(Jer 31, 31-34; Heb 5, 7-9; Jn 12, 20-33)
Durante la Cuaresma, por medio de nuestros ejercicios espirituales, recibimos la gracia de renovarnos y profundizarnos en cuatro áreas de nuestra vida Cristiana; 1.) La fe; 2.) la conversión; 3.) el culto; y 4.) el servicio. La fe nos reune como una comunidad cristiana; nuestro encuentro con Cristo en Su Palabra y Su Eucaristia nos da gozo y alegria y nos hace crecer y mejorar nuestra vida; nuestro culto renueva con el Padre Dios la alianza santa eterna establecida por el sacrificio del Cuerpo y Sangre de Cristo que ofrecemos unido con el sacrificio de nuestras propias vidas; y desde esta santa Misa somos enviados a dar testimonio del amor misericordioso y sin limites en un servicio generoso a nuestro projimo y a los mas necesitados - fe, conversion, culto y servicio
En el desierto, una de las tentaciones que Cristo vencio por nosotros y nuestra salvación era la tentación del diablo de no adorar y glorificar a Dios y rendirle culto debido en el espíritu y verdad. Dice esta tentación en Mt 4, 8f: "El diablo lo llevo (a Cristo) a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria y le dijo: 'Te daré todo esto, si postrándote, y me adoras'. Entonces, Jesús le respondió: 'Apártate, Satanás, porque esta escrito: 'Al Señor tu Dios adoraras y a El solo servirás."
Recordamos también cuando dijo Jesús: "Yo no he venido a quitar la Ley y los Profetas'... refiriendo a los diez mandamientos, " sino que darles su plenitud y llevarlos en practica,"
Y los primeros tres mandamientos tocan poniendo Dios primero en nuestra vida, adorándolo y amándolo de todo corazón. "Yo soy el Señor tu Dios. No tendrás otros dioses frente a Mi. No te harás ídolos. No te postraras ante ellos, ni les darás culto. No pronunciaras el nombre de Dios en vano. Santificaras el Día del Señor. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptima es un día de descanso dedicado y santificado al Señor."
Rechazando el diablo y su tentación en el desierto, Jesús nos enseña por Su ejemplo como ser responsables y fieles a Dios y nuestro compromiso bautismal por aguardar y cumplir los preceptos de la Ley y ofrecer nuestro culto de adoración cada semana en la Santa Misa.
La obra mas principal y mas importante en nuestra vida cristiana como miembros de la Iglesia y pueblo de Dios es: ofrecer culto en el espíritu y verdad y celebrar la Santa Misa - el sacrificio y banquete Eucarístico del Cuerpo y Sangre de Cristo que Cristo mismo nos mando a celebrar y continuar en Su memoria. Todo lo que somos y todo lo que hacemos como cristianos procede de la Eucaristía como su origen y principio y a la Eucaristía vuelve como a su meta y fin. La fe nos reúne como una comunidad
Sobre la Eucaristía, el Concilio de Vaticano Dos nos ha dicho que; "La Eucaristia es la origen y cumbre de la vida cristiana que contiene toda la riqueza espiritual de la Iglesia: Cristo mismo, nuestra Pascua, el Pan Vivo, el Sacramento del Altar en el que descubrimos la plena manifestación de Su amor generoso y misericordioso, sin limites."
En la Santa Misa Jesucristo es nuestro Sumo Sacerdote y nosotros, los ministros y el pueblo, compartimos en diferentes maneras, en este único sacerdocio de Cristo, ofreciendo todo lo que somos, nuestras oraciones, buenas obras, anhelos y esperanzas y pidiendo por todo lo que necesitamos para nosotros y para los demás. Cristo también es el Sacrificio y la Victima, y nosotros también participamos en este mismo y único sacrificio que nos salva cuando colocamos en el mismo cáliz con la Sangre de Cristo, nuestros propios dolores, penas, sufrimientos y sacrificios, y los ofrecemos por medio del sacerdote al Padre Eterno en reparación de nuestros pecados y para la salvación del hombre. En la santa Misa, Cristo mismo es nuestro único Mediador que renueva entre nosotros y la Santísima Trinidad, la alianza santa y eterna sellada en Su Preciosísima Sangre y nosotros participamos en esta obra de Su amor, repitiendo: "aquí estoy Señor para hacer Tu voluntad, hágase en mi según Tu Palabra. Y en la Santa Misa Cristo es el Pan que nos une como comunidad de hermanos y nos alimenta para dar testimonio de Su amor en servicio generoso a los demás.
Muchos han perdido el verdadero sentido y gran valor de la Santa Misa, separando su vida de fe de su vida diaria y ordinaria. No vienen a Misa a dar culto en espíritu y verdad. No han rechazado las tentaciones del mundo y diablo. Sus corazones y almas están cerrados a la gloria y amor de Dios. Recemos por esas personas. Pedimos fervorosamente que Dios que escribe Su santa Ley, como dice la primera lectura, en el corazón del hombre y recrea los corazones para que sean corazones humanos y naturales, no duros como piedras, toque el corazón de esos hombres, mujeres, jóvenes y niños, para que vean la gloria de Dios en sus vidas, rechacen las tentaciones del diablo, quiten los ídolos de sus vidas, vivan sus promesas bautismales, y den gloria, alabanza y adoración al Señor en un verdadero culto en espíritu y verdad de su fe Católica.
La Virgen Santísima es nuestro modelo en ofrecer culto a Dios en espíritu y la verdad y en vivir la Eucaristía como el centro de su vida. En este tiempo de gracia, de la Cuaresma que todos nosotros recobremos el sentido y valor de la Santa Misa y la Eucaristía como centro de nuestras vidas, de nuestras familias, comunidad y parroquia. Y que toda nuestra vida sea una oración viva y constante de adoración, acción de gracias, reparación y petición a Dios Padre eterno por medio de Su Hijo Jesucristo en la Santa Eucaristía y el Santísimo Sacramento del Altar!
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