Friday, November 16, 2012

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, 18 noviembre 2012

HOMILÍA XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO-2012 Día de la Iglesia Diocesana de Coria-Cáceres La Iglesia contribuye a crear una sociedad mejor “Ayuda a tu parroquia, ganamos todos” En el Día de la Iglesia diocesana –próximo día 18- se nos invita a todos a ser conscientes de nuestra pertenencia efectiva y afectiva a la Iglesia y de la tarea importante que debemos realizar en ella desde el don, carisma o ministerio que cada uno haya recibido del Espíritu Santo y siempre en comunión. En este Día: El Señor nos llama a participar en la vida de la Iglesia participando en la liturgia, en Caritas, en el Consejo Pastoral, en la Junta Económica, en las Catequesis…En el Año de la fe queremos vivir cuidando una triple dimensión: catequética, celebrativa y caritativa. Estas dimensiones deben llevarnos a una renovación sincera de nuestra vida espiritual y a un verdadero compromiso misionero. El Señor nos invita a participar en Caritas, o en las Conferencias de san Vicente de Paúl, o en Manos Unidas, o en ACISF... para colaborar en la ayuda a los necesitados, a los pobres, a los desvalidos…en estos tiempos de crisis. Agradecemos a todos los Voluntarios sus trabajos y esfuerzos en beneficio de los pobres, excluidos… El Señor nos llama a sentirnos más Iglesia y, por tanto, a vivir con mayor fidelidad en conformidad con el Evangelio del Señor Jesús. Se nos pide que recemos por nuestra Diócesis de Coria-Cáceres, por nuestra Parroquia, por nuestra comunidad cristiana, por nuestro Obispo, por nuestros sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos permanentes, fieles…… Oremos con especial fervor al Señor para que suscite nuevas vocaciones al sacerdocio, a la vida Consagrada, a la vida Contemplativa, a la vida Misionera… Los fieles laicos han de tomar conciencia de su pertenencia y responsabilidad a la vida y misión de la Iglesia, y han de hacerse presentes en el mundo pues sin los laicos no se puede realizar la nueva evangelización. Se nos pide nuestra aportación económica para el mantenimiento de los edificios, el sustento de los sacerdotes, el funcionamiento adecuado de las residencias de ancianos… Renovamos nuestro deseo y propósito de seguir trabajando por los necesitados y por una sociedad mejor… Fortalezcamos nuestra conciencia de “Iglesia, misterio de comunión en tensión misionera”. Santa María, Madre de la Iglesia, ayúdanos a mantener y potenciar a la Iglesia de tu hijo Jesucristo viva y santa, fraterna y evangelizadora, pobre y comprometida a favor de los pobres a la Iglesia… 1.- Las Lecturas * Libro de Daniel 12,1-3: por aquel tiempo se salvará tu pueblo. El profeta anuncia la resurrección y la retribución final. Estemos preparados para cuando llegue ese día. * Salmo responsorial 15: protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. Es el grito confiado del orante que vuelve sus ojos y su corazón a Dios en medio de los peligros, de las necesidades, de la persecución.. * Carta a los Hebreos 10,11-14.18 Con una sola ofrenda Cristo ha perfeccionado para siempre a los que han sido consagrados. Jesucristo nos ha redimido con su muerte en la cruz. El Padre lo resucitó. * Evangelio según San Marcos 13,24-32. Jesús anuncia su venida gloriosa al final de los tiempos. Estemos vigilantes para que, cuando nos llegue el momento de la muerte, el Señor nos encuentre despiertos, velando en oración y cantando su alabanza. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- El Señor volverá glorioso al final de los tiempos En el Año de la fe, que estamos celebrando, hemos de poner de relieve, proclamar y transmitir esta verdad de nuestra fe católica: “Jesucristo vendrá al final de los tiempos a juzgar a los vivos y a los muertos”. No pocos la olvidan o la niegan. ¡Hermanos! El Señor no nos dejará abandonados ni tirados en la cuneta de la historia. Dios no se olvida de los hombres a quienes creó a su imagen y semejanza y a quienes Jesucristo redimió del pecado, de la Ley y de la muerte. Esta es nuestra fe y nuestra firme esperanza: esperamos al Señor que vendrá al final de los tiempos y nos resucitará de nuestros sepulcros y nos llevará con Él. Vendrá glorioso y rodeado de sus ángeles. Además, tengamos presente que el ser humano no desaparece del todo en su muerte: su alma es inmortal. 2.2.- Estemos vigilantes “Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuando será el momento” (Mc.13,33). “Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!”. No vivamos despreocupados ni inconscientes ante la vuelta gloriosa del Señor; no vivamos entregados al pecado, a la vanidad… No nos dejemos dominar por las pasiones ni por los vicios que nos separan de Dios. Estemos vigilantes con las velas encendidas de la fe, de la esperanza y de la caridad para que cuando llegue el Señor nos encuentre así… Tengamos el alma en gracia y amistad con Dios. 2.3.- La entrada en el Reino de Dios Dios quiere que nos salvemos y que seamos eternamente felices con Él en su Reino. Nuestra meta final es estar con el Señor para siempre, por toda la eternidad. Jesús lo expresó de modo maravilloso en esta petición que dirige a su Padre: “Padre, quiero que donde yo esté, Estén también conmigo Los que Tú me has dado, Para que contemplen mi gloria, La que me has dado, Porque me has amado Antes de la creación del mundo” (Jn.17,24) Sintámonos todos incluidos en esa oración que Jesús dirige a su Padre poco antes de adentrarse en los caminos de su pasión y muerte. Vivamos de tal modo en este mundo que no nos separemos nunca del Señor. Caminemos por este mundo y comportémonos de tal modo que podamos decir con San Pablo: “vivo yo, pero no soy yo; es Cristo quien vive en mí” (Gál.2,20). ¿Qué más podemos decir? Sólo decir: “Gracias sean al Padre por Cristo en el Espíritu Santo porque ha hecho maravillas a favor nuestro”. Un día, si Dios quiere, entraremos en el cielo y seremos eternamente felices…Nada ni nadie podrá arrebatarnos esa felicidad; nada ni nadie nos hará perder esa felicidad que Dios tiene preparada para los que lo aman y que regala a los bienaventurados, a los que son acogidos en el Cielo. 3.- De la Palabra a la Eucaristía La Eucaristía que celebramos es el banquete en el que recibimos a Cristo, la mente se llena de la gracia y se nos da una prenda de la futura gloria del cielo. De alguna forma se anticipa en cada Eucaristía la gloria del cielo. Participemos en ella con fe, amor y esperanza. 4.- De la Eucaristía a la Misión Somos miembros del Pueblo de Dios que camina por estas tierras a la Casa del Padre. No nos dejemos seducir por las cosas de este mundo olvidando el camino que nos lleva al cielo. Y mientras vamos caminando pasemos por este mundo como Jesús: haciendo el bien, curando a los enfermos, ayudando a los necesitados, sembrando la paz y la justicia…… Que la Stma. Virgen María nos acompañe y nos ayude con su protección maternal en este caminar para que no nos separemos nunca de su Hijo Jesús que es “el camino, la verdad y la vida” para todo ser humano; también para ti, para mí, para todos. Terminamos. Unidos en la plegaria Cáceres, 12 de noviembre de 2012 Florentino Muñoz Muñoz

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