Thursday, July 28, 2011

Decimoseptimo Domingo del Tiempo Ordinario, 24 de julio 2011

(1Reyes 3, 5, 7-12; Rom 8, 28-30; Mt 13, 44-52)

El rey Salomón en el la primera lectura de hoy nos da a nosotros y a los padres de familia un ejemplo muy importante en gobernar y guiar a nuestras vidas y a nuestras familias al buen camino hacia el cumplir de la voluntad de Dios y alcanzar la verdadera prosperidad, felicidad, paz y amor. Entre todos los bienes que el podía pedir, Salomón rezo por la divina sabiduría para discernir el mal del bien para gobernar el pueblo de Dios. Al Señor le agrado que Salomón hubiera pedido aquello, y dicen las escrituras que Dios le concedió un corazón sabio e inteligente y también mucho más!

Para saber la voluntad de Dios y lo que le agrada al Señor necesitamos la sabiduría divina. La necesitamos para iluminar y guiar nuestra vida, no por nuestra propia voluntad y lo que nos gusta, pero por la voluntad de El que nos ha creado y que sabe bien lo que nos va a dar la verdadera felicidad y prosperidad. Porque El es nuestro Padre eterno que nos ha creado en Su imagen y semejanza y que sabe bien y que nos cuida en todas nuestras necesidades, en lo material, lo espiritual, en lo temporal y eterno. El nos enseña por medio de la luz de la verdad y la sabiduría divina lo que es Su voluntad y lo que le agrada a El y cumplirlo con toda confianza y humildad. Y por medio de esta misma luz como cumplir nuestras responsabilidades y deberes a los demás, a nuestras familias, a nuestras comunidades y nuestra nación, como pedio Salomón para guiar el pueblo de Israel. Con humildad y confianza debemos desear y pedir este precioso don de Dios que El ya a nos ha comunicado la primera vez en el sacramento de la Confirmación, y que tiene que ser renovado y aumentado, con todos los otros dones del Espíritu Santo, para iluminarnos y animarnos continuamente en nuestros pensamientos, palabras, obras y actividades!

Dios sabe todo lo que necesitamos antes de pedirle a El y que la necesitamos la sabiduría divina para alcanzar todos los otros bienes que El quiere comunicar y compartir a Sus fieles servidores.

"Fíjense en las aves del cielo; no siembran, ni cosechan, no guardan alimentos en graneros, sin embargo el Padre del cielo, el Padre de ustedes las alimenta. No valen ustedes mucho más que las aves? Quien de ustedes por más que se preocupe, puede añadir algo a su estatura? Y por que se preocupan tanto por la ropa? Miren como crecen las flores del campo, no trabajan ni tejen. Pero yo les digo que ni Salomón con todo su lujo se pudo vestir como una de ellas. Si Dios viste así el pasto del campo que hoy brota y mañana se echa al fuego, no hará mucho más por ustedes? Que poca fe tienen!...
busquen primero el Reino y la Justicia de Dios y se les darán también todas esas cosas!" (Mt 5, 1f)

Cuando ponemos Dios primero y buscamos el Reino de Dios, se actualiza la sabiduría divina en nuestra vida y por medio de la luz de esta sabiduría, llevamos en practica la voluntad de Dios y cumplimos lo que le agrada el Señor, confiados en Sus promesas y creyendo en sus palabras, encontraremos la verdadera felicidad y prosperidad, amor y la paz para nosotros y nuestras familias y la gloria y felicidad eternas en la vida venidera.

Un titulo muy hermoso de la Virgen María es: Trono de Sabiduría. Ella es nuestro ejemplo en su amor y en su vivir de la sabiduría divina y como madre y auxiliadora
nos ayuda a pedir y a recibir, como ella, con sincero y humilde corazón, la sabiduría divina. Creyendo en el mensaje y palabra de Dios por medio del Ángel Gabriel, ella concebio, por obra del Espíritu Santo, nuestro Divino Redentor y Salvador, primero en su Corazón Inmaculado y luego en su seno virginal, y dio a luz al mundo, la Sabiduría Divina y Encarnada, Jesucristo nuestro Señor.

Y como verdadera madre, María Santísima, nos invita y nos anima a provechar del banquete de la sabiduría divina:

"La sabiduría construyo su casa, levanto sus siete columnas. Mato a sus animales y preparo sus vinos, ya había puesto su mesa. Ordeno pregonar por medio de sus sirvientes, desde las alturas de la ciudad alta: Dense una vuelta por aquí ustedes que no saben! A los que no piensan en nada les dice: Vengan a comer mi pan y a beber mi vino que he preparado! Dejen a un lado su locura y vivirán, anden por los caminos de la verdad! "(Prov. 9, 1-6)

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