Tuesday, July 10, 2012
Decimocuarto Domingo del Tiempo Ordinario, 8 julio 2012
HOMILÍA XIV DOMINGO ORDINARIO – 2012
CICLO “B”
Jornada de responsabilidad del tráfico
El eslogan de este año para la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico es el siguiente: "La gloria de Dios es la Vida del hombre: ¡Cuídala al volante!".
Unas recomendaciones que nos hace el Departamento de Pastoral de la Carretera de la CEE, firmadas por Mons. D. Ciriaco Benavente Mateos:
* El valor sagrado de la vida de toda persona humana. * Que «la gloria de Dios es que el hombre viva» y, por tanto, que hemos de agradecer, valorar y cuidar toda vida humana.
* Que nuestras carreteras han de ser caminos de encuentro, de vida, de desarrollo; nunca vías de muerte.
* Que no sea el temor a la multa, sino el amor a la vida propia y a la de los demás, en que se refleja la gloria de Dios, lo que nos impulse a una conducción responsable y respetuosa con las normas. * Los creyentes esperamos la vida eterna: «la vida del hombre es la contemplación de Dios», pero solo en manos de Dios está el cómo y el cuándo del fin natural de la vida.
1.- Las lecturas
* Profeta Ezequiel 2,2-5. Dios escogió a Ezequiel como profeta. Su misión fue difícil por la dureza y rebeldía del pueblo elegido. Con todo,
“sabrán que hubo un profeta en medio de ellos”.
* Salmo responsorial 122: Nuestros ojos están fijos en el Señor, esperando su misericordia. No los apartemos nunca del Señor ya que en Él está nuestra salvación
* Segunda carta de san Pablo a los Corintios 12,7b-10. El Señor eligió a Pablo para hacerlo instrumento de su Palabra. Pablo es consciente de su elección y de la grandeza de la misión que ha recibido del Señor. Esta misión supera sus fuerzas, por lo que afirma: “presumo de mis debilidades porque así residirá en mi la fuerza de Cristo”.
* Evangelio según san Marcos 6,1-6: Jesús es el verdadero profeta de Dios en medio de nosotros ya que Él es la Palabra engendrada por el Padre que se encarnó en el seno de María y se hizo hombre. Los paisanos de Jesús no lo aceptan como profeta ni enviado de Dios. Por eso Jesús dice: “No desprecian a un profeta más que en su pueblo”.
2.- Sugerencias para la homilía
2.1.- Somos un pueblo de profetas
El Concilio Vaticano II enseña que “el pueblo santo de Dios participa también del don profético de Cristo, difundiendo su vivo testimonio sobre todo por la vida de fe y de caridad, ofreciendo a Dios el sacrificio de la alabanza, el fruto de los labios que bendicen su nombre” (cf. Heb.3,15).
Hermoso texto que nunca debemos olvidar. Somos profetas de Dios en la Iglesia y en el mundo. Como profetas debemos tener en cuenta que somos instrumentos de la Palabra de Dios, es decir, servidores y transmisores de la palabra de Dios. Que nunca nuestra palabra oscurezca la Palabra de Dios; que nunca nuestra vida desvirtúe la Palabra de Dios; que nunca nuestras acciones contradigan la Palabra de Dios que anunciamos.
Hermoso texto que recuerda de forma permanente:
* que los padres han de ser los primeros catequistas de sus hijos en el hogar, ayudándoles a conocer al Señor, a rezar y a iniciarse en la experiencia de Dios.
* que los padres han de participar en las catequesis de la parroquia haciendo así posible y real la catequesis familiar de tanta importancia hoy.
* que los catequistas han de esforzarse en ofrecer unas catequesis adecuadas a los niños, adolescentes y jóvenes sin desanimarse ante las dificultades que puedan experimentar en la realización de este ministerio tan importante y tan necesario hoy.
* que los religiosos y religiosas están llamados también a participar en la realización de la nueva evangelización desde el don y carisma que han recibido y siempre en comunión eclesial
* que los fieles laicos han de redescubrir con nueva ilusión y vigor que ellos son “profetas de Dios en el interior de la secularidad”. Dicho de otro modo, los fieles laicos están llamados a proclamar la Palabra de Dios en “los nuevos areópagos” (Beato Juan Pablo II) de nuestra sociedad: medios de comunicación social, política, cultura, investigación científica, economía, ocio…
* que los sacerdotes hemos de cuidar, alentar, acompañar y ayudar a los hermanos laicos a ser profetas de Dios siempre…
Somos un pueblo de profetas para proclamar la Palabra de Dios, para anunciar a Jesucristo y su Evangelio, para comunicar a todos la buena noticia de la salvación de Dios…
2.2.- Cómo debemos ser profetas en la nueva evangelización
Sin ánimo de agotar este tema, os ofrezco estas sencillas y fraternas sugerencias con el único deseo de ayudaros a promover y realizar la misión de profetas en esta hora de la historia humana y en este tiempo de la nueva evangelización, ya cerca del comienzo de la celebración del Año de la Fe, al que Benedicto XVI convoca a toda la Iglesia, también a nosotros, también a tu parroquia, también a ti.
He aquí un decálogo para la nueva evangelización, que en más de una ocasión iremos desarrollando en otras homilías o escritos.
* No seamos profetas mudos, cobardes, tristes….
Quien ha descubierto y se ha encontrado con Cristo es la
persona más feliz del mundo. Y así debe manifestarse.
* No nos avergoncemos nunca del Evangelio de Jesucristo.
Con la luz de Cristo iluminemos los caminos de la humanidad.
Anunciemos de forma explícita y clara a Jesucristo.
* Evangelicemos con el fervor de los santos
Los santos son quienes han hecho real la renovación de la
Iglesia del Señor.
* Evangelicemos en comunión eclesial
La evangelización es un acto eclesial, por eso no debemos
evangelizar cada uno por su cuenta ni a su aire.
* Evangelicemos con las ascuas encendidas del Espíritu Santo
El Espíritu Santo es el protagonista de la evangelización. No
perdamos nunca la referencia al Espíritu en nuestra tarea
evangelizadora.
* Evangelicemos con nuevo ardor
No seamos evangelizadores desanimados, desalentados...
Con ardor y santa audacia, con profundo respeto y amor
Evangelicemos.
* Evangelicemos con palabras audibles y visibles
No basta con evangelizar con palabras. Es necesario que
nuestra palabra vaya acompañada de los signos que la acrediten
y la hagan creíble. Un signo claro es el servicio a los pobres.
* Evangelicemos con el testimonio
El hombre y la mujer de hoy escuchan mejor al testigo
que al maestro, y si escuchan al maestro es porque es testigo.
* Evangelicemos con nuevas expresiones y métodos.
No es fácil a veces encontrar esas nuevas expresiones y métodos.
Con todo no nos desanimemos. El Espíritu Santo nos ayudará.
* Evangelicemos de tú a tú.
Es un camino de cercanía para anunciar a Cristo
Dejemos en cada hermano o hermana una palabra del Señor
2.3.- El sufrimiento por causa del Evangelio
Como los profetas del Antiguo Testamento sufrieron por anunciar la Palabra de Dios, también el profeta de hoy podrá sufrir por el evangelio
Como el propio Jesucristo selló con su Sangre la Buena Noticia que nos anunció, también nosotros podremos experimentar el sufrimiento por la fidelidad al evangelio que anunciamos.
Como los apóstoles de Jesucristo dieron su sangre como signo claro de su fidelidad a la Palabra que anunciaban, también nosotros, cristianos de hoy, hemos de estar dispuestos a entregar la vida por la Palabra de Dios que comunicamos.
Como tantos hermanos y hermanas han dado su vida por defender el mensaje cristiano y la dignidad de todo ser humano, también nosotros hemos de estar preparados a autentificar ese mensaje con el martirio.
3.- De la Palabra a la Eucaristía
El anuncio de Jesucristo se hace realidad viva y palpitante en la Eucaristía. Jesucristo no es un personaje distante y lejano en el tiempo y en la historia de nosotros. El Jesucristo anunciado se hace presente bajo los signos sacramentales de la Eucaristía que celebramos. Jesucristo es contemporáneo de cada ser humano; también de nosotros. Acojámoslo con fe y amor.
4.- De la Eucaristía y la Misión
El Señor nos envía en misión al mundo: “seréis mis testigos hasta el confín de la tierra”. Con la fuerza del Espíritu y la presencia permanente del Señor anunciemos a Jesucristo, el Salvador y el Redentor de la humanidad. Seamos los nuevos evangelizadores que se han dejado ganar y fascinar totalmente por el Señor y lo anuncian a todos.
Terminamos ya. Unidos en la oración.
Cáceres, 3 de julio de 2012
Florentino Muñoz Muñoz
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