Saturday, January 19, 2013
Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, 20 enero 2013
HOMILÍA II DOMINGO TIEMPO ORIDNARIO - 2013
CICLO “C”
Jornada Mundial de las Migraciones
Aportación especifica de la Iglesia.
Sugerimos algunas pistas de actuación
1.- En estos tiempos de crisis prolongada donde la solidaridad debe ser reforzada, (“Caritas in veritate, 43), queremos seguir trabajando en la defensa de los derechos de las personas migrantes, en la promoción de una cultura hospitalaria, de la integracion y la inclusión, que facilite a las personas su in-corporación con todos sus derechos, de la comunión, superando el simple asistencialismo, y allí donde sea posible o necesario, denunciar y trabajar por evitar las causas de los desplazamientos forzados.
2.- Asombra, a pesar de la escasez de medios y recursos, la multitud de iniciativas eclesiales, algunas admirables, que se realizan en nuestra Iglesia en favor de los inmigrantes. Sigamos con la formación y promoviendo el trabajo en redes que permiten compartir lo que se hace, enriquecernos mutuamente con las iniciativas de los otros, ser más eficaces. No estaría de más que se recuperara la colecta que antes se hacia con motivo de la Jornada, para potenciar la atención y la accion pastoral en favor de los inmigrantes..
3.- Vemos que son muchas las dificultades que afectan a los inmigrantes: el desvalimiento, el desarraigo, el desamparo, la explotación, en que con frecuencia se encuentran, el problema de hacer frente a sus deudas sin tener que verse en la calle etc. Todo ello “ofrece a la Iglesia la oportunidad y reclama de ella la obligación de ejercer de Buen samaritano que cure sus heridas, les ayude a levantarse y a recobrar la conciencia de su dignidad, camine con ellos, les proporcione hogar y nueva patria y les preste algo de su propia vida y riqueza”. Sería un signo de esperanza para las personas afectadas. Con ocasión de esta Jornada renovamos nuestra petición “a las autoridades para que los costes de la crisis no recaigan sobre los inmigrantes, arbitrando más bien las medidas necesarias para que reciban las ayudas sociales oportunas”.
4.-Juntamente con la solidaridad, el Santo Padre nos recuerda la respuesta diferenciada que la Iglesia, por la misión confiada por el mismo Cristo, está llamada a prestar: “La especial atención y cuidado de la dimensión religiosa, su tarea más importante y especifica”. Los emigrantes no son sólo destinatarios de la acción social, sino tambien de la misión evangelizadora de la Diócesis y de sus parroquias e instituciones. Se dice que la Iglesia evangelizando promociona y promocionando evangeliza. Es verdad. No es bueno separar ambas dimensiones, pero tampoco es bueno confundirlas. En la Iglesia todo o casi todo es pastoral, pero junto a labor social y de promoción que tan admirablemente realizan Caritas, los institutos de vida consagrada o las asociaciones de fieles etc, la Comisión Episcopal de Migraciones invita a cuidar también la dimensión más netamente pastoral, el servicio a la fe, y no sólo los servicios que brotan de la fe. El respeto al otro no debe hacer que silenciemos nuestras creencias y desde dónde actuamos. Las migraciones han dado lugar a que los destinatarios de la missio ad gentes estén también entre nosotros. “La verdad evangélica y la salvación ofrecida por Jesucristo propuestas con toda claridad y con absoluto respeto hacia las opciones libres que cada uno pueda hacer, lejos de ser un atentado contra la libertad religiosa es un homenaje a esta libertad, a la cual se ofrece la eleción de un camino que incluso los no creyentes juzgan noble y exaltante” (Evangelii Nuntiandi, 80) Deseamos que los hermanos bautizados en la Iglesia católica, venidos de otros países, puedan encontrar en nuestras parroquias su propia casa, lo que encontraban en la comunidad cristiana aquellos “extranjeros en la Diáspora”, a los que va dirigida la primera carta de Pedro: En medio de la opresión política, la explotación económica y la exclusión social, encontraban en la comunidad cristiana la Palabra de esperanza, su familia, el lugar de convivencia en dignidad, sin tener que renunciar a lo más genuino de su cultura. Más aún, que encuentren la posibilidad de poner al servicio de los demás sus propios carismas, su manera propia de sentirse comunidad y su compromiso. ”Contigo tambien,” les decimos. Es una gracia comprobar cómo ya empiezan los inmigrantes (presbíteros, religiosos y laicos) a participar incluso en puestos de especial responsabilidad en nuestras Iglesias”(Comisión Episcopal de Migraciones de la CEE).
1.- Las Lecturas
*Profeta Isaías 62,1-5. Isaías anuncia que Dios está presente en Jerusalén como signo de amor entre Él y esta ciudad. La ciudad destruida y abandonado se convierte en ciudad desposada y amada de Dios.
* Salmo Responsorial 95. El salmista nos invita a todos a cantar las maravillas que Dios hace a favor de todas las naciones. Unámonos nosotros a este cántico proclamando la gran maravilla de Jesucristo.
* Primera carta de San Pablo a los Corintios 12,4-12. El Espíritu Santo distribuye sus dones a cada uno para el bien de la comunidad. Descubramos el don que nos ha sido dado a cada uno y pongámoslo al servicio de la Iglesia, de la parroquia, del Arciprestazgo, siempre en comunión eclesial y en actitud de servicio.
* Evangelio según San Juan 2,1-11. En una boda celebrada en Caná de Galilea, Jesús realiza su primer milagro a ruegos de su Madre, la Stma. Virgen María, en presencia de sus discípulos que creyeron en Él.
2.- Sugerencias para la homilía
2.1.- Escuchemos el clamor de los pobres
La actitud de María ante la falta de vino en la boda de Caná no es la indiferencia ni la mirada para otra parte, sino la escucha del dolor, de la intranquilidad. María nos da una gran lección ante el mundo de los empobrecidos.
Ante los excluidos de la tierra, lo primero que debemos hacer es mirarlos, escucharlos, descubrir su dolor…Pero no nos quedemos aquí; hemos de dar un paso: hemos de conocer las causas que producen y generan este sufrimiento, esta pobreza, esta necesidad, para quitarlas de una vez y para siempre con la ayuda del Señor.
No es bueno el comportamiento de aquellos que se desvían del camino donde están los necesitados para no encontrarse cara a cara con ellos. Debemos ir a los lugares donde están y se encuentran los marginados, los excluidos, los hambrientos. No basta con conocer estudios sociológicos, encuestas…Hay que conocer los rostros de las nuevas pobrezas que están encarnados en las personas sufrientes…
2.2.- Tendamos a una vida austera, sencilla
María es una mujer pobre, sencilla…Por eso puede ver las necesidades que experimentan los demás. Lo que nos impide ver y escuchar el clamor de los empobrecidos suele ser el egoísmo, la avaricia, la codicia, el ansia de las riquezas…porque todo esto se mete dentro del corazón y de la mirada humana e impide ver a los demás…
Hemos de tener una mirada limpia y sencilla para poder ver y conocer a las personas concretas que sufren a causa de la miseria, de la falta de pan, de agua, de vestido, de casa, de trabajo, de salud…
2.3.- Demos de comer y de beber a los necesitados…
No es suficiente con escuchar el clamor de los pobres. No basta con conocer la pobreza en el mundo. No basta con lamentarse de la situación dolorosa en la que viven tantos seres humanos.
Es necesario llegar más lejos. Hay que remediar esas necesidades corporales, morales, espirituales:
• creando unas condiciones humanas favorables para estas personas necesitadas
• promoviendo la defensa y promoción de los derechos humanos para estas personas necesitadas: el derecho a la vida, el derecho al trabajo, el derecho a la vivienda…
• educando a los niños, a los adolescentes, a los jóvenes…para la solidaridad, la compartición, el respeto…
2.4.- Acojamos a los emigrantes
En esta Jornada mundial de las migraciones, no sólo pensemos en los emigrantes, sino también ofrezcámosles la ayuda que necesitan. Así dice Jesús: “Era forastero y me acogisteis”. Nos adherimos y hacemos nuestras las recomendaciones que nos hacen nuestros Obispos y que figuran en el mensaje que nos han entregado y que nosotros ofrecemos al inicio de estas páginas.
2.5.- Hemos de cambiar
* Hemos de cambiar nuestro corazón para que sea cada vez más misericordioso, compasivo, bondadoso…superando de este modo la dureza, la incomprensión…y sabiendo perdonar al que nos haya ofendido, aunque nos cueste mucho esfuerzo.
* Hemos de cambiar nuestros criterios para que sean solidarios, fraternos, caritativos… superando así el egoísmo, la indiferencia…
* Hemos de cambiar nuestros comportamientos para que sean más acogedores, respetuosos, justos…superando de este modo el odio, la injusticia, el olvido de los más pobres..
Dirijamos hoy nuestra oración al Señor para que nos dé el Espíritu Santo a fin de que cambie y transforme nuestros corazones, nuestros criterios y nuestros comportamientos.
2.6.- Oremos por las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras
Fieles a la recomendación de Jesucristo oremos al Señor y pidámosles que suscite vocaciones a la vida sacerdotal, a la vida religiosa, activa y contemplativa, y a la vida misionera. Las necesidades son muchas y variadas, pero los sacerdotes, los religiosas y religiosas, los misioneros y las misioneras son pocos. Oremos al Señor por las vocaciones de especial consagración.
3.- De la Palabra a la Eucaristía
El Señor está presente en la Eucaristía: su Cuerpo entregado por nosotros y su Sangre derramada por nuestra salvación. Comulgando con el Cuerpo y la Sangre de Cristo adquirimos el compromiso de entregar nuestra vida al servicio de los necesitados, los marginados, los excluidos…
4.- De la Eucaristía a la misión
Vayamos al mundo, tomemos este mundo y no lo entreguemos a la avaricia, a la codicia, a la violencia de nadie. Hagamos de este mundo un lugar donde todos y todas podamos vivir en paz, en libertad, en gracia…, donde nadie muera de hambre ni sea víctima de la injusticia, de la violencia, del abandono…
Terminamos. Unidos en la oración.
Cáceres, 14 de enero de 2013
Florentino Muñoz Muñoz
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