Sunday, December 18, 2011

Cuarto Domingo de Adviento, 18 diciembre 2011

(1 Sam 7, 1-5, 8, 11-16; Rom 16. 25-27; Lc 1, 26-38)

Este último domingo del Adviento es mariano y es la puerta que nos abre a la Navidad. María es nuestro modelo y nuestra maestra que nos enseña a creer y nuestra compañera de camino que nos ayuda a creer. La fe de María ha consistido en fiarse completamente de Dios y para El no hay nada imposible. La fe nos llena de gozo en Dios! Cercana la fiesta de la Navidad, a imitación de María debe ser también nuestra preferida palabra: "hágase en mi según tu palabra".

En la primera lectura de la Misa de hoy, se parece al primero a Natan, el profeta en el tiempo de David que era una intención buena y piadosa del rey David a construir na casa para Dios porque no es justo que el rey viviera “en casa de cedro" y "el arca del Señor viviera en una tienda. " y dijo Natan a David "ve y haz cuanto piensas, pues el Señor esta contigo." Pero después, se lo pensó mejor, y cuando recibió la Palabra de Dios corre hacia David para poner las cosas en su punto:

Un templo para Dios? No, gracias. Dios no quiere palacios. No le metas en una casa, que Dios quiere estar en todas las casas y en corazón de todas las cosas. "Dios no habita en casa hecha por manos de hombre" (Hch 7, 48). Las casas que Dios quiere son de otro tipo. "Así dice el Señor: el cielo es Mi trono y la tierra es el estrado de Mis pies. Que templo podréis construirme, o que lugar para Mi descanso? ...En ese pondré Mis ojos: en el humilde y en el abatido que se estremece ante Mis palabras." (Is 66, 1-2). Asimismo, Jesús anuncia un culto que no será en Jerusalén ni en Garizim, sino en espíritu y en verdad, y alude al verdadero templo, que es Su cuerpo. Y pensar que hoy todavía seguimos con ideas sobre los templos muy cercanas al rey David!

Y Dios no quiere que le paguemos ni con templos ni con ofrendas ni con sacrificios. “el sacrificio que Dios quiere es un corazón contrito." La ofrenda que Dios quiere es nuestra misericordia. El templo que Dios quiere es el de nuestra alma. Dios es amor generoso y gratuito. No es cuestión de decir como David o Salomón: mira cuantas cosas he preparado para Ti, mira cuantas cosas Te ofrezco en acción de gracias, sino: aquí me tienes Señor, cuanto te quiero!

Y el templo perfecto que Dios mismo quería construirse en la dinastía de David era una casa pequeña, pero preciosa, transparente y palpitante. Y el templo se llamaba María - una mujer desconocida, humilde, pobre y sencilla, pero que enamoraba a Dios. La verdadera "humilde y abatida que se estremece ante Mis palabras." Y de que manera!


No se trata de colocar a Dios en un espacio externo, un lugar grandioso pero frío. Se trata de ofrecer a Dios un espacio íntimo, calido y palpitante, un lugar secreto del corazón. Que deseos tiene Dios de vivir en estos templos! Como busca personas que le abran las puertas del alma, que estén siempre dispuestas a la escucha y la acogida! Que bien se encuentra Dios en el corazón de los humildes y creyentes! Cuanto nos ama Dios!

Dios quiere templos naturalmente, pero no como los de David y Salomón, sino que sean los mas parecidos al templo que es María. Ella es el verdadero templo vivo en el cual Dios quería habitar y encarnarse y llegar entre nosotros como nuestro Salvador. Ella no solamente es nuestro modelo, ejemplo y Maestra, sino también nuestra compañera, auxiliadora y intercesora en ayudándonos a prepararnos y llevar el camino pleno y recto hacia la Navidad y reconocer la gloria de Dios obrando en nuestra vida. SU deseo para nosotros es como el mismo deseo de Dios: que encontremos a su Hijo Jesucristo y Su divina presencia esta Navidad y que Jesús nazca de nuevo en cada uno de nosotros.

Si Dios quiere templos, pero que sean los mas parecidos al templo que es María! Para ver la gloria de Dios en nuestra vida y ser renovados en el gozo y alegría del nacimiento de nuestro Salvador en el tiempo que nos queda durante de Adviento, con María tomemos conciencia de que Dios mora en nosotros y nos acompaña en cada momento; com María nos esforcemos por abrir las puertas de nuestra casa y por convertirnos cada uno en el mas hermoso templo de Dios. Con María permanezcamos en oración constante como en cada templo ofrecemos oraciones y sacrificios espirituales, recemos también el Santo Rosario. Con María meditemos y celebremos la Palabra de Dios para ponerla en práctica. Con María confesemos nuestros pecados y tomemos la Santa Comunión on devoción y amor en esta Navidad. Y con María preocupemos por todos los otros templos vivos, para respetarlos, defenderlos y dignificarlos. Hay muchos templos deteriorados y profanados que necesitan nuestra atención y cuidado.

Y el culto que Dios quiere, en estos templos vivos, el culto en espíritu y en verdad, es el culto de amor, y de entrega, el servicio a los pobres, el lavar los pies de los hermanos, la defensa del oprimido y el estar cerca de los que sufren, visitar a los enfermos, ayudar a los pobres. Las oraciones, los cantos, las ofrendas y los ritos están muy bien pero brotan de este culto interior del corazón y entrega. Y este es el culto que Dios quiere y el culto que nos enseña y ofrece la Virgen Santísima: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra."

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