Saturday, July 30, 2011

Decimoctavo Domingo del Tiempo Ordinario, 31 de julio 2011

Is 55, 1-3; Rom 8, 35,37-39; Mt 14, 13-21)

En las lecturas de hoy, Jesucristo muestra Su gran compasión y amor a los que vinieron en busca de El. "No solo de pan, vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. " (Mt 4, 4b) Lo que mas regalo Jesús a la gente en Su día fue esperanza y sentido de vida, animándole y alimentándole con Sus palabras de vida eterna, luego haciendo un milagro de la multiplicación de los panes y peces para satisfacer su necesidad y hambre física del pan de cada día.

Hoy muchas personas están en el desierto, perdidos por el mundo como la gente que seguía a Jesucristo, con sus carencias de paz, de amor, de comunicación, de seguridad, de sentido de la vida. Nosotros no podemos hacer milagros, pero podemos atender al que pasa necesidad y tiende la mano pidiendo ayuda material o espiritual. Eso con los mas cercanos, no pensemos en los mas lejanos. Empecemos con las personas que nos rodean y constituyen nuestra familia, nuestra comunidad, con los que trabajamos o estudiamos. Son gestos que transforman. Tenemos unas manos no para coger, sino para dar; un corazón para abrirlo y ser compasivo. Tenemos dos hombros, uno para llevar la propia cruz y el otro para compartir la cruz de los demás.

Jesús partió el pan y lo multiplico como signo de la Eucaristía. El que comparte el pan de la Eucaristía recuerda y actualiza el misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo y sabe morir con El por los demás. Es el milagro de cada día.

En este milagro, como el sacerdote con el poder que Dios le ha concedido unido al Sumo Sacerdote Jesucristo y por las mismas palabras que Cristo rezo en la Ultima Cena, el pan y vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Cristo - cada uno de nosotros que recibimos y tomamos la Hostia y Santa Comunión, nos transforman tambien y llegamos a ser el Cuerpo de Cristo de hoy y Cristo mismo, el único y verdadero sacerdote, nos bendice, nos parte como una Hostia y nos dar a la gente para animar, alimentar y satisfacer a sus necesidades y multiplicar y manifestar Su amor misericordioso en el mundo de hoy! Este es un gran milagro que Dios esta realizando ahora entre nosotros y con nuestras vidas. Cristo nos dice hoy lo que les dijo a sus Discípulos en su tiempo; "Denles ustedes algo de comer" (Mt 14, 13f)

Venimos a la Santa Misa para beber de las fuentes de las aguas vivas del Espíritu y de la Palabra de Dios y comer del pan de la Eucaristía que nos da nueva vida y una derrama del amor de Cristo para transformarnos en nuevas criaturas y verdaderos hijos de Dios renovados en Su imagen y semejaza.

Aquí en la Santa Misa aprendemos como amar a Dios de todo corazón, toda nuestra alma, toda nuestra fuerza y amar a nuestro prójimo como Cristo nos ha amado. También aprendemos como no hemos imitado y seguido a Jesucristo, como hemos faltado en nuestro amor a Dios y a los demás, como pedir perdón y amar y servir de nuevo mas mejor y con mas generosidad, muriendo a nosotros mismos, nuestro egoísmo, nuestra falta de comprensión, compasión y caridad, muriendo al pecado y viviendo la nueva vida de Cristo, Cristo resucitado. Llegamos a comprender el gran valor y importancia del Sacramento de la Confesión y la gracia que recibimos de arrepentirnos de nuestras faltas y debilidades y imitar de nuevo a Jesucristo como Sus verdaderos discípulos y hermanos y hijos de Dios.

En esta Santa Misa celebramos como una familia, el Misterio Pascual, la pasión, muerte y gloriosa resurrección de Jesucristo y aprendemos como vivir este misterio de nuestra fe, con amor, devoción, gratitud y confianza.

La Virgen María como Nuestra Senora del Santisimo Sacramento es nuestro modelo y auxiliadora en celebrando la Santa Misa - en escuchar la Palabra de Dios y recibir la Eucaristía, centrar su vida alredador de la Eucaristia y vivir Su misterio, guardando la divina presencia de Cristo, como un sagrario, de Eucaristía a Eucaristía y ofreciéndo su vida como ofrenda continua de alabanza, adoración, gratitud, reparación, petición y intercesión por las necesidades de los demas, por el honor y gloria de la Santisima Trinidad y la salvacion de los hombres. Una verdadera Madre que por amor siempre busca el bien de sus hijos y hijas, extendiendo y imitando el amor de su hijo Jesucristo. Y que maravillosa y misteriosa es la comunión que compartimos con la Virgen Maria en la celebración de la Eucaristía y la Santa Misa, ella que por su "Fiat" se entrego y se ofreció a su vida, su inmaculado corazon, su cuerpo y sangre, para que sea encarnado Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, para la salvación del mundo!

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