(Hechos 4, 32-35; 1Jn 5, 1-6; Jn 20, 19-31)
Para muchos la Semana Santa termine con la muerte de Jesus al día Viernes Santo. Para un campesino al enterrar la semilla en el campo es solo un paso para llegar a la cosecha: esta es la que importa y si se pierde, de nada sirvió sembrar. Igual es Jesús. San Pablo nos dice que si Jesús no hubiese resucitado vana seria nuestra fe. Muchos vienen a celebrar la muerte de Cristo y participar con devoción en las procesiones y vía cruces. Pero menos que una mitad de las mismas personas vienen a celebrar la Resurrección del Señor, que el Señor esta vivo, que ha resucitado, que nos ha derramado nueva vida sobre todos nosotros los bautizados.
Los mismos apóstoles de Jesús se sentían defraudados y el miedo obligaba a cerrar bien las puertas. Les parecía que todo había terminado en la cruz y en la sepultura. Estando las puertas cerradas, se les aparece el Señor resucitado. Sus corazones se transformaron y se llenaron de alegría al ver el Señor y Salvador, vivo!
Si, el Señor ha resucitado, y Su presencia es causa de nuestra alegría, como lo fue en los apóstoles y discípulos al ver a Jesús. Y porque Jesús nos ha dicho:"dichosos los que crean sin haber visto."
Jesús resucitado es nuestra alegría, porque todos hemos quedados marcados por Su resurrección. Es cierto que el mal continua en nuestro alrededor y en nuestro corazón.
Pero Jesús venció el pecado y Su victoria es nuestra victoria y nos ayuda a que también nosotros lo venzamos. La presencia de Jesús resucitado en nuestros corazones es más fuerte que la presencia del mal.
Para ayudarnos a vivir la comunión como Iglesia, el primer don de la resurrección que Cristo nos ha dado es el sacramento de Su paz y reconciliación en la Penitencia y Confesión de nuestros pecados: "Paz a vosotros" dijo Jesús a Sus apóstoles en el evangelio de hoy: "Como el Padre me ha enviado, axial también os envío Yo. Recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos."
Cuando vamos al confesionario y confesar nuestros pecados, tenemos un encuentro vivo con Cristo resucitado que nos perdone nuestros pecados por medio del sacerdote, y nos da la paz. Jesús resucitado es nuestra paz y la causa de nuestra paz: El nos puso en paz con el Padre; El nos ayuda a vivir en paz con los demás y a vivir en paz con nosotros mismos. Y nos manda a perdonar a los demas y traerles la paz.
Por el perdón de nuestros pecados nos hace vivir en una verdadera comunión con Dios y con los unos a los otros como vivía la primera comunidad Cristiana. Vivian en paz, alegría y amor, hasta que todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía.
Esta es la comunión que siempre tenemos que vivir como familiar de Dios e Iglesia de Jesucristo y la resurrección de Cristo y el perdón de nuestros pecados nos hacen vivir así como verdadera comunidad!
En este ano de los laicos y promoción de la vocación de los laicos, el Señor Obispo Francisco nos anima a vivir esta comunión en nuestras parroquias.
Sobre el sacerdote, dice el Obispo: "El sacerdote es servidor de la Iglesia comunión, porque unido al Obispo y a los demás sacerdotes en el presbiterio, el construye la unidad de la comunidad eclesial en la armonía de las diversas vocaciones, carismas y servicios. Vela por la comunión eclesial y que sea real y autentica...y promueve y preside en nombre de Cristo sobre esta comunión entre los fieles cristianos bajo su cuidado pastoral.
Sobre el laico y comunión, dice el Obispo: "teniendo en cuenta que los carismas, ministerios, los encargos y los servicios del fiel laico existen en la comunión y para la comunión y que son riquezas que se complementan entre si a favor de todos; Os ruego a vosotros queridos hermanos laicos, que no os encerréis en vosotros mismos, que no viváis de espaldas unos a otros en la comunidad cristiana, que no os aisléis espiritualmente de la comunidad....vivid y trabajad en comunión....mantened siempre un autentico sentido de fraternidad, en el gozo de una igual dignidad. Empeñaos, sostenidos por la gracia divina y el aliento de los demás, en hacer fructificar el don, carisma gracia que el Espíritu Santo os haya dado para común utilidad y para la edificación de la Iglesia de la parroquia"
Hay mucho mas que el Obispo nos dice sobre la participación y corresponsabilidad de los laicos y seglares en la Iglesia. Estas son solamente unas pocas de sus palabras. Durante este tiempo de pascua, le damos gracias al Señor por la comunión que haya entre los miembros de nuestra comunidad cristiana y recemos y obremos para mejorarla y profundizarla más y más entre todos los miembros, para la edificación de la Iglesia y la parroquia.
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