Friday, September 7, 2012
XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, 9 septiembre 2012
HOMILÍA DOMINGO XXIII TIEMPO ORDINARIO - 2012
CILO “B”
1.- Las Lecturas
* Libro del Profeta Isaías 35, 4-7a. El profeta anuncia que cuando llegue el Mesías abrirá los ojos a los ciegos y los oídos a los sordos, y además transformará la creación.
* Salmo responsorial 145. El salmista nos invita a todos a alabar al Señor por las grandes maravillas que ha hecho con nosotros.
*Carta del apóstol Santiago 2,1-5. Santiago nos recuerda que debemos prolongar la fe en la caridad a favor de los necesitados. Además nos dice que debemos quitar toda diferencia entre ricos y pobres.
* Evangelio según San Marcos 7,31-37. Jesús hace oír a los sordos y hablar a los mudos. Son los signos que manifiestan al Mesías y que acreditan que ha llegado ya con Él y en Él el Reino de Dios.
2.- Sugerencias para la homilía
2.1.- Jesús es el Mesías
Jesús es el Mesías: el ungido por el Espíritu, el enviado por el Padre para ofrecer a los hombres y a las mujeres el amor de Dios que se hace presente y visible en su persona y en sus obras. Él es el verdadero Mesías para llevar a la liberación a los pobres, la vista a los ciegos (cf. Luc.4,18s).
Después de treinta años de vida sencilla y de silencio contemplativo en una pequeña aldea, en Nazaret, Jesús inicia su ministerio público.
Ha llegado la hora fijada desde siempre por el Padre para que Jesús, su Hijo hecho hombre, dé comienzo al anuncio del Reino de Dios. Jesús, obediente en todo y siempre a su Padre, deja Nazaret y su hogar entrañable, y comienza a recorrer los caminos y senderos de Galilea diciendo a todos: “arrepentíos y convertíos, que el Reino de Dios está llegando”.
2.2.- Jesús se acerca a todos y los mira con profundo amor
Cuando Jesús se adentra por las aldeas y pueblos de Galilea, se acerca a todos ya que el Reino está destinado a todos; pero de manera
preferencial a los sencillos, a los pobres y a los pecadores. Ya que estos son los destinatarios privilegiados del Reino.
Jesús se siente profundamente apenado porque ve que los hombres están enfrentados entre sí, unos dominan a otros, tienen el corazón cerrado, no ven lo esencial ni escuchan palabras de esperanza…Y de este modo, todos terminan cayendo en tierra rotos, derrotados, hundidos…
El pecado domina en el corazón de los hombres…y los tiene esclavizados.
Pero hay esperanza, pues Dios ha tomado la iniciativa de salvar a la humanidad y ha venido. “El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz…” Esta Luz es Jesucristo.
Jesús se acerca a todos, los escucha, los acoge.. y les muestra su amor desinteresado, gratuito, misericordioso…Les anuncia a todos el Reino cuyo corazón es el amor, la ternura y la misericordia de su Padre para todos. Mejor dicho: “El corazón del Reino es el Abba (el Padre) de Jesús”.
2.3.- Jesús realiza signos que acreditan que el Reino de Dios ha
llegado ya
En el contexto del Reino de Dios hemos de situar y entender los milagros que realiza Jesús. Los evangelios sinópticos, de manera especial, presentan los milagros de Jesús como signos que acreditan que el Reino de Dios como presencia de gracia, de salvación, de liberación integral ha llegado ya a los hombres. Los milagros de Jesús han sido llamados “clamor del Reino”. El mismo Jesús dijo esto mismo a los discípulos de Juan Bautista cuando le preguntaron si Él (Jesús) era el Mesías. Jesús les contestó: “id y decid a Juan: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son curados…”.
Por eso, al presentar o al hablar de los milagros de Jesús no debemos insistir demasiado en lo portentoso, en lo maravilloso, en lo espectacular del milagro -que lo tiene- sino ante todo en que son expresión viva y verdadera de que ha llegado ya el Reino de Dios a nosotros en la persona, en las obras, en los signos que realiza Jesús de Nazaret. Tan importante es esto que podemos decir que Jesús “es el mismo reino de Dios” (Orígenes).
Ahora entendemos mejor por qué Jesús no hizo milagros para satisfacer la curiosidad de algunos, ni para conseguir el poder humano, ni para triunfar sobre nadie, ni para que le aplaudieran, sino para mostrar de forma visible y sencilla el amor, la ternura, la misericordia de Dios para todos…
Cuando Jesús se da cuenta de que quieren llevarlo a Jerusalén para hacerlo rey -después de la multiplicación de los panes y de los peces-, se marchó él solo a la montaña a orar a su Padre.
¡Qué distintos son los caminos de Jesús a los nuestros!
2.4.- La Iglesia también ha de hacer “signos”
Así como no hay un Jesús sin milagros, tampoco debe haber una Iglesia sin “milagros”, es decir, sin signos mesiánicos que acrediten la venida del Reino de Dios y lo hagan visible entre todos. Tengamos en cuenta que esta Iglesia somos todos. También tú eres la Iglesia.
¿Qué signos debe ofrecer la Iglesia -todos los bautizados- a los hombres de hoy?
Sin pretender decir y expresar todos, les ofrezco tres signos en coherencia con los que hizo Jesús.
* El amor. La Iglesia tiene que mostrar a todos el amor y la misericordia siendo una comunidad de personas que se aman en el Señor y que aman a los demás. Ya nos dijo Jesús: “Que os améis los unos a los otros. Que como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos, si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn.13,34-35). Desterremos de nosotros y para siempre el odio, la violencia, la enemistad… Construyamos en nuestro mundo la civilización del amor.
* La unidad. La Iglesia tiene que vivir la unidad entre todos sus miembros, alejándose de las divisiones, enfrentamientos…. Así lo dijo Jesús: “Yo les he dado la gloria que Tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que Tú me has enviado y que yo les he amado a ellos como tú me has amado a mí” (Jn.17,22-23). Nunca sembremos divisiones, indiferencias…que tanto daño hacen a las personas y las empobrecen…
* El servicio a los necesitados: dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, visitar a los enfermos, consolar a los tristes, acoger al emigrante …. Estos signos acreditan el Evangelio de Jesucristo y lo hacen creíble. Jesús nos dijo: “tuve hambre y me diste de comer…”(Mt.25). En nuestro tiempo de crisis, de dificultades…la Iglesia tiene que acercarse al ser humano para ayudarle, darle esperanza, ofrecerle la mano para levantarse y caminar…La Iglesia tiene que ser “un recinto de libertad, de amor, de paz, de justicia para que todos encuentren ella un motivo para seguir esperando”.
Es necesario mostrar la fuerza de la fe en la realización de obras de la caridad, como nos pide el objetivo del Plan Pastoral de nuestra
Diócesis de Coria-Cáceres para este nuevo curso que vamos a inaugurar pronto si Dios quiere. Recordemos estos textos de la Escritura Santa:
“Una fe sin obras es una fe muerta” (Sant.2,17).
“Porque en Cristo Jesús solamente tiene valor la fe que actúa por
la caridad” (Gál.5,6).
Tengamos siempre presente que los mejores signos de liberación y de comunión que podamos realizar nosotros en el mundo no son ya el Reino de Dios, sino que son signos humildes de ese Reino que es la Plena Liberación y la Perfecta Comunión. No lo olvidemos
3.- De la Palabra a la Eucaristía
Pasemos de la Palabra a la Eucaristía. Jesús no sólo ha anunciado el Reino de Dios con su palabra; no sólo ha mostrado el Reino de Dios con sus signos y milagros. Jesús ha traído y hecho presente el Reino de Dios con su muerte y resurrección.
La Eucaristía que celebramos es el sacramento de la muerte y de la resurrección de Cristo. Por eso, la Eucaristía es el sacramento del Reino de Dios entre nosotros.
4.- De la Eucaristía a la Misión
Fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, salgamos al mundo: familia, sociedad, trabajo…y mostremos aquí el Reino de Dios a través de nuestras obras: amor, perdón, misericordia, justicia, atención a los necesitados, a los pobres, a los ancianos, a los enfermos
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Desde estas líneas felicitamos a nuestro Obispo Mons. D. Francisco Cerro Chaves en el quinto aniversario de su ordenación episcopal, 2-IX-2012. Felicidades y que el Señor lo proteja y acompañe siempre.
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Terminamos ya. Unidos en la plegaria.
Cáceres, 3 de septiembre de 2012
Florentino Muñoz Muñoz
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