Sunday, March 4, 2012

Segundo Domingo de Cuaresma, 4 marzo 2012

(Gen 22, 1-2, 9-13, 15-18; Rom 8,31b-34; Mc 9, 2-10)

La Cuaresma es nuestro tiempo de gracia. Es nuestro tiempo de crecer en la fe y el amor de Dios y seguir a Jesucristo en el gran misterio de Su pasión, muerte y gloriosa resurrección, muriendo a nosotros mismos y al pecado y resucitando con El en la nueva vida de Su resurrección.

La Iglesia nos da en este tiempo de cuaresma, para ayudarnos a realizar este designo maravilloso, tres ejercicios espirituales: la oración, el ayuno y la limosna. Durante la semana pasada, la palabra de Dios en la Misa nos ha llamado
la atención a la importancia de la oración en nuestro caminar cuaresmal. Los apóstoles mismos le pidieron a Jesús a enseñarles a rezar como Juan Bautista les enseñó a sus discípulos. Y Cristo les enseñó como rezar con todo el corazón y buscar al rostro del Señor y conocer a Dios como su Padre verdadero, enseñandoles así la hermosa oración del Padre Nuestro - Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea Tu nombre, venga Tu reino... Cristo no solamente les enseñó por Sus palabras sino también por Su ejemplo tomando tiempo para rezar a solas, en la montaña, en el campo, en cualquier lugar y en la huerta, especialmente, antes de morir en la cruz. Cristo quiere enseñarnos también en este tiempo de la cuaresma como rezar mejor y profundizar mejor nuestra oración y nuestro conocimiento de Dios como verdadero Padre, escuchar mejor Su voz y responder con fe, confianza y amor a Su plan de salvación en nuestra vida como respondió Abraham.

Dios dijo a Abraham: "te bendeciré y multiplicare a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa... porque me has obedecido." Y la respuesta de Abraham en todo momento es: "aquí me tienes". De él, hemos aprendido a confiar en Dios en todo momento y toda situación. Es por medio de la oración y "el buscar al rostro del Señor" que Dios nos da esta confianza en El y esta disponibilidad para llevar adelante Sus planes en nuestra vida y cumplir Su santa voluntad, no sin pasar por dificultades. Es por la oración y "el buscar al rostro del Señor" que Dios nos da, tambien, la experiencia gozosa y personal de Su divina presencia y Su gran amor. Esto es lo que experimento Abraham en su encuentro con Dios.

Y este es lo que revelo Jesús a Su discípulos en el evangelio de hoy, cuando los llevo a Pedro, Santiago y Juan a la Montana alta para rezar. Delante de ellos se transfiguro y manifestó Su divina presencia y salió de la nube la voz de Su Padre, dando testimonio de Su Hijo Jesucristo: "Este es Mi Hijo Amado, escuchadlo!"

Eso lo ha experimentado Jesucristo en Su oración al Padre. Por eso, por esa gran confianza va a llevar hasta las últimas consecuencias el plan de Su Padre para la salvación del hombre, aunque eso le lleve a pasar por la cruz. Jesús va a recorrer Su camino hasta el final. La vida que se nos da en la resurrección y que nos muestra en Su transfiguración, va a pasar antes por la entrega total en la muerte de cruz.

Cuando buscamos al rostro del Señor en nuestra oración, Dios quiere bendecirnos en la misma manera con el gozo y paz que recibieron a los discípulos en el monte Tabor. Dios quiere revelarse como Cristo se transfiguro y se revelo a ellos para confirmarles en su fe y prepararles a aguantar los sufrimientos de la pasión, muerte y gloriosa resurrección, que Cristo tenia que pasar. Cristo quiere confirmarnos a nosotros también en nuestra fe y amor de Dios con el mismo gozo y paz de Su divina presencia y prepararnos para los tiempos difíciles cuando tenemos nosotros sufrir con Cristo, el escándalo de la cruz, las humillaciones de la pasión y morir con El para resucitar a la nueva vida de Su resurrección!

Como la semana pasada en las lecturas, Noé era para nosotros un ejemplo de un hombre de fe y amor de Dios, esta semana la palabra de Dios nos da Abraham como nuestro ejemplo de un hombre orante que escuchaba la voz del Señor, un hombre obediente, un hombre valiente, un hombre verdadero de fe y amor de Dios que experimento en su vida en una manera personal la divina presencia y la grandeza del amor de Dios - un hombre que nosotros llamamos "nuestro padre en la fe".

(Abraham también es una figura de Dios Padre en los cielos en la manera que el estaba listo a entregar su único y amado hijo, Isaac, el hijo de la promesa, en obediencia a la voluntad de Dios. La angustia y amargura que sentía a Abraham como un padre de entregar su hijo como un sacrificio a Dios. Al fin aunque no tenía que cumplirlo porque era una prueba de su fe y amor de Dios, nos enseña como nosotros tenemos ofrecer a Dios todo lo que tenemos, todo lo que somos, todo lo que amamos, imitando al Padre Dios, en gratitud, humildad y amor por todo lo que El nos ha dado, en entregar Su Hijo único y amado, Jesucristo, en sacrificio por nuestra redención y salvación.)

Cada vez celebramos la Santa Misa, la oración mas perfecta, que Cristo nos ha dejado, nosotros entramos y compartimos en el inmenso amor de nuestro Padre eterno por Su Hijo Jesucristo en entregándolo por nuestra redención y salvación y entramos y compartimos también en el gozo y en la paz de Su divina presencia por un encuentro maravilloso con Cristo resucitado en el sacramento de la Eucaristía! "Que bien se esta aquí, Señor" podemos repetir con San Pedro en el monte Tabor! - un momento cuando sentimos a Jesús cerca de nosotros, transfigurado!

Durante la Cuaresma, Dios nos da la gracia para mejorar y profundizar nuestra oración y "buscar al rostro del Señor" con mas fervor, amor y confianza y rezar con mas atención, devoción y reverencia y apreciar mas la importancia de oración, y ofrecer más oraciones a Dios para llegar a una comunión mas intima y personal con El y ofrecer más oraciones por las necesidades de los demás, por su conversión, reconciliación, bienestar espiritual y temporal Y enseñando a los demás por su buen ejemplo de rezar, el valor de la oración en sus vidas. Les recomiendo que recen en la casa con su familia el santo rosario, en el trabajo, en el camino, recen como matrimonio o pareja, donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, aquí estoy Yo, dice el Señor. Recen antes de comer para bendecir la comida y después para darle gracias a Dios.-- la familia que reza unida, queda unida, dijo un santo padre. Recen antes de dormir y cuando se levante en la mañana.

Hay muchas oportunidades durante la cuaresma; y imitando así a la Virgen María que buscaba al rostro de su Señor, que contemplaba la Palabra de Dios, guardándola en su alma y corazón, que respondió con la entrega total de su vida a los planes de Dios y dio a la luz al mundo Jesucristo nuestro Señor y Salvador.

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