Friday, October 5, 2012
XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, 7 octubre 2012
HOMILÍA XXVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO – 2012
CICLO “B”
La Iglesia nos ha propuesto para este domingo unas lecturas bíblicas que tienen como tema fundamental: el sacramento del matrimonio. Por ello, nos ha parecido bien que los puntos de esta homilía expliquen el matrimonio cristiano…En otra ocasión escribiré sobre la presencia de los esposos y padres en la vida y misión de la Iglesia, así como en la sociedad…
1.- Las Lecturas
* Libro del Génesis 1,18-24. Dios creó al hombre y la mujer a su imagen y semejanza para que formen una pareja estable, siendo ambos iguales en dignidad.
* Salmo Responsorial 127: Con el salmista, pidamos que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
* Carta a los Hebreos 2,9-11. El Santificador y los santificados proceden todos del mismo.
* Evangelio según san Marcos 10,2-16. “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.
2.- Sugerencias para la homilía
I.- EL MATRIMONIO CRISTIANO
A.- El matrimonio como sacramento
Recordemos la enseñanza del Concilio Vaticano II: “Cristo, Señor nuestro, bendijo abundantemente este amor multiforme, nacido de la fuente divina de la caridad y que está formado a semejanza de su unión con la Iglesia. …El Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia sale al encuentro de los esposos cristianos por medio del sacramento del matrimonio. Además, permanece con ellos, para que los esposos, con su mutua entrega, se amen con perpetua fidelidad, como Él mismo ha amado a la Iglesia y se entregó por ella” (GS 48).
El matrimonio, como todo sacramento, transmite la gracia a quienes lo reciben dignamente, a quienes no ponen óbice u obstáculo a la gracia. Ayudemos a quienes van a contraer sacramento a prepararse dignamente para contraerlo.
El matrimonio es un camino de gracia y de esperanza, de amor y de vida para los esposos. Este es el camino de vuestra santificación y de vuestra santidad. Recorredlo unidos en el amor, en la paz, en la fidelidad, siempre con la ayuda del Señor y la protección de la Virgen María que, como en Caná, os ayudará siempre.
B.- El matrimonio: comunidad de vida y de amor.
En la primera lectura (Gén. 1,27-28; 2,24; 1,31a), que ha sido proclamada hace unos instantes, hemos escuchado que Dios creó al hombre y a la mujer, y los creó a su imagen y semejanza. Y los unió en matrimonio: “dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y llegarán a ser los dos una sola carne” (Gén.2,24), es decir, como una sola persona..
El matrimonio es “una comunidad de vida y de amor establecida sobre la alianza de los cónyuges -un hombre y una mujer- , es decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable” (GS 48).
C.- El Matrimonio: comunidad de amor peculiar
El amor esponsal tiene sus rasgos y características propias que os ofrecemos a continuación:
- el amor de los esposos no ha de ser nunca un amor infantil o caprichoso, ni un amor narcisista, egoísta, insolidario…
- el amor de los esposos ha de ser un amor adulto, responsable, maduro, cristiano,
- el amor de los esposos ha de ser un amor fiel y para toda la vida. Es un amor que se da sin reservas, que se regala al otro para siempre, de manera definitiva y total, sin límites de tiempo y de espacio. Sabed que el amor o es definitivo o no es amor verdadero. Un amor que se da con condiciones, que se entrega a plazos, que se da fiado...no es un amor verdadero.
- el amor de los esposos ha de ser un amor que perdona con alegría, que comprende sin exigir nada, que no lleva cuentas del mal que le hacen, que se alegra del bien del otro... como dice San Pablo en su primera carta a los cristianos de Corinto.
D.- El Matrimonio: una comunidad de amor abierta a la transmisión responsable y generosa de la vida.
Por su índole natural, la misma institución del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole, con la que se ciñen como con su corona propia los esposos (GS 48).
- Los hijos son el regalo más grande que Dios da a los esposos. No os encerréis en vosotros mismos, porque terminaríais
endureciéndoos y empobreciéndoos en vuestros egoísmos e intereses...Dios quiere que seáis sus colaboradores responsables en la donación de la vida. Los hijos no son un problema, sino una alegría inmensa. Los hijos son la mejor corona que pueden ceñir vuestras sienes. Cumpliréis así el mandato del Creador: “creced y multiplicaos y llenad la tierra” (Génesis 1).
- Educad a vuestros hijos en los valores humanos y morales que brotan del Evangelio. Estos valores enriquecerán el tejido de sus personas y de la sociedad. Si no educáis vosotros a vuestros hijos, otros lo harán….
- Educad a vuestros hijos en la fe y en la vida cristiana. Que vuestro hogar sea lugar donde transmitáis la fe con vuestras palabras y, sobre todo, con el testimonio de vuestras vidas que hará creíble vuestra palabra y vuestro mensaje. Estad cerca de vuestros hijos acompañándolos con profundo amor y respeto y amor. No los dejéis en la soledad y en el vacío…
E.- El Matrimonio ha de ser manantial de santificación para los esposos.
Cristo sale al encuentro de los esposos –de vosotros- en la celebración de su matrimonio para santificarlos, y está con ellos -con vosotros- para ayudarlos -ayudaros- a cumplir vuestros deberes conyugales.
El amor de los esposos ha de ser signo e instrumento del amor redentor y salvador, santificador y glorificador, de Cristo a su Iglesia por la que él se entregó hasta morir en la Cruz. Por eso, vuestro matrimonio ha de ser para vosotros fuente y manantial de santificación. Por él y a través de él debéis santificaros viviendo la espiritualidad común del cristiano y la específica de los esposos cristianos caracterizada por el amor y la fidelidad, el sacrificio y el servicio a la vida.
F.- El Matrimonio ha de escuchar el clamor de los pobres
El amor de los esposos ha de ser un amor generoso y solidario que escuche y acoja el clamor de los empobrecidos, de los sufrientes, de los marginados, de los excluidos. Pero no es suficiente escuchar y acoger; tenéis que dar un paso más. Responded con generosidad a todos los necesitados y, en particular, al grito desgarrador de millones de personas haciéndoos voz de los que no tienen voz para denunciar injusticias y atropellos, haciéndoos grito de tantos seres humanos necesitados y empobrecidos, haciéndoos pan partido para poderos compartir con los necesitados.
II.- ¿ES POSIBLE VIVIR ESTE MATRIMOMONIO?
Os preguntaréis ¿es posible vivir el matrimonio cristiano? ¿Es posible vivir este amor?
Este Amor de Dios nos ha sido revelado y dado en Jesucristo, Nuestro Señor y Salvador, que nos amó con un amor desmedido, hasta morir por nosotros en la Cruz. Del Corazón de Cristo traspasado por la lanza de un soldado, brota su amor a la Iglesia, su esposa, del que participa todo matrimonio cristiano que se convierte así en sacramento de amor, referido a Cristo y a la Iglesia. El amor de Dios ha sido derramado por el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Os invito a que volváis vuestros corazones y vuestros ojos a Dios que es el fundamento radical, el origen fontal y la fuente inagotable del amor verdadero. Existe este amor y se ofrece a vosotros aquí y ahora. Abrid vuestras almas, acercaos a beber en esa fuente inagotable del amor verdadero que es Jesucristo, el manantial inagotable del amor.
Renovad vuestro consentimiento y vuestra entrega ante el Señor y permaneced fieles para siempre.
¡Queridos esposos y padres de familia!
Es posible que sintáis alguna vez que este camino es difícil y duro.
Es posible que alguna vez flaqueen vuestras fuerzas.
Es posible que alguna vez cometáis algún fallo.
Si ello ocurriera, no os encerréis en vosotros mismos, hablaros con sinceridad y amor, sabiendo reconocer fallos y debilidades propios, acogeros con sencillez y humildad, hablaros con respeto y comprensión, trataros siempre con respeto y misericordia, pedid ayuda a personas que os quieran y os pueden ayudar; no estéis solos ni os alejéis uno del otro. Tened entrañas de misericordia y de perdón para comprenderos, perdonaros, acogeros siempre…
Pedid a la Virgen que, como madre buena, os ayude, os proteja y os atienda siempre.
III.- ¡CONFIAD SIEMPRE EN DIOS
Que vuestro matrimonio y familia sea lugar de encuentro y de compartición, ámbito de amor y de acogida, espacio de comunión y de solidaridad, camino de espiritualidad, de gracia y de salvación.
Terminamos ya. Unidos en la oración
Cáceres, 30 de septiembre de 2012.
Florentino Muñoz Muñoz
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