Tuesday, July 31, 2012

Decimoctavo Domingo del Tiempo Ordinario, 29 julio 2012

HOMILÍA XVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO – 2012 CICLO “B” DEL PAN MATERIAL QUE NOS ALIMENTA AL PAN DE LA FE El domingo pasado explicábamos la multiplicación de los panes y de los peces a la luz del Evangelio según San Juan (6,1-15). Descubríamos lo que el Señor nos pedía a todos en estos momentos difíciles y complejos de la historia del mundo, de Europa, de España, de nuestros pueblos y ciudades. Poníamos de relieve los compromisos humanos, éticos y cristianos ante el problema del hambre, de la exclusión, de la violencia… En este domingo, el texto del Evangelio es continuación del anterior y constituye el inicio de la segunda parte del discurso de Jesús sobre “el pan de la Vida”. El contenido doctrinal del evangelio de este domingo es la llamada que nos hace Jesús a la fe (Jn.6,24-35). Por todo ello, vamos a centrar nuestras reflexiones sobre la fe. 1.- Las Lecturas * Libro del Éxodo 16,2-4.12-15. El pueblo de Israel pasa necesidades y hambre en el desierto. El Señor hace llover pan del cielo para todos ellos. Es el maná. * Salmo responsorial 77. El Señor les dio un trigo celeste que los alimente de verdad hasta saciarlos. ¡Danos, Señor, el pan de la fe! * Carta de san Pablo a los Efesios 4,17.20-24. Vestíos de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios. Somos invitados a renovarnos en la mente y en el espíritu para llegar a ser santos. No nos mostremos indiferentes ante la llamada a la santidad que nos hace el Señor. * Evangelio según san Juan 6,24-35. Jesús se presenta como “el pan de vida” que sacia la sed para siempre. Por eso dice: “el que viene a mí, no pasará hambre; y el que cree en mí no pasará sed”. Acudamos al Señor. Así no quedaremos confundidos aunque tengamos que sufrir y padecer por ser fieles al Señor y a su Evangelio. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- Danos, Señor, la fe Nuestra primera palabra es para decir y afirmar que la fe es un don de Dios. Como tantos cristianos hemos de dirigir nuestra humilde oración a Dios y decirle desde lo más profundo del corazón: “¡Señor, yo creo pero aumenta mi fe”. “Filtra en mis secas pupilas dos gotas frescas de fe” San Lucas afirma que “el Señor abrió el corazón a Lidia para que se adhiriese a la palabra de Pablo” (Hech. 16,14). Nos damos cuenta de que necesitamos la gracia de Dios para acoger la palabra de Dios, para creer en Jesucristo. San Juan en su Evangelio nos ofrece esta misma enseñanzas al afirmar que “nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae…Está escrito en los profetas: serán enseñados por Dios” (Jn.6,44-45).La atracción del Padre, necesaria `para la fe es la acción interior de Dios en lo más profundo del ser humano encaminándolo hacia la fe. Meditemos estos textos de la Sagrada Escritura. Descubramos en ellos nuestra propia condición de creyentes. Agradezcamos al Señor que seamos creyentes, y que perseveremos en la fe. ¡Ayúdanos, Señor, a perseverar y permanecer como fieles discípulos tuyos ahora y siempre! El Concilio Vaticano II expone las enseñanzas de la revelación sobre la fe y la necesidad de la gracia para creer en Dios. Es un texto muy importante que les ofrezco a continuación: “Cuando Dios revela hay que prestarle la obediencia de la fe (Rm.16,26) por la que el hombre se confía libre y totalmente a Dios, prestando “a Dios revelador el homenaje del entendimiento y de la voluntad”, y asintiendo voluntariamente a la revelación hecha por Él. Para profesar esta fe es necesaria la gracia de Dios que previene y ayuda, y los auxilios internos del Espíritu Santo, el cual mueve el corazón y lo convierte a Dios, abre los ojos de la mente y da “a todos la suavidad en el aceptar y creer la verdad”. Y para que la inteligencia de la revelación sea más perfecta, el mismo Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones” (Constitución “Sobre la Divina Revelación”,5). De estos textos deducimos que la fe es un don, un regalo de Dios. El Espíritu Santo interioriza la llamada de la Iglesia en el “corazón” del hombre y de la mujer, en tu propio corazón, esto es, en el centro personal de tu pensamiento, de tu decisión, de tu intención. El Espíritu Santo de forma real y misteriosa “abre el corazón del ser humano” al mensaje cristiano, lo hace capaz de aceptar este mensaje como Palabra de Dios. Dicho de otro modo: le lleva a creer a Dios. Es el momento de volvernos al Señor y pedirle: * que abra nuestro corazón a la Palabra de Dios, * que ilumine nuestro entendimiento para redescubrir la Palabra de Dios, * que mueva nuestra voluntad para que nos adhiramos al Señor, * que nos dé su gracia para que creamos en Él. * que vivamos la fe como lo que es: “obsequio racional y amoroso”. 2.2.- Cuidemos nuestra fe No expongamos nuestra fe a la increencia, ni a la indiferencia religiosa, ni al ateísmo de nuestro tiempo. Cuidemos nuestra fe con la oración y el estudio. Sabemos que una fe que no se forma, que no se celebra, que no se vive, que no se testimonia, tarde o temprano, se pierde. Participemos en cursos de teología, biblia, doctrina social de la Iglesia, catequesis, moral… que se ofrecen en nuestra diócesis y están abiertos a todos los que lo deseen. Recuperemos el gozo de leer un buen libro…El verano es un tiempo propicio para la lectura, la meditación… 2.3.- Promovamos la fe Son muchos los que ya no conocen al Señor. Nadie les ha hablado de él; nadie los ha iniciado en la experiencia de Dios. Bastantes hay que sólo conocen al Señor “de oídas”… Otros hay que se han alejado de la Iglesia Otros hay que no frecuentan los sacramentos ni participan en la Eucaristía. No faltan quienes han perdido de vista la moral cristiana y han caído en el relativismo. También hay quienes niegan a Dios. Ante esta situación, el Señor espera de nosotros que seamos los nuevos evangelizadores de la nueva evangelización. Repetimos la llamada que tantas veces hago * Ruego a los padres que transmitan la fe a sus hijos, y que los eduquen en los valores morales del Evangelio. * Animo a los catequistas a que no se desanimen nunca ante las dificultades y perseveren en esta tarea tan importante y tan necesaria hoy. * Ruego a los cristianos laicos que sean de verdad “profetas de Dios” en mundo, en la sociedad… * Ruego a todos que seamos, cada día más, la Iglesia samaritana que escucha el clamor de los pobres, los atiende, los cura, carga con ellos y se encarga de ellos… * Exhorto a todos a comunicar nuestra fe con gozo y alegría a todos,… * Invito a todos a obrar y trabajar no por el alimento que perece sino por el alimento que permanece para la vida eterna . 3.- De la Palabra a la Eucaristía La fe nos guía al sacramento y ahora a la Eucaristía. Reavivemos nuestra fe en el misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo que se hace presente en la Eucaristía de forma misteriosa pero real. La Eucaristía es el sacramento de la muerte y resurrección de Cristo. 4.- De la Eucaristía a la Misión Alimentados y fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, alimento que no perece, salgamos a las calles y plazas del mundo a anunciar a Jesucristo. No seamos profetas mudos en nuestra sociedad, en nuestras familias, en nuestros pueblos…. Anunciamos tu muerte, Proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús! Terminamos ya. Unidos en la oración. Cáceres 30 de julio de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

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