Thursday, February 28, 2013

Tercer Domingo de Cuaresma, 3 marzo 2013

HOMILÍA III DOMINGO DE CUARESMA – 2013 CICLO “C” DÍA DE HISPANOAMERICA. 3-III-2013 Nos unimos a todos los pueblos y naciones de Hispanoamérica en la fe y en la caridad en este día y siempre. Recordamos a todas las Comunidades Cristianas y a sus sacerdotes, a los Religiosos y Religiosas, así como a los fieles laicos. Todos y todas participan con verdadero espíritu cristiano en la vida y misión de la Iglesia del Señor que hace camino con todos esos hermanos y hermanas hacia la Casa del Padre, haciendo suyos los gozos y esperanzas, los sufrimientos y las angustias de todos esos pueblos, y anunciando siempre a Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, el Redentor y el Salvador de la humanidad, ya que solo en el Nombre de Jesucristo encontramos la salvación....”Nada hay profundamente humano que no encuentre eco en el corazón de los discípulos de Jesús” (GS 1). Tenemos ante el Señor un recuerdo especial de los Sacerdotes, Religiosos y Religiosas de nuestra Diócesis de Coria-Cáceres que están actualmente en diversos países de América siendo testigos de Jesucristo, ayudando a los necesitados, estando muy cerca de los pobres… Recordamos también a los Sacerdotes, Religiosos y Religiosas que, en otro tiempo, estuvieron evangelizando en esas tierras hermanas y que ya han muerto. Que Dios los haya acogido en su Reino por toda la eternidad. Este domingo es una oportunidad que nos ofrece la Iglesia, en este Año de la Fe, para abrir las puertas de nuestro corazón a la fe y a la llamada misionera; y para estrechar los lazos culturales, sociales, históricos y religiosos con nuestros hermanos de América. 1.- Las Lecturas * Libro del Éxodo 3,1-8a. 13-15. “Yo soy” -Yahveh- me envía a vosotros para sacaros de la esclavitud de Egipto y llevaros a una tierra de libertad y de gozo. Moisés obedece a Dios y regresa a Egipto para pedir al Faraón de Egipto la liberación de su Pueblo. * Salmo Responsorial 102. El Señor es compasivo y misericordioso. Podemos confiar y esperar en Él. Proclamemos hoy y siempre que la misericordia de Dios es ilimitada y eterna para todos los que lo invocan. * Primera Carta de San Pablo a los Corintios 10,1-6.10-12. La vida y el caminar del pueblo de Israel con Moisés en el desierto fue escrita para nuestra edificación. Por eso recomienda a los cristianos comportarnos de forma verdaderamente cristiana en todos los momentos de sus vidas. * Evangelio según San Lucas 13, 1-9. Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera. El Señor nos llama una vez más a la conversión real y verdadera, llevando en adelante una vida santa y agradable a los ojos de Dios. 2.- Sugerencias para la homilía 2.1.- El Señor nos llama a la conversión La Iglesia nos invita de nuevo a convertirnos al Señor. La Cuaresma es tiempo propicio y oportuno para volver a Dios. Los sacerdotes, los padres de familia, los catequistas… hemos de intensificar esta llamada a la conversión, a la santidad e vida. Que nuestras palabras no se queden en lo externo, en lo superficial de las personas y de sus vidas. No nos dé miedo ni vergüenza decir y clamar: “arrepentíos y convertíos, que el Reino de Dios está cerca” (Mc.1,14). Hemos de comunicar a los demás palabras últimas y fundamentales para el ser humano, sin quedarnos en lo inmediato, en lo coyuntural….Hemos de hablar en nuestra sociedad plural de lo esencial para el ser humano que es Dios. Hemos de transmitir a todos los valores morales –verdad, justicia, respeto, misericordia, sinceridad, paz, amor…- que nacen del Evangelio y que tanto enriquecen a las personas y a la misma sociedad. No nos mostremos indiferentes como si esta llamada e invitación que nos hace Jesucristo a través de la Iglesia no fuera para ti, para mí, para todos. Abramos los oídos del alma para escuchar al Señor que nos llama porque nos quiere tanto que murió por todos, también por ti, por mí. 2.2.- ¿En qué consiste la conversión? Os invito a poner los ojos en el hijo pródigo que volvió a casa de su padre pidiéndole perdón…Leamos de nuevo esa historia; pongamos el acento en los grandes momentos o pasos que da el hijo hasta llegar a su Padre. Hagamos un alto en el camino de nuestra vida. Toma en tus manos el Evangelio de San Lucas, y en el capítulo 15 encontrarás esta parábola de la misericordia de Dios. Intenta con la ayuda del Señor hacer el mismo camino que recorrió el hijo pródigo hasta llegar a los brazos de su padre…. Os recuerdo esos pasos: * “recapacitó” en su corazón y pensó…. * “me levantaré e iré a la casa de mi padre” * “se puso en camino * “llegó hasta su Padre que salió a su encuentro… * “el Padre lo abrazó, lo perdonó, le vistió un traje nuevo, le puso el anillo, celebró un banquete de alegría porque su hijo había vuelto a casa…” La conversión implica para todos: * “levantarse de la situación de pecado en que uno pueda encontrarse * “ponerse en camino hacia el Señor * “acoger su perdón y su misericordia…. Alguien podrá preguntarse: todo esto es muy hermoso, pero ¿dónde y cómo se realiza todo esto? Todos lo sabéis muy bien, porque lo habéis vivido: esto se realiza en el sacramento de la Penitencia. El sacramento de la Penitencia es el sacramento de la misericordia y del perdón de Dios para todos. En este sacramento, el Señor a través del sacerdote-confesor nos acoge, nos escucha, nos perdona nuestros pecados, nos da su gracia, nos concede su amistad… Os invito a haceros estas preguntas y otras semejantes: ¿Hace mucho tiempo que no te confiesas? ¿Qué dificultades tienes para confesarte? ¿Cómo vas solucionando estas dificultades? No te encierres en ti mismo. Habla con algún sacerdote….que te pueda ayudar, aconsejar, orientar… 2.3.- La conversión ha de llegar al ser humano en su totalidad. Huyamos de la rutina y del conformismo, como si en nada pudiéramos cambiar. Pidamos al Señor que nos conceda la gracia de una conversión sincera, profunda y de corazón, para que nuestra vida, alimentada por su Palabra y la Eucaristía, responda al don de su amor. Podemos cambiar con la ayuda de Dios para mejor. Intentémoslo con verdad y con alegría. Tratemos de encontrarnos con nosotros mismos y conocernos con toda sinceridad: nuestras luces y nuestras sombras, nuestras virtudes y nuestros pecados. Desde este conocimiento sincero de nosotros mismos podemos iniciar con la ayuda de la gracia divina el camino de vuelta a la Casa de Dios, como lo hizo el hijo pródigo. Podremos experimentar entonces el abrazo misericordioso y compasivo de Dios. No tengamos miedo a cambiar teniendo ante nuestros ojos los mandamientos de la Ley de Dios y las bienaventuranzas de Jesús; en definitiva, al mismo Jesucristo. Él es la referencia que debemos tener ante nosotros mismos al iniciar el camino de nuestra conversión. Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (ITim.2,4). Qué noticia tan impresionante, tan hermosa y tan esperanzadora para todos, ¿verdad? Y esta noticia es también para ti. El Señor nos dice hoy a todos, también a ti: “Levántate, coge tu camilla y anda…”. Levantémonos, cojamos nuestra vida para presentársela al Señor en el sacramento de la Penitencia a fin de que Él perdone a través del sacerdote nuestras faltas, nuestros pecados…y podamos llevar en adelante una vida nueva, santa… ¡Tú puedes, con la ayuda de Dios!. ¿A qué esperamos? 3.- De la Palabra a la Eucaristía La Eucaristía es el banquete que el Padre ha preparado para sus hijos. Somos alimentados con el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo que son “el pan de la vida eterna” y “el vino de salvación”. Con fe y limpios de pecado mortal acudamos a recibir con humildad, devoción y agradecimiento la Comunión eucarística. 4.- De la Eucaristía a la Misión La Eucaristía nos da fuerzas para realizar la misión evangelizadora. Salgamos al mundo en misión, como nos dijo Jesucristo: “Id al mundo entero y haced discípulos míos a todas las gentes”. No nos mostremos indiferentes ante el dolor humano. Gestionemos de forma responsable todos los dones que Dios nos ha dado pues los bienes de la tierra son dones de Dios al servicio de todos. Colaboremos todos unidos para resolver los problemas de cada día, saliendo así de nuestro egoísmo, insolidaridad… Terminamos. Unidos en la oración Cáceres 24 de febrero de 2013 Florentino Muñoz Muñoz

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