Pablo, en la segunda lectura de este domingo, nos enseña cómo debemos vivir, actuar y relacionarnos con los demás en nuestro caminar por esta tierra. Recordemos sus palabras: “No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios con que fuisteis sellados para el día de la redención”. San Pablo desentraña esta exhortación poniendo de relieve lo que no agrada al Espíritu Santo y lo que sí le agrada. Veámoslo: * Lo que no agrada al Espíritu Santo y, por tanto, hemos de evitar: “la ira, la cólera, la maledicencia y cualquier clase de maldad”. Todo esto ha de desaparecer de nosotros. * Lo que sí agrada al Espíritu Santo y, por tanto, hemos de hacer: “sed buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo”. Termina el Apóstol Pablo con una exhortación que no debe caer en el olvido sino que debemos mantener siempre viva y permanente en nuestra mente, en nuestro corazón y en nuestra existencia: “y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma”. Amémonos como Cristo nos amó hasta dar su vida por todos nosotros para redimirnos del pecado, de la ley y de la muerte, para que recibiéramos la filiación adoptiva, es decir, para llegar a ser hijos adoptivos de Dios y hermanos de los demás… A la luz de la Palabra de Dios examinemos nuestro corazón y nuestra vida para rectificar lo que sea necesario, para dejar atrás lo que entristece al Espíritu Santo, para asumir el compromiso de vivir siempre en la presencia de Dios construyendo en este mundo la civilización del amor de la que tan necesitado está. 2.3.- Vayamos al Señor Queremos ir a Jesús. Deseamos ver al Señor. Anhelamos estar con el Señor para siempre. Ahora bien, no podemos ir al Señor con sólo nuestras fuerzas. Necesitamos que la gracia de Dios nos prevenga, nos sostenga, nos acompañe, nos fortalezca hasta el encuentro con el Señor. Por eso, te pedimos, Señor, que nos ayudes con tu gracia para salir de nosotros mismos y buscarte a Ti solo con sincero y humilde corazón. Pidamos al Señor que abra nuestro corazón a su persona y a su palabra, que ilumine nuestro entendimiento para conocerlo, que mueva nuestra voluntad para dirigirnos a Él, que nos acompañe siempre ya que sin el auxilio divino no podemos ni creer en Él, ni encontrarlo. ¡Concédenos, Señor, el don y la gracia de conocerte, de amarte, de seguirte, de imitarte…! Hemos de permanecer para siempre en la amistad y compañía de Jesús ya que Él nos ha llamado para estar con Él, para alimentarnos con su palabra de vida y de paz. Pero no nos quedemos aquí. El Señor nos ha llamado para enviarnos a predicar el Evangelio a todos los seres humanos, para ser sus testigos ante los demás, para expulsar los demonios…. 3.- De la Palabra a la Eucaristía Adentrémonos en el misterio de la Eucaristía que es el verdadero pan del cielo. El Señor nos invita a participar en el banquete eucarístico. Tengamos siempre presente que el que come de este pan vivirá para siempre y el Señor lo resucitará en el último día. 4.- De la Eucaristía a la Misión Cuando concluye la Eucaristía, el Señor nos envía en misión a todos los hombres para anunciarles que busquen el alimento que no perece y que nos da la verdadera vida. No seamos profetas mudos delante de los hombres de nuestro tiempo. Terminamos. Unidos en la plegaria. Cáceres, 6 de agosto de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

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