(Sam 3, 3b-10,19; Cor 6,13c-15a,17-20; Jn 1, 35-42)
Las lecturas de este domingo nos hablan de nuestro llamamiento personal de conocer, amar y servir al Señor en esta vida y estar con El eternamente en la felicidad y gloria eternas en la vida venidera. Por eso fuimos creados en la providencia y amor de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, para tengamos la vida y la tengamos en abundancia dice el Señor Jesucristo.
Pero la vida eterna no comienza cuando morimos. Ya ha comenzado cuando fuimos bautizados. Ya hemos comenzado a vivir eternamente con Dios en la gloria, felicidad y amor. Por los que son bautizados y que han recibido el don de la fe, ya han comenzado a vivir la vida de Dios, la vida de los hijos de Dios, la vida del hombre nuevo, la vida de Cristo resucitado, la vida de gloria.
Las lecturas de hoy nos recuerdan de este gran misterio y de este llamamiento nuestro, que Dios esta con nosotros. Dios nos llama a una unión personal y un conocimiento nuevo de Dios y de nosotros mismos como Sus hijos. Que Dios nos ilumina. Dios nos habla en una manera personal. Que Dios nos indica como conocer Su santa voluntad y vivirla.
Y como lo hace? En la misma manera que El despertó a Samuel en la primera lectura, Dios nos habla en nuestro interior como hablo a Samuel. Samuel estaba dormido en el Templo. Este es un símbolo para nosotros, porque nuestro cuerpo es un templo consagrado por el bautismo en que habita el Espíritu Santo - Dios vive en este templo de nuestro cuerpo.
Cuando fuimos bautizados, fuimos lavados de nuestros pecados y consagrados como un lugar santo y dedicado a Dios y al culto en espíritu y en verdad. Fuimos unidos a Cristo resucitado y hechos miembros de Su Cuerpo Místico y glorioso, compartiendo en la nueva vida de Su resurrección, haciéndonos nuevas personas, hombres nuevos y mujeres nuevas, templos en que habita el Espíritu Santo como dice la segunda lectura de la Misa de este domingo.
Y San Pablo dice también, que el cuerpo no es para la fornicacion sino para el Señor y el Señor para el cuerpo. No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Huid de la fornicación...Por tanto, glorificad a Dios con vuestro cuerpo!
Entonces Dios nos habla en nuestro interior, en nuestra conciencia, nos ilumina, y nos enseña Su voluntad y nos indica lo que le agrada a El y la manera que nosotros podemos servirle mejor, amarle y conocerle y realizar la obra que El nos ha preparado para realizar por Su honor y gloria y por nuestra salvación y encontrar en este mundo la verdadera felicidad y la felicidad eterna en la vida venidera.
Dios nos habla en el silencio de la noche como hablo a Samual y nos habla en el pleno día como Cristo les hablo y llamo a los apóstoles San Pedro y San Andrés en el evangelio de hoy. Dios quiere despertarnos y despertar la nueva vida de Su presencia para llamarnos a una vida nueva y maravillosa de ser mensajeros y testigos de la buena noticia de la salvación, discípulos y amigos de Cristo y obradores de la nueva evangelización en el mundo de hoy!
Como Samuel, nosotros somos profetas dormidos en nuestro templo consagrado y en que habita el Espíritu Santo que Dios esta llamado en una manera mas profunda y personal a seguir a Su Hijo Jesucristo y a realizar obras maravillosas por Su honor y gloria y por la reconciliación y salvación de los hombres y experimentar el gozo y alegría de Su divina presencia.
En su carta pastoral a los fieles laicos en este ano dedicado a los laicos, el Señor Obispo nos dice: "que los laicos son ese 'gigante dormido' que hay que despertar si queremos verdaderamente hacer realidad la nueva evangelización.”.. “La espiritualidad laical, dice el Señor Obispo, tiene que estar impregnada de una profunda oración, ser ‘contemplativos en la acción‘. Saber que solo podemos hacer 'una lectura creyente de la realidad' en la medida en que toda la vida se va transformando para vivir siempre "al aire" de Jesús de Nazaret y según Su imagen y semejanza como Dios y hombre verdadero. Es bueno en las entrañas de la vida florecer donde nos toque vivir. Que los laicos cristianos vivan siempre en el gozo y alegría de saber que sus vidas son 'perla preciosa' para el Señor y para la Iglesia aunque en la sociedad por su fe a veces 'marginados.'
Pedimos la gracia en esta Santa Misa de responder a la llamada del Señor a vivir la plenitud de nuestras propias vocaciones, la que sea, de laico, religiosa o sacerdotal y experimentar, un poco, del gozo y la alegría de la presencia del Señor que vamos a compartir como miembros de la Iglesia por toda la eternidad!
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