Wednesday, October 31, 2012
XXX Domingo del Tiempo Ordinario, 22 octubre 2012
HOMILÍA XXX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO – 2012
CICLO “B”
Objetivos del Año de la fe
* “Intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo”.
* “Invitar a una auténtica conversión al Señor, único Salvador del mundo”.
* “Comprometerse a favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe”
* “Suscitar en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza”.
* “Comprender de manera más profunda no sólo los contenidos de la fe sino, juntamente también con eso, el acto con el que decidimos entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios”.
En este contexto del “Año de la fe” situamos las sugerencias para la homilía de este domingo que os ofrecemos.
1.- Lecturas
* Profeta Jeremías 31,7-9. Guiaré entre consuelos y alegría a ciegos y cojos. Es el nuevo éxodo de una multitud que sale de la tierra de la esclavitud y vuelve a la tierra de la libertad y de la paz.
* Salmo responsorial 125: Con el salmista digamos con alegría y gratitud: el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres y contentos...
* Carta a los Hebreos 5,1-6. Jesucristo es el nuevo y eterno sacerdote según el rito de Melquisedec que, desde su comunión con nosotros por la encarnación, nos une a Dios.
* Evangelio según san Marcos 10,46-52. El ciego del camino suplica a Jesús diciéndole: “Maestro, que pueda ver”. Jesús lo cura. El ciego recobra la vista y emprende un camino nuevo en su vida: deja atrás su manto y se incorpora al cortejo de Jesús: se hace discípulo de Jesús.
2.- Sugerencias para la homilía
2.1.- Descubramos nuestras cegueras
Como el ciego del camino, hemos de descubrir y reconocer nuestras cegueras. ¿Cuáles pueden ser nuestras cegueras?
• La falta de la visión de fe que nos impide reconocer en Jesús al Hijo de Dios hecho hombre
• La falta de la visión del amor que nos impide ver en el otro a un ser humano dotado de una dignidad intocable.
• La falta de la visión del hombre hambriento, enfermo, encarcelado, perseguido…que nos impide tratarlo con caridad y ayudarlo…
• La falta de visión del alma que está oscurecida por el pecado y nos impide ver a Dios
• La falta de visión que nos impide ver a Jesucristo en el empobrecido, en el enfermo, en el desvalido…
Pongámonos delante del Señor y desde Él mirémonos a nosotros mismos. Pidámosle la luz para que podamos descubrir nuestras cegueras, nuestras miopías…Seamos valientes y sinceros con nosotros mismos para reconocer nuestras faltas de visión…Reconocerlas es ponernos en el camino de la curación de las mismas…De lo contrario, estaremos ciegos, y es muy posible que no nos demos cuenta de nuestras cegueras…
2.2.- Desde estas cegueras, salimos al camino y pedimos al Señor que nos dé la visión
Como el ciego del camino nos dirigimos a Ti, Señor Jesús, que pasas a nuestro lado como salvador que nos ama y nos redime, y te decimos con las mismas palabras con que ora la Iglesia:
“Están mis ojos cansados
De tanto ver luz sin ver;
Por la oscuridad del mundo,
Voy como un ciego que ve.
Tú que diste vista al ciego
Y a Nicodemo también,
filtra en mis secas pupilas
Dos gotas frescas de fe”.
El Señor atiende nuestros deseos como los del ciego del camino y cura nuestras cegueras. En el sacramento del Bautismo recibimos la luz de Cristo que abrió nuestros ojos. Pero, el Señor espera que nosotros respondamos a su acción curativa quitando de los ojos de nuestro corazón todo aquello que les impide ver: egoísmo soberbia, autosuficiencia, intolerancia, odio, rencor, indiferencia…
2.3.- Cuidemos nuestra fe
No expongamos nuestra fe a la increencia, a la indiferencia religiosa, al secularismo, al ateísmo, al relativismo…Por estos caminos, tarde o temprano, podemos perder la fe.
Formemos nuestra fe participando en cursos de formación teológica, bíblica, espiritual que se ofrecen en nuestra diócesis, en las parroquias…Hemos de aprender a dialogar con los aspectos teóricos de la increencia; hemos de estar preparados para participar de forma responsable y digna en el diálogo fe – cultura; fe – política; fe – vida…
Celebremos nuestra fe participando de forma consciente, fructuosa y digna en la celebración de la Eucaristía y de los sacramentos, en la oración…Los sacramentos son “sacramentos de la fe”, y “la fe culmina en la recepción del sacramento” como todos saben.
Vivamos nuestra fe. La fe ha de llegar al corazón y a la vida, al alma y a nuestra existencia, a nuestros pensamientos y afectos, a nuestros criterios y comportamientos para transformarlos, para renovarlos a la luz de las enseñanzas de Jesucristo que nos transmite el Magisterio de la Iglesia…
2.4.- Transmitamos la fe
Testimoniemos nuestra fe con nuestras obras pues “fe sin obras es fe muerta” (Santiago). Y estas obras son la caridad, el amor: “la fe que actúa por la caridad” (Pablo).
Transmitamos el Evangelio como testigos. El testigo habla de lo que ha visto. El testigo es aquel que ha hecho la experiencia del desierto, es decir, ha visto al invisible…Nosotros hemos de hacer esa misma experiencia en la oración, en la contemplación… Nunca olvidemos que el hombre y la mujer de nuestros días escuchan mejor al testigo que al maestro, y si escuchan a éste es porque es testigo…
Anunciemos nuestra fe. No guardemos para nosotros la fe. Dios nos ha dado el don de la fe para que nosotros lo compartamos:
- Ayudemos a otros a recuperar la alegría de ser creyentes.
- Invitemos a los que no creen a ponerse en el camino de la fe.
- Sintámonos profundamente interpelados ante muchos jóvenes que ya no conocen a Jesucristo en nuestro país…
Ayudemos a las familias cristianas a que sean de verdad lugares donde los padres y también los abuelos transmitan la fe a los hijos.
Apoyemos a los catequistas que, con verdadera ilusión y ardor, educan la fe de los niños, de los adolescentes, de los jóvenes. Los padres han de estar cerca y ayudar a los catequistas…
3.- De la Palabra a la Eucaristía
El Señor en la Eucaristía pasa a nuestro lado para salvarnos, redimirnos, curarnos. Pidámosle hoy que abra nuestros ojos, los ojos del alma, para ver lo esencial, para verlo a Él…
4.- De la Eucaristía a la Misión
El Señor nos invita a evangelizar: “Id al mundo entero y haced discípulos míos a todas las gentes…”. El Señor está con nosotros y nos ayuda. Hagamos presente el Evangelio allí donde vivimos, trabajamos….
Terminamos. Unidos en la oración.
Cáceres, 22 de octubre de 2012
Florentino Muñoz Muñoz
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