Monday, December 24, 2012
La Navidad, 25 diciembre 2012
HOMILÍA EN LA NATIVIDAD DE JESUCRISTO – 2012
CICLO “C”
“Fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús” (Heb.12,2), celebremos la Navidad del Señor.
“Señor, auméntanos la fe” (Lc.17,5) para permanecer siempre a tu lado y servirte en los necesitados.
“Mostramos ante todo nuestra especial cercanía a las personas afectadas por esta crisis (…) Personas que cada día van engrosando dolorosamente las cifras de la pobreza en nuestra región y a las que es preciso acompañar en su angustia, darles esperanza y de, alguna forma, hacerles ver que no están solas” (Comunicado de los obispos de la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz, “Ante la crisis”; noviembre, 2012).
1.- Las Lecturas (Misa de medianoche)
* Profeta Isaías 9,2-7.Un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado. Las palabras de Isaías hoy se han cumplido: la Virgen María nos ha dado a su Hijo Jesús a quien ella concibió por obra del Espíritu Santo.
* Salmo Responsorial
* Carta de san Pablo a Tito 2,11-14. Se ha manifestado ya la gracia salvadora de Dios a todos los hombres. Por eso una inmensa alegría recorre la tierra entera e inunda el corazón de todos.
* Evangelio según san Lucas 2,1-14. “María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada”. Vayamos a Belén a adorar al Niño y a ofrecerle lo mejor de nosotros.
2.- Sugerencias para la homilía
2.1.- Jesús nació en Belén
Se cumplieron las profecías del Antiguo Testamento. La espera llegó a su término. La esperanza terminó al llegar el Salvador y el Redentor de la humanidad. Jesucristo.
“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn.1,14). Con estas palabras san Juan presenta el misterio de la Encarnación y del Nacimiento de Jesús. Dios abraza a la humanidad y en ella a todos y a cada uno de nosotros, también a ti. Es un abrazo de paz, de amor, de misericordia, de perdón, de vida, de gracia…Dejémonos abrazar por Dios.
Ya no estamos solos en el mundo. Cristo está con todos
Ya no vamos por la vida sin rumbo. Cristo es el camino
Ya no somos extraños unos a los otros. Cristo nos hermana
Ya nos estamos lejos de Dios. Cristo nos hace hijos de Dios
Ya no estamos bajo la esclavitud del pecado. Cristo nos redime
Acojamos al Señor
Gracias, Señor, porque has venido a nuestro mundo
Gracias, Señor, porque nos amas y nos perdonas
Gracias, Señor, porque nos das la paz verdadera
Gracias, Señor, porque nos concedes la fuerza para caminar
Gracias, Señor, porque nos esperas siempre
Contemplemos el misterio del Nacimiento de Jesús.
Jesús nació en humildad, pobreza y sencillez. No había sitio para ellos en la posada. No lo olvidemos nunca. Jesús escogió la pobreza para entrar en este mundo.
2.2.- Vayamos a Belén
“Encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Fueron corriendo y encontraron a María, a José y al Niño acostado en el pesebre”.
Acojamos el anuncio del Ángel que nos dice también a nosotros: “hoy os ha nacido el Salvador, el Señor. Venid y lo veréis”.
No nos mostremos indiferentes ante el anuncio del nacimiento de Jesús. Abramos el corazón a este anuncio que llega a nosotros hoy y aquí, y acojámoslo con gratitud y amor.
Vayamos a Belén a ver al Niño que ha nacido.
En nuestro mundo actual, Jesús está presente en la Eucaristía, en su Palabra, en los pobres y enfermos, en la comunidad de sus discípulos.
¿Qué nos pide Jesús a cada uno de nosotros?
¿Estamos dispuestos a dárselo como nuestra mejor ofrenda?
¿Descubrimos a Jesús en el necesitado, en el enfermo, en el
emigrante, en el marginado?
¿Compartimos nuestros bienes -aunque sean pocos y pequeños-
con los que nada tienen?
2.3.- ¿Qué le vamos a ofrecer al Niño Jesús?
Sabemos todos que la mejor ofrenda que podemos llevarle y ofrecerle al Niño Jesús no son cosas, sino nuestra propia persona. Nos lo dijo San Pablo: “ofreced vuestros cuerpos -personas- a Dios como ofrenda agradable y santa”. Ofrezcamos al Niño Jesús lo mejor de nosotros mismos, lo mejor que tenemos. Por eso, te decimos hoy mismo: “Señor, dígnate aceptar y acoger con benevolencia nuestra humilde ofrenda que es nuestra persona con sus luces y sombras, con sus virtudes y defectos, con sus deseos de ser bueno y santo… Tú sabes, Señor, que te queremos y te amamos con toda nuestra alma. ¡Acógenos, Señor, en tus manos misericordiosas y compasivas!
Ofrezcámosle lo mejor que somos y tenemos al Niño Jesús. Recordemos las palabras de san Pablo: “¿qué tienes que nos hayas recibido? Y si lo has recibido ¿por qué te glorías como si fuera tuyo?”. No olvidemos que “todo es don y gracia de Dios” (San Agustín). Y estos dones de Dios se convierten en nuestras manos en tareas que debemos realizar. Por eso debemos ofrecer al Señor esos dones con los frutos que han producido en nosotros… Tomad, Señor, y recibid mi persona, mi vida, mis obras…
2.4.- ¡Que el Niño Jesús nazca en todos!
Este es nuestro mejor deseo y nuestra mejor felicitación navideña: ¡Que el Niño Jesús nazca en todos.
• En cada uno de vosotros que recibís la homilía
• En los matrimonios,
• En las familias,
• En la sociedad…
• En todos los seres humanos
• En el mundo
Colaboremos con nuestra oración, con nuestra palabra, con el testimonio de nuestra vida a que Jesús nazca y sea acogido por todos y por todas…Que nadie cierre las puertas de su corazón a Jesús que llama a nuestra puerta siempre…
Dejémonos amar por el Niño Jesús que nos tiende sus manos. Un día nos dirá: “venid a Mí los que estáis cansados y agobiados. Yo os aliviaré!”. En momentos de agobio, de enfermedad, de sufrimiento…acerquémonos al Señor que nos acogerá y aliviará.
Cristo nos dará un corazón compasivo y misericordioso para que estemos cerca del que sufre y del que llora compartiendo sus dolores, dándole esperanza y ayudándole a superar esas situaciones dolores…
¡Señor! Renuévanos y haz de nosotros “el hombre y la mujer nuevos” con la novedad del Bautismo y del Espíritu Santo. De este modo caminaremos hacia la santidad y podremos ser así los nuevos evangelizadores de la nueva evangelización de la que ten necesitado está nuestro mundo, nuestra sociedad….
¡Señor! Haz de nosotros instrumentos de tu paz en un mundo necesitado de concordia, de perdón. Ayúdanos a tender puentes de encuentro entre todos los seres humanos. No construyamos nunca muros que nos separen…No vivamos nunca de espaldas unos a otros.
Guardemos en nuestra alma su mirada, su sonrisa, su amor. Como María, guardemos en nuestro corazón su palabra y meditémosla. De este modo, nuestra alma será digna morada donde habiten el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
2.5.- Compartamos nuestros bienes con los necesitados
“Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir”. No nos dejemos llevar por la codicia y la avaricia. Necesitamos poco para vivir y ser felices.
“Trabaja para que este mundo sea más justo, más fraterno…”No entreguemos el mundo a la avaricia, a la codicia, a la injusticia. Desprendámonos de nuestras rivalidades y seamos respetuosos con todos. El insulto y la descalificación de los demás hacen daño a todos: al que los practica y al que los recibe.
Recordemos lo que dijo Jesús: “Tuve hambre y ME distéis de comer…” y actuemos en consecuencia..
Llevemos en adelante una vida sobria, honrada y religiosa. Este es el mensaje para el cristiano.
3.- La Eucaristía
Participemos con gozo y alegría en la Eucaristía. Jesucristo está presente real, verdadera y sustancialmente Jesucristo. Participemos en ella bien dispuesto y limpio de pecado nuestro corazón.
Oremos por las vocaciones sacerdotales para que en todos los pueblos y naciones del mundo se celebre la Eucaristía, memorial sacramental de la muerte y de la resurrección de Jesucristo.
4.- La Misión
Anunciemos a todos los hombres que ha nacido Jesucristo, el Salvador de la humanidad.
Él nos trae la paz de Dios para que la construyamos en el corazón, en las familias, en el mundo,
Él nos trae el amor de Dios, para que edifiquemos la civilización del amor en el mundo.
Él nos trae el perdón de Dios para que lo acojamos en el alma y en el sacramento del perdón y lo testimoniemos y compartamos con los demás.
Él nos trae la vida de Dios para que la defendamos en todo momento y en toda circunstancia en que se encuentre, desde el seno de la madre hasta el fin natural de la misma.
Él nos trae el pan de Dios (“Belén” significa “casa de pan”) para que lo compartamos con los pobres y necesitados.
Feliz y Santa Navidad para todos, de manera especial para los enfermos, los desvalidos, los necesitados.
Terminamos. Unidos en la plegaria
Cáceres. 22 de diciembre de 2012
Florentino Muñoz Muñoz
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