Friday, November 30, 2012
Primer Dominigo del Adviento, 2 diciembre 2012
HOMILÍA 1º DOMINGO DE ADVIENTO – 2012
CICLO “C”
ADVIENTO.
Ha llegado el Tiempo litúrgico de Adviento
Tiempo con el que se abre un Año Litúrgico Nuevo
La Virgen Santísima es el modelo de la fe y de la esperanza para este Tiempo de Adviento: “Ella esperó con inefable amor de Madre a su Hijo Jesús a quien concibió por obra y gracia del Espíritu Santo”.
Tiempo de esperanza porque se acerca ya nuestro Salvador Levantemos nuestro corazón y nuestra mirada al Señor que está a la puerta.
Tiempo de conversión en el que el Señor nos llama una vez más a
arrepentirnos de nuestros pecados y a iniciar una vida más santa. Acerquémonos al sacramento de la Penitencia para confesar nuestros
pecados y recibir el perdón y la misericordia del Señor.
Tiempo de compromiso a favor de la paz, la justicia, la libertad, la
fraternidad…para todos los hombres, especialmente para los que más sufren. No olvidemos que “los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (GS 1).
En este tiempo litúrgico no nos quedemos en lo superficial ni en lo externo. Todos y cada uno debemos adentrarnos, unidos a la Iglesia, por los caminos del Adviento.
No recibamos la gracia de Dios en saco roto. No demos la espalda al Señor ni nos mostremos indiferentes ante la llamada personal que nos hace de nuevo.
No dejemos que este tiempo discurra y pase sin responder con verdad al Señor que nos llama, nos interpela…El Señor está a la puerta y llama. Abramos al Señor las puertas de nuestro corazón y de nuestra vida para que cure nuestras heridas, robustezca nuestras debilidades, aliente nuestras desesperanzas y desilusiones…
Hemos de ser como las vírgenes prudentes que mantienen encendidas sus lámparas y velan ante la llegada el Señor.
Meditemos los textos litúrgicos y oracionales que la Iglesia nos propone y ofrece durante este Tiempo Litúrgico. Ellos nos ayudarán a vivir el Adviento con autenticidad y verdad.
Despertemos de nuestros sueños y avivemos nuestra esperanza para que cuando llegue el Señor nos encuentre en vela y bien preparados. Esperamos que nos diga: “venid, entrad al banquete del Señor”
1.- Las Lecturas
* Profeta Jeremías 33,14-16. Suscitaré a David un vástago legítimo, que practicará el derecho y la justicia en la tierra. Promesa de la venida del Mesías.
* Salmo Responsorial 24. Oremos al Señor con el salmista y digámosle: A ti, Señor, levanto mi alma. En ti confío, ¡no sea yo confundido!
* Primera carta de San Pablo a los Tesalonicenses 3,12 – 4,2. Que el Señor os fortalezca internamente a fin de que viváis agradando a Dios para que, cuando Jesús vuelva con todos sus santos, os acoja para siempre.
* Evangelio según San Lucas 21, 25-28. 34-36. Cobrad ánimo y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra liberación., vuestra salvación.
2.- Sugerencias para la homilía
El Adviento nos invita a considerar la triple venida del Señor. Por eso es bueno centrar estas reflexiones en estas venidas del Señor. Es verdad que las conocemos. Es cierto que hemos hablado mucho de ellas en cada tiempo de Adviento. Con todo, debemos insistir en ellas porque por ellas pasa la naturaleza y el mensaje del Adviento.
2.1.- El Señor vino
Hace más de dos mil años vino Jesús al mundo. Nació en Belén de Judá. Se cumplieron las promesas mesiánicas. Las palabras proféticas de Isaías se hicieron realidad: “He aquí que una doncella concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, Dios-con-nosotros”. Se ha cumplido la profecía de Jeremías que hemos escuchado hace unos instantes en la primera lectura.
El mundo se inundó de luz y de alegría. Nos ha nacido el Salvador, el Redentor, que es el Hijo de Dios nacido de María Virgen. Demos gracias a Dios.
El anuncio del ángel a la Virgen Santísima y la Encarnación del Verbo constituyen “el acontecimiento de los siglos”.
Demos gracias a Dios que, en su bondad infinita, nos ha enviado a su Hijo para que recibiéramos el perdón de los pecados y la gracia de la filiación divina (cf. Gál.4,4s).
En estos tiempos de relativismo y de pensamiento frágil, es necesario recordar una vez más que “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado (…) Jesucristo, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” (GS 22).
2.2.- El Señor viene
El Señor viene todos los días al encuentro de cada uno de nosotros. Esta es nuestra alegría, nuestro consuelo… Siempre está a nuestro lado..No nos ha dejado solos en esta tierra. Se acuerda siempre de nosotros.
* “Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn.14,23).
Es el misterio de la Inhabitación de la Stma. Trinidad en el alma del justo.
Es el misterio de la gracia increada. Dios se nos da…
¡Misterio de gracia y de amor!
¡Qué palabras tan hermosas y consoladoras!
Respondamos al Señor con generosidad y amor.
* “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Apoc.3,20)
El Señor toma la iniciativa y se acerca a cada uno de nosotros. Llama a la puerta de nuestro corazón; no se cansa de llamar. Él espera a la puerta a que le abramos, a que le abras…No lo dudes un instante. ¿Le vamos a decir como la poesía: “mañana le abriremos, para lo mismo responder mañana?”.
Es posible que necesitemos acercarnos al sacramento del perdón y de la reconciliación para confesar nuestros pecados y recibir el perdón de Dios. Si el camino hacia Dios comienza en el corazón humano, se consuma en este sacramento. No lo olvidemos.
* “Tomad y comed porque esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros…Tomad y bebed porque este es el cáliz de mi sangre…”(Mc.14,22-24).
El Señor viene a nosotros en el sacramento de la Eucaristía. Cristo está presente real, verdadera y sustancialmente presente bajo los signos sacramentales del pan y del vino. Acojamos esta presencia con fe y devoción, con amor y gratitud.
* “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt.25,40)
El Señor se hace presente de forma misteriosa pero real en los pobres y necesitados, en los encarcelados y excluidos… Acojamos al Señor en ellos, ayudemos al Señor en ellos, acompañemos al Señor en ellos…
2.3.- El Señor vendrá
El Señor vendrá al final de los siglos para juzgar a vivos y muertos, para consumar la historia de la salvación y entregar a su Padre el reino eterno y universal.
Nadie sabe el día ni la hora. Pero vendrá el Señor.
Estemos preparados a la venida del Señor. No vivamos en pecado…Tengamos en nuestros corazones y en nuestras manos las velas encendidas de la fe, de la esperanza y de la caridad…
Esperemos que nos lleve con Él al cielo, al Reino eterno donde ya no habrá ni dolor ni lágrimas, ni enfermedad ni muerte, sino la vida y la felicidad eternas. Viviremos eternamente participando por gracia de la vida de Dios. Seremos eternamente felices por gracia con la felicidad de Dios. Veremos eternamente por gracia a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Estaremos en compañía de la Virgen santísima, de nuestros seres queridos y de todos los santos y santas de Dios..
3.- De la Palabra a la Eucaristía
Pasemos de la mesa de la Palabra a la mesa de la Eucaristía. Lo que hemos proclamado y escuchado con fe se hace realidad sacramental ante nuestros ojos creyentes.
“¡Oh sagrado banquete en el que recibimos a Cristo, se recuerda la memoria su pasión y se nos dan las arras de la herencia eterna!”.
4.- De la Eucaristía a la Misión
Los que participamos en la Eucaristía recibimos del Señor la misión de hacerlo presente en nuestra vida de cada día, en nuestra historia donde tantas personas sufren y padecen…Cuando ayudamos a un necesitado, cuando escuchamos a un sufriente, cuando damos la mano a alguien solo, cuando perdonamos…ahí está Jesucristo….
Terminamos. Unidos en la oración.
Cáceres. 26 de noviembre de 2012
Florentino Muñoz Muñoz
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