(Ezequiel 34, 11-12, 15-17; Corinthios 15, 20-26,28; Mt. 25, 31-46)
Hemos llegado hoy al fin de nuestro año litúrgico. Celebramos la gran Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Con toda la Iglesia proclamamos Jesucristo, Rey del Universo, Rey de los Ángeles y los Santos, Rey de todos los Pueblos, Rey de nuestras familias, Rey de nuestras almas y corazones. Es un Rey bastante extraño bien distinto de los gobernantes de este mundo. Pues Cristo Jesús no busca dominar sino servir, ni se impone por la fuerza sino por el amor y no vive en la riqueza sino que nace en un estable y una cueva y muere en el patíbulo. Y antes de venir en toda Su gloria y majestad, Su corona no es de oro sino de espinas y Su trono es la cruz. Para servirle a El es a servir a los demás.
Proclamar a Jesucristo y aceptarlo y como nuestro Rey quiere decir que es El quien dirige nuestra vida; que es El quien ocupa el centro de nuestros pensamientos y de nuestro corazón porque buscamos pensar, sentir y actuar como El. Quiere decir que en nuestras familias, en nuestras relaciones entre vecinos, en la comunidad, buscamos y obramos para realizar Su reino que es un reino de verdad y de vida, un reino de santidad y de gracia, un reino de justicia, amor y la paz.
Cuando yo estaba sirviendo como párroco en Texas, en la Iglesia de San Antonio de Padua, iniciamos una devoción bien hermosa en honor de Cristo Rey. Con una estatua del Sagrado Corazón de Jesús puesta en el santuario, comenzamos la Santa Misa con una procesión. Después del sacerdote y monaguillos y los servidores del altar y los lectores, seguio una familia, padre y madre con sus hijos. La madre, acompañada por su esposo, trajo sobre un cojín una corona, y los hijos con flores y velitas, adelante. Cuando llegaron al santuario, los hijos colocaron alrededor de la estatua del Sagrado Corazón, sus flores y velitas y después de una oración del sacerdote y un himno, alabando y glorificando Cristo Rey del Universo, el padre de la familia tomo la corona de su esposa y corono el Sagrado Corazón. En este momento todos nosotros consagramos nuestras vidas y nuestras familias, nuestra comunidad y nuestra parroquia al Sagrado Corazón de Jesús y después de la homilía renovamos nuestras promesas bautismales en honor de Cristo Rey. Durante la semana cada día, ofrecimos oraciones y peticiones en Su honor, como una novena de siete días, hasta del primer domingo de Adviento, para todas las necesidades e intenciones personales, de las familias y de la parroquia!
En México y América del Sur, devoción a Cristo Rey es muy famosa y celebran este día con una gran procesión y con mucho gozo y alegría. Tiene un canto en Su honor que se llama: "Viva Cristo Rey, viva Cristo Rey!” Padre Pro, un mártir Mexicano durante la revolución en México, murió cantando este canto. Muchos lucharon por su fe Católica en ese país bajo la bandera de Cristo Rey. Nos dan ánimo en nuestros días porque hay hoy en toda la Europa, y en España también, un espiritu de secularismo muy fuerte contra la fe en Dios que separa la fe y amor de Dios de la vida ordinaria y diaria. Este secularismo es la causa de mucha indiferencia hacia la religión, la Iglesia y la fe Catolica y la causa de la falta de poner en práctica lo que creemos; hay más non practicantes que practicantes hoy que antes; hay tambien influjos extraños y políticos con diferentes ideales y filosofías contra la fe en Dios. Datos estadísticos dicen que en España la mayoría son Católicos pero solamente 17 por ciento van a la Misa. Nuestro obispo, con los otros obispos, sabe de esta realidad. Por eso nos ha escrito, Don Francisco en su ultima carta pastoral, que yo ya he comentado y compartido con vosotros en Misas anteriores - una exhortación, llena de luz, esperanza y el Espíritu Santo para despertar los fieles seglares y laicos Cristianos - ese gigante dormido - sobre su gran vocación, como piedras vivas y fueguitos de la Iglesia que iluminan el mundo con la luz de su fe que son testigos y mensajeros de la buena noticia de salvación, que han de transformar este mundo en una civilización de amor y en una cultura de vida, no de muerte.
En los dos domingos anteriores hemos escuchado la palabra de Dios que nos ha dicho que debíamos permanecer atentos a la venida del Señor y teníamos la responsabilidad de utilizar y hacer crecer los talentos y dones que Dios nos ha confiado y nos ha dado. Este domingo de la Solemnidad de Cristo Rey, aun se nos aclara mas su mensaje: Jesucristo vendrá como Rey, como Señor y Juez, a tomar cuenta de la administración que hayamos hecho de los bienes, de los talentos y de los dones, que El nos ha dado para multiplicar y compartir con los demás, como El mismo multiplico los panes y pescados para alimentar y satisfacer a tanta gente. Y nuestra fe es uno de los dones mas precioso que Dios nos ha dado, no para ser escondida sino para crecer y multiplicar y iluminar nuestra vida y todo el mundo y a todos los hombres con la luz de la verdad.
La Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo es una llamada a toda la Iglesia a despertarnos y renovarnos en nuestra fe Católica, a vivir el compromiso de nuestro bautismo, luchar contra el mal en todas sus formas y dar un fuerte testimonio de nuestra fe y amor de Dios, en nuestras familias entre nuestros hijos, en la comunidad entre nuestros vecinos, en la parroquia entre nuestros mismos hermanos y hermanas en Cristo, para animar a los unos a los otros en nuestro amor a la Iglesia y en nuestro servicio humilde y generoso en compartir nuestros dones y talentos para la gloria de Dios y el bien de los hombres.
Este es la llamada de Cristo Rey, triunfo y glorioso, en el poder de Su amor que vence todo lo malo, todo los engaños y todo lo que no es de Dios. Y El nos ha comunicado este poder, esta victoria, a nosotros. Porque en el Bautismo y en la Confirmación fuimos ungidos con el mismo óleo santo y la misma crisma para ser Cristos: miembros vivos de Cristo Sacerdote, Cristo Profeta, Cristo Rey, discípulos de la nueva evangelización, mensajeros de las buenas noticias de la salvación y obradores en la viña de nuestro Padre eterno!
La Virgen Maria, nuestra Madre santísima nos anima y nos ayuda a vivir nuestras vocaciones. Ella es nuestra abogada, modelo y maestra en el vivir de nuestro compromiso bautismal. No era sacerdote, ni religiosa, pero madre, esposa, laica fiel y humilde servidora y seglar! Y Dios obro cosas maravillosas en ella, todo lo que podía. Porque Ella abrió su alma y corazón al amor de Dios y Su Palabra Divina y llego a ser un Instrumento poderoso en las manos de Dios por la salvación del mundo. Si honramos hoy a nuestro Señor Jesucristo como Rey del Universo, honramos también Su Santísima Madre, La Virgen Maria, quien esta siempre a Su lado, como la Reina de toda la Creación. Asi sea!
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