Sunday, January 8, 2012

Primer Domingo del Tiempo Ordinario, El Bautismo del Senor, 8 enero 2012

(Is 42, 1-4, 6-7; Hch 10, 34-38; Mc 1, 7-11)

Ya hemos celebrado el nacimiento de Jesucristo y hoy recordamos y celebramos Su bautismo. No necesitaba el Bautismo porque como Dios verdadero ya es santo y no tenia pecado. Nos da un ejemplo para nosotros que necesitamos el Bautismo para purificarnos del pecado original y hacernos hijos adoptivos del Padre celestial y hermanos y hermanas en la Familia de Dios la Iglesia. Y como recordamos y celebramos la Natividad y cumpleaños de nuestros Señor Jesucristo y luego Su Bautismo, debemos también, no solamente recordar y celebrar nuestro cumpleaños sino que recordar y celebrar el día de nuestro Bautismo con mucha gratitud, humildad y amor de Dios porque en este día recibimos el nuevo nacimiento por el agua y el Espíritu Santo y llegamos a ser nuevas criaturas compartiendo la nueva vida que Cristo gano por nosotros por Su pasión, muerte y gloriosa resurrección. Tiene que ser un día especial cuando rezamos, dar gracias a Dios, renovar las promesas bautismales y meditar sobre como estamos viviendo y creciendo en la vida de Cristo y cumpliendo la voluntad de Dios y la misión que nos ha dado el Padre eterno. Entonces tenemos buscar el certificado de nuestro Bautismo, fijar en el dia y fecha y guardar este dia como aniversario cada ano, y no solo como individuos sino también como familia, con el mismo gozo y fiesta con que celebramos nuestro cumpleanos y nacimiento humano!

En este día del Bautismo de Cristo contemplamos el verdadero significado de nuestro propio bautismo porque cuando fuimos bautizados fuimos purificados del pecado original, consagrados y ungidos como Cristo por el Espíritu Santo con una misión para realizar por la gloria de Dios y la salvación de los hombres. Bautismo no es una cosa privada. Somos bautizados en medio del pueblo. Somos hechos miembros de una comunidad y familia de Dios, la Iglesia.

En el Bautismo Dios nos establece en una unión personal y relación con El mismo y con los demás miembros del pueblo santo de Dios. Nos establece en una comunión de hermanos y hermanas, responsables por los unos a los otros. No como una isla desconectada de los demás, sino que una comunión de personas y hermanos con una vocación profética como el "Siervo de Yahvé" para promover el derecho y justicia, curar a los enfermos, librar a los oprimidos y ungidos por el Espíritu Santo para pasar haciendo el bien. Un predicador una vez dijo: "Tenemos hacer el bien a todos los hombres, porque cuando hacemos el bien, nos sentimos bien, y cuando nos sentimos bien, somos alegres y felices. Y el bien que Dios quiere es cumplir diariamente Su santa voluntad y como dicen los palmos: "La Ley del Señor es fuente de toda nuestra alegría y felicidad."


En este día del Bautismo de Cristo, la Iglesia nos llama a vivir nuestra vocación profética, expresar nuestra fe públicamente, vivir nuestros compromisos bautismales como adultos y verdaderos hombres y mujeres comprometidos con valor y entusiasmo, a ser la luz del mundo y sal de la tierra y compartir nuestra fe y amor de Dios y por el Espíritu Santo poner nuestros dones y talentos a los pies de Jesús y María como Sus seguidores y verdaderos discípulos en el servicio de los demás y en el servicio de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. No somos islas, somos hermanos responsables por los unos a los otros y Dios nos ha dado poder a comunicar y compartir nuestra fe y amor de Dios en nuestros propios hogares, comunidades y parroquias.

Como ya he mencionado que este ano es el ano dedicado en la Diócesis de Coria-Cáceres a los fieles laicos (seglares) y el Obispo ha escrito una exhortación al corazón de los laicos para animarles en el vivir de su vocación. El Señor Obispo dice: " Todos debemos reconocer, respetar y fomentar la identidad propia de los fieles laicos y valorar, promover y alentar efectivamente su misión en la Iglesia y en el mundo. CConfiemos en los laicos! Anudémosles a descubrir su identidad, vocación y su misión...en nuestro tiempo, se ha dicho con frecuencia que el laicado cristiano es como 'un gigante dormido' con un enorme potencial sin explotar aun. Es la hora de los laicos, la hora de los laicos... Desde aquí convoco los cristianos laicos a realizar esta labor evangelizadora en estrecha comunión con el Obispo y los sacerdotes, movidos por un espíritu verdaderamente misionero... porque el evangelio no puede penetrar profundamente en las conciencias, en la vida y en el trabajo del pueblo, sin la presencia activa de los seglares," (cf. 'Id También Vosotros a mi Viña,' Carta Pastoral, Mons. Francisco Cerro Chaves, enero, 2012)

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